Thursday, November 10, 2005

Miércoles, 9 de Noviembre.

Son las 7 de la mañana y aún no me repongo. Escucho la ruta de Alma, pero eso aún no es suficiente. Orfeo me abraza como una anaconda asesina y afable. Me rindo ante su encanto. Cuando abro los ojos nuevamente, el sol está más áspero afuera que nunca. No creo que sea muy tarde. Veo el teléfono improvisado y me doy cuenta aterrado que falta un cuarto para las 9. Me levanto de un salto y aún dormido le pido un minuto de cel a mi papá. Llamo a Paola: Marica, se me hizo tarde, hasta ahora me levanté. Ella calla con el silencio de un homicida dispuesto a arremeter contra su víctima. Hay algo de terriblemente erróneo en ser el malo del paseo, en ser el culpable de todo y no tener cómo defenderte, saber que en realidad jodiste las cosas, que no existen excusas para ti y que realmente tus actos merecerían hasta el desprecio de ti si fueras una tercera persona. Quedé de verme con los chicos del video faltando un cuarto para las 8 y ahora estaba tarde una hora y seguramente tardaría mucho más, puesto que hasta ahora me levantaba. Fingía preocupación en el teléfono con Paola pero lo peor era que en mi interior nada había cambiado y podría afirmarse que estaba muy relajado. Hay algo malo conmigo, algo malo sucede, me estoy transformando en un cínico irremediable y no veo como poder dar marcha atrás a la situación. Todos madrugaron, todos fueron puntuales y yo, que era la pieza clave para hacer el video, puesto que era el que disponía la cámara, jamás llegué. Tenía otra cita con Linda Lee entre 9 y 10 y a esa cita no podía faltar. Me alisté con prisa, no desayuné siquiera, tomé el trans/infierno y llegué puntual. La llamé cuando estaba en la plazoleta del Rosario y me dijo que no demoraba. La cité en todo el centro de la plazoleta aunque la esperaba en un punto estratégico tras la sombrita. A lo lejos pude ver su figura de Lain, me alegré y pude notar la prisa de sus pasos puesto que a pesar de que andaba rápido no lograba alcanzarla. Así que acorté camino yendo encima de la estrella del centro y por fin pude atraparla cuando ella ya empezaba a hacer cara de preocupada. La acompañé hasta el viejo billar Santo Domingo y de allí me despedí para ir a clase. Anduve lo más rápido posible, primero por la séptima, al ver un mimo cacorro giré de una vez hasta la quinta y allí pasé un grupo de chocolocos sobre la 19 con camisetas alusivas a ONG's. Al llegar a clase, el profesor estaba discutiendo algo sobre un escrito con Paola. Me dirigí hacía Paola y la tomé del hombro y me hizo un desplante con su indiferencia. Me sentí mucho peor y pude ver como las demás chicas de la clase notaron conmigo el desplante. me volví hacía mi esquina habitual de clase. Paola se sentó luego a mi lado y traté de calmar las cosas, ella me veía con cara de: mucho hijueputa. Teníamos una visita a la revista Credencial. Dios, cómo odio ese tipo de visitas. Iguales de humillantes a una entrevista de trabajo con el atenuante de que no existe ningún tipo de promesas ni ofertas hacia tí. Saliendo encontré al viejo Libby. Encontré un cono de papel y me divertía poniéndomelo en la nariz. Era un modo de evitar la tensión entre Paola y yo. Ibamos los tres por la 24. Así que hice una alusión sobre los videos de Depeche Mode y el parecido que encontraba en su estética con una foto de Joel-Peter Witkin llamada Woman Breastfeeding an Eel. Libby me comentó entonces sobre unas películas que había estado viendo de un tal Jason Jackson, que manejaba una estética gore muy graciosa. Le repliqué que Witkin no hacía gore sino un uso poético de la muerte. Paola se adelantó de nosotros. A la altura del MAMBO, unos policias bachilleres con cara de maricas todos nos detuvieron exclusivamente a Libby y a mí. Antes de inspeccionarnos, escuché como se decían los unos a los otros: sólo estaba el pisquero pero ya no había nada de hierba. Me indigné por ser los únicos en el grupo a los que detuvieron y por la ignorancia y el prejuicio de los estúpidos ñeritos que se tildan de policias. Les dije agresivamente: acá no va a encontrar ni mierda de hierba hermano, no soy un jodido hippie. Temía en mi interior que a Libby le encontraran algo. Nos dejaron ir y les hice cara de pobres idiotas. Si hubiera tenido un arma le hubiera volado los sesos a ese cabroncito con pinta de marica. Nos fuimos hablando en el transcurso con Libby de la dificultad de vestirse de negro y usar el pelo medio largo en un país de ignorantes y maricas como este. También hablamos de lo mal que la habíamos pasado con la hierba en tiempos lejanos y que definitivamente ese no era nuestro vicio. Llegamos hasta la revista y allá nos atendió el gerente o no sé qué mierdas de la revista, un supuesto periodista cultural llamado Rafael Baena. Me dormí en la reunión. Salí del edificio junto a Paola le convidé un café pero me lo rechazó. Ulimamente anda de afán siempre. Llegué hasta Leyenda de la 24 y allí me tomé un tinto con un Muffin. Pagué y salí a llamar a Lain. Quedamos de vernos en 45 minutos. Salí sin prisa y con buen ánimo. Caminé como todo un flaneur, deteniéndome en los cines pornos, el mezclador que estaba instalado al frente de todo el Gaitán, los rostros. En la libreria de la Universidad Nacional me llamó la atención un libro de Hobsbawm y al verlo tan barato me pareció casi salido de un sueño. Al entrar el vendedor se confundió un poco y finalmente terminé tomándolo por mi propia cuenta y averiguando el precio por mí mismo. Estaba regalado pero luego, a verlo con más detenimiento, pude ver que no era un libro de Hobsbawm sino sobre... mierda, no hay nada regalado, pensé. Bajé por toda la séptima. Me detuve en Dogger con deseos de comer algo, pero nadie aparecía y no tenía demasiado entusiasmo de esperar. Bajé hasta la BLAA y me senté un rato a esperar a Lain. El frío empezaba a hacer trizas de mí y decidí tomar algo en el Juan Valdéz. Me senté y pude ver cómo llegó. Salí corriendo otra vez como una loca, la alcancé. Le invité un café y nos reímos un rato al ver la forma de corazón en la espuma. De allí nos dirigimos hacía el viejo café Saint Moritz. Esperamos un rato hasta la hora que fuera oportuna abarcar al viejo David. Por fin cuando pudimos convencerlo de aparecer en el video nos sentamos en una mesa aparte, pero él no sabía qué hablar así que tuve que hacer las veces de entrevistador. Al finalizar la "entrevista" le pregunté sobre Frank. Me respondió: Frank? Conoce al loco Frank? se le alumbraron los ojos. Le respondí que sí, que qué sabía de la vida de ese loco, me respondió que lo último que sabía es que había estado en un centro de rehabilitación. Mierda, no sé por qué a todos los de esa generación nos fue tanto como un culo en la vida. Tal vez fuimos demasiado postmodernos y la vida terminó por cobrarnosla. Lain estaba encantada con la música del lugar. En un momento pude ver un viejo ejemplar que le encantó, pero luego de ver que tratabamos de filmarlo el viejo se puso vanidoso y empezó a posar: ya no servía ese viejo marica. Le pedí que me acompañara a comer una pizza. En el sitio Lain se enamoró de una chica con un parecido asombroso a Björk. Salimos a caminar mientrás llegaba la hora de ir a su universidad. Hablamos de lo farsante que era yo y de todas las mentiras y mitos e imagenes falsas que me encantaba crear en torno a mí. Cerca al Museo Nacional nos decidimos por un café en OMA. Ella pidió un Latte y un dedito de queso, yo pedí un capucho. Seguimos caminando y la verdad no recuerdo el momento en que llegamos al paradero de su bus, todo fue tan rápido y tan entretenido que no pude notar el trayecto. Subí con ella hasta su universidad. No conocía esta Universidad y la verdad me pareció mucho más bonita de lo que imaginaba. Fuimos hasta el salón donde ella esperaba encontrar a los chicos de su grupo y no vio a nadie. Decidimos esperar y nos tomamos dos malteadas. Volvimos y pude entrar por casualidad a una ridícula conferencia sobre periodismo escrito. Un idiota hablaba sobre los días de la universidad, de lo apremiante que luego resultan para la vida esas horas de trasnocho. Pienso que no soy el único farsante en esta vida, que hablar de un trasnocho en una carrera como periodismo es algo irreal y tal vez hasta ambicioso. Salimos hasta un salón ubicado en una especie de sótano y allí le comunican a Lain que todo ha salido mal, que las cosas dieron un giro inesperado. Salimos a llamar a sus compañeros, que saben aún menos que ella sobre la situación. Ella se contiene. Se contiene demasiado a mi parecer. Busca una solución temporal y nos dirigimos de nuevo al interior del bloque K. Allí puedo ver cómo la universidad está de bien equipada y el fácil acceso de los estudiantes a ellos. La espero en un sol aledaño, mientrás navego por el ciberespacio. Salimos faltando un cuarto para las 10 y tomamos uno de los últimos buses. En la 51 nos bajamos y vamos en busca de algo qué comer. Nos dirigimos hacía pizza pizza pero ya no venden porciones a esa hora. Bajamos hasta la 45. Ella se come una pechuguita y yo una carnita al tiempo que vemos Factor X. Le pregunto a Lain que de dónde salió ese man Jose Gaviria. Me dice entre risas que es el mismo de una canción pop mediado de los 90's que decía: Camaleón, siempre cambia de colores. Me dan naúseas y risa. La acompaño a tomar su bus y puedo ver como la grasa se corre de mis labios. Ella trata de darme un beso en la mejilla pero por simple reflejo le pongo los labios. Nos reímos de la situación tan glamourosa. Ahora me voy en el último trans/inferno triste, como loco, como loco de lo triste. Conmigo se sube un trío de muchachos ebrios. Abren la botella de aguardiente y me da mucha cólera porque tengo entendido que no se puede tomar ni comer nada dentro de los vehículos. Si fuera un superhéroe les patearía el culo a esos patanes, pienso. Vuelvo la mirada hacía el hombre oscuro de mi lado. Escribe un diario. Puedo percibir una inscripción más grande que las otras: VER MÁS ALLÁ. Lo miro aterrado y veo que es un hombre totalmente opaco. Me siento un poco intimidado, pero me gusta la vibra que respira. Empatamos muy bien y me siento su esposita. Pongo a sonar como loco la maldita TARANTULA de Faithless, me ensimismo con el sol de Dios entre las nubes, mirando los rabaños y al pastor de barba blanca que vuelve a tí su mirada con fuerte melancolía de profeta. Bailo en mi propio trance, en el espacio que aún tengo en el universo y celebrando aún estar caminando estos viejos parajes de la noche Karlo en reverberaciones músicales frenéticas. We come One de Faithless me hace recordar los mágicos años de la historia de los tres niños candies que se morían en los hoteles al inyectarse létales dosis de amor: provengo de esas noches y me siento un alien en las nuevas noches.


we come one
we come one
we come one

1 comment:

wintermute said...

Nuestra generacion, porq puedo intuir q pertenecemos a la misma, no noto la disrupcion de la brecha generacional, se fue a la mierda cuando cayo la Cortina de Hierro. No se, seguramente estabamos inconcientemente preparados para la guerra nuclear, para un mundo bipolarizado, para estar de un lado-o-de-otro. Pero cuando cayo el muro algo paso, ya la television y los videojuegos nos tenian jodidos y todo se fue a la meirda. La dizque generacion X. Q mierda. Odio las definiciones generacionales.
Tarantula. Creo q This mortal coil tiene una cancion asi llamada, tambien. No estoy seguro.
Hoy el cielo tiene el color de la estatica de un televisor, del parpadeo blanco de un monitor.