Sunday, January 27, 2008

nota del día

Debo retraerme de hacer afirmaciones de carácter científicas - sea desde la ciencia social o la ciencia natural-. Me llega como una satisfacción. Es ciencia natural. Dudo que desde la ciencia social se llegue a verdades satisfactorias. Debe ser una proposición que surge desde una certidumbre científica similar a la de las ciencias naturales. Pero considero que es extra científica. Debo retraerme de hacer afirmaciones de carácter científicas, a menos que sean ciencia. Deberé someterme a la navaja de Guillermo de Ockham como si ésta se clavara directamente en el prepucio y me hiciera gritar de un dolor plenamente lleno de verdad de ciencia esclarecedora. Un fluido de sangre brota desde mi cerebro y yo devano la idea. Devano la idea deshaciéndome a la idea de un carácter científico como tal, como se concibe la ciencia moderna. Caspiroteó los dedos en busca de una música que vibre en la frecuencia de la respiración exangüe.

No hay tal atracción natural por el infierno. Por qué nos atraen tantas jornadas en el infierno? Porque embadurnados del mal pocas cosas se pierden al describir las bestialidades. Todo vale. Distinto al cielo. Donde en el intento por describir su grandeza padecemos perder todo su encanto. Como si nada valiera. Las palabras corrompen lo hermoso, se alejan de él, nos tortura su distancia.

Monday, January 21, 2008

Virgilio Nobrainski en exclusiva entrevista con el eminente Dr. Addictosawa

Después de incontables llamadas y búsquedas que me llevaron a localizarlo, y tras un viaje de casi 400 kilómetros por carreteras destapadas y olvidadas, encuentro el refugio de Kerberos Addictosawa en un paraje de una región deprimida y supersticiosa en la que el desarrollo científico que ha impulsado el notable científico parece un mito más de los que se teje en el interior de las viejas casonas al calor de la agüepanela y las velas.




No he terminado de aparcar el coche cuando a través de la ventanilla veo que sale de una destartalada casa la altiva Linda G, acompañada de 3 chiquillos que la agarran de las nagüas, como asustados por la presencia de un extraño y preguntándose a qué se debe la inesperada visita. Linda G, entrecerrando los ojos, me reconoce y dibuja una noble sonrisa en su cara. Espera a que termine de aparcar cerca a la sombra de un arbusto y la veo, como las campesinas, limpiándose las manos en la falda para salir a recibirme. Le dice algo a la más chiquilla y ésta se apresura adentro de la casa, seguro que para avisar a su padre de mi presencia.



En medio del afable recibimiento por parte de Linda G, en el cual le entrego algunas películas recientes que estoy seguro le agradarán y de las que en esta región es poco probable que tenga acceso, sale la pequeñita del principio y nos interrumpe con grácil coquetería: Está en el huerto. Le dice a su mamá cuando ésta le pregunta por su padre.



Me resulta difícil diferenciarlo en el huerto con tantos hombres trabajando. Finalmente se me acerca uno, con un tajo de zanahorias y hortalizas. Su extrema delgadez, su fígura desgarbada y jibada aún se conserva y debió haber sido suficiente para reconocerlo. No obstante, su rostro quemado por las intensas horas de jornada al sol, su creciente calva, su bigote raso, me impidieron creer que se trataba efectivamente de él. Sudado como estaba, con la ropa mojada de su propio esfuerzo, me lanza un abrazo pegajoso que me cuesta aceptar con agrado hasta que finalmente pienso: es él.



Me invita a tomar guarapo, me presenta a sus 3 nuevos hijos, contando la particularidad de cada uno, con el orgullo propio de un campesino que siente gratitud por la compañía y la amistad que sus retoños le brindan.


Nobrainsky: Innumerables veces se ha autorreferido a sí mismo como "un científico que indagó sobre la tristeza", no obstante, su obra ha sido objeto del desprestigio sobre todo luego de la publicación de los trabajos "O2: chúpame las bolas". Considera que se ha subestimado su trabajo?





Dr. Add: 02 fue fruto de un trabajo constante que me costó 10 años de esfuerzo e investigación. Todo fue a raíz de una intuición. En un principio nació como un pasquín universitario llamado "U2 chúpame las pelotas" pero en esa época estaba tan colocado que por mero accidente se publicó con el error tipográfico "02 chúpame las pelotas". No todo puede ser tan fatal en la vida, o, en mi caso, decidí refugiarme en el rigor -término terriblemente mal usado y mal traducido gracias al cabrito del Ortega y Gasset-, mejor dicho, en el amor a la ciencia para escamotear la fatalidad de la vida. En este sentido, más que esa frase tan obsoleta con que la gente trata de reducirme del científico que se encontró con la tristeza, soy el científico que miró el universo para olvidar la tristeza, no es nada nuevo, ni nada interesante, no soy un personaje excéntrico de la comunidad científica que viene a revolucionar los paradigmas. La gente viene hacia mí en busca de un carácter, de un personaje, una caricatura traducible a la gran pantalla y se defrauda. Soy un pensador con el culo en el telescopio, es eso tan interesante? Tan sólo un científico, es lo que se ha olvidado y se ha puesto el acento en la tristeza, cuando la tristeza pone el acento sobre nosotros y nos obliga a merodear este mundo perecedero, en nuestros coches, en nuestras mil maneras de mirarnos al espejo de mil modos al frente de una gran pantalla, en las navajas, en nuestras mil maneras de matarnos al espejo de mil modos frente a una gran pantalla... pero nadie nos observa y es lo real del asunto. Sin el amor que nos impulse a escapar, por fuera de la Galaxia o por dentro de ella, no somos sino unos condenados de la gravedad de nuestro planeta que es tan enano como Plutón. Es lo que mucha gente olvida, el poder real del amor y en él, un amor tan real como cualquiera, el amor al conocimiento, la ciencia y la técnica. Yo me masturbo cada noche con el sabor de la vía láctea en mis párpados, soñando con el día en que la estupidez y la soberbia ceda y de bienvenida al otro que nos conquista en los sueños y olvidamos tan pronto nos despertamos y nos apuramos a nuestros lugares de trabajos por la necesidad del qué comer. No vinimos a esta tierra a sobrevivir, vinimos a este magnífico lugar para soñar y explorar, ser explorados, encontrarnos, acariciarnos, ser amados y amar. Del resto no me hables, Virgilio, el resto me fastidia enormemente, sólo quiero perderme en mi mar de fantasía y así llorar largamente por no poder tenderle el brazo a ella y limpiarle sus lágrimas también, por la soledad que nos devora y nuestra indiferencia, con el dolor del otro sobretodo.



Nobrainsky: De todas las críticas que se escuchan en los medios académicos, hay una que a ud especialmente le gusta alentar provocadoramente. Dicen que su ciencia es para pijos y que usted más que un científico metódico es un gran farsante con pretensiones de rock star. Quiere responder algo al respecto?






Dr Add: Evidentemente no quiero responder. No es mi labor la de ser un alentador de chismes o habladurías malsanas. La academía es un medio muy mierdoso. ¿Lo dicen por mis tatuajes, por mi manía de llenarme de clichés mi cuerpo? Todo el cuerpo es un cliché muy del siglo XX. El sexo es un cliché que no sería malo de no ser tan desgarrador para algunos seres: los que están irrevocablemente por fuera de su universo discursivo. La educación no sería un cliché tan malo de no ser tan excluyente. Así mismo con todas las esferas de los cuerpos del control que amenazan con reducirnos a una definición precisa y unívoca. Lo que ofende a quienes se sientan en un escritorio a diagnosticar el conjunto de la raza humana es que efectivamente hasta los más leprosos disfrutan el sexo, porque todos tenemos vergas y vaginas y anos y bocas que claman por ser besadas; que efectivamente hasta los más idiotas aprenden y llevan consigo una educación a cuestas, no la formal porque la formalidad destruye, una educación más abierta que no por eso se enfrenta con menor profundidad a la espesura del cosmos que la que nosotros nos suministramos a punta de técnica y cálculo: todos creamos nuestras ficciones para comprobar lo que queremos...



Nobrainsky: ... Pero lo que usted me está diciendo en este momento es radicalmente contradictorio con lo que me dijo en la primera pregunta, cuando hablaba con tanta pasión del amor al conocimiento, la ciencia y la técnica.



Dr. Add: No sé. No sé si haya contradicción o no. A quién le importa? Le importa a Dios? Quién sabe. Le importa seguramente a los humanos, vivimos en un universo humano y nos comunicamos con humanos, una mierda, pero así es. Y los humanos se dan muchos aires, es lo que veo. Crean juegos y luego los vuelven reglas y luego terminan como pura dictadura hasta la tiranía. Así es el conjunto de la sociedad, es una mierda, pero así es. La contradicción no es algo que me rompa el coco. Amo a la ciencia desde la cabeza de la pilila hasta el final de los cojones. He tenido unos follones increíbles con la técnica: todo es técnica, nosotros somos técnica, el sexo es una técnica. Techné decían por ahí unos gilis. Creerles o no creerles, no importa. Por más bueno que la haya pasado apretándome el mico con los números no puedo dejar de ser conciente que el conocimiento es una puta cuya naturaleza es romper los cojones a quien se entrega a ella y maldecir a quien no la mira. Es todo lo que digo una contradicción? Es más evidente que es un sinsentido.



Nobrainsky: Pero seguro querrá responder a quienes en la actualidad lo acusan de "creacionista", entre ellos el doctor Chakovski Du Amsterdam que ha manifestado abiertamente el desprecio que siente hacia usted llamándole: "Ese tosco oscurantista del medioevo que mira el bing bang con los criterios de la Summa Theologica".

Dr. Add: Me cuesta creer que una civilización no sea un episodio normal en la vida de un sistema planetario, o, para ser más abiertos, de una galaxia. En nuestra misma tierra tenemos varias civilizaciones, sólo que somos tan estrechos de mollera que nos cuesta reconocerlas como tales: qué son pues las organizaciones de hormigas o de abejas. Y creo que aún hay alguna civilización en esta misma tierra que nos mira sin dejarse ver, más grande que nosotros y que no hemos podido ver porque nuestros lentes de investigación están empañados. De pronto somos su objeto de investigación. El Dr. Maurice Toulouse dijo alguna vez algo muy bonito sobre mi libro La cosmogonie d'une Malédiction: Si una rata de laboratorio se viera por accidente reflejada en el cristal que la encierra no miraría sino una rata insignificante. Kerberos es el experimento de un científico muy cruel.

Nobrainsky: Concuerdo con el Dr Toulouse en su apreciación. No obstante, su teoría cibernética y moral del centro de la tierra me parece desconcertante. Incluso, en conversaciones recientes con el célebre Dr Toulouse me pareció un poco más alejado del entusiasmo que en un principio pareció profesar por su obra.

Dr Add: No hay nada de desconcertante en mi obra Kyber-Sittlichkeit. Ante la dificultad de demostrar que el centro de la tierra está compuesto por una gigantesca bola de ferro-níquel yo sostengo que se compone del pecado original. Ahora bien, qué se entiende en términos científicos como le peché originel, como dicen los franceses. Yo, en mi condición de estudioso del cosmos, entiendo una abstracción de la lógica binaria y el gato de Schröedinger. La caída del paraíso es la carga que sella nuestra raza, es decir, la gravedad. La gravedad en todo el sentido que significa la palabra: gravedad como algo muy grave que nos sucedió a nosotros. En este orden de ideas, ante la imposibilidad de observación de esta carga moral sobre la raza en el núcleo del planeta, es un centro de pecado que existe y no existe al mismo tiempo. La co-existencias del pecado con el no-pecado sólo fue posible de observar gracias a la crucifixión del Cristo que cargó todo el sufrimiento de los hombres sobre su cruz. Fue la demostración suprema de la lógica cibernética que rige el planeta a los hombres primitivos de ese entonces, sólo que se carecía del contexto tecnológico para comprenderlo.

Nobrainsky: Interesante pero supremamente difícil para conceder. A veces, ¿no siente que se ha quedado solo y marginado de la discusión científica por sostener tan férreamente estas convicciones?

Dr Add: No sé qué es la soledad. La soledad siempre la he sentido en mi corazón no importa cuánto me hayan escuchado alguna vez, cuánto haya estado acompañado alguna vez. La soledad la siento cada vez que pongo el ojo en mi catalejo y observo las estrellas. En algún momento de mi vida pensé que la soledad se refería a un parásito que me estaba consumiendo. Luego de profundas investigaciones y experimentos a los que me sometí por mi propia cuenta me di cuenta que la soledad no estaba allí, en el interior de mi organismo, como había creído en un principio.

Caía la tarde. A lo largo de toda la conversación que sostuvimos y la minientrevista que me permitió publicar, nos tomamos cerca de 8 totumadas de guarapo. Su gesto ya estaba agotado, tanto por la conversación como por el trabajo forzado de la mañana. Me acompaña hasta el coche donde me despide. Mientras me alejo, lo veo a la luz del faro que alumbra su humilde casa. Sus nuevos tres hijos juegan entre sus piernas y la falda de su madre. Linda G, le pasa el brazo sobre sus hombros. Kerberos Addictosawa también espera impaciente hasta perderme de vista. No sé por qué de súbito me siento perdido.

Sunday, January 20, 2008

la nueva noche

Luisa atravesaba vastos campos adentrándose por las llanuras del Casanare. La crin del caballo ondulaba con el paisaje y golpeaba sus firmes brazos. El sol moría en la negra cabellera. Su pálido rostro resaltaba como un sol en el cenit de su vida bajo el agobio de una atmósfera renacida. De nuevo era una niña en el vasto campo que se abría para ella, montada en un recio caballo que dirigía a galope constante, el infinito celestial se abría y parecía no tener fin sino en el final del horizonte. Luisa resulta que no eres la niña corrompida que galopa por las llanuras del Casanare. Luisa se arroja boca arriba en un descampado del camino a contemplar las tempranas estrellas que ya aparecen en el firmamento de la tardía tarde. Son todas ellas soles, con inocencia muerde una raíz y estira sus largos brazos, son todas ellas días prometidos. El último refugio de la devastación es el paraíso de la inocencia. Para ellos, los animales que habitan en esta extensa lejanía, no ha pasado nada que pueda competirles, aún cuando todo les compete, primario combustible de los hombres. La verdad es que apetece morir en esta ráfaga de viento cálido. Los días de acero se acercan. El olor a muerte, a sueños de terneros amputados, el jabón de la sangre fresca, un ojo que aún no se cierra. Deja que la tierna res entre en ella y adentro siente con gusto como sus jugos gástricos se encargan de comprimir con toda fuerza el resto de la carne. Ella es la carne del ternero y vuelve a mirar a las estrellas de la noche con agradecimiento por brindarle semejante amante. La comunión con la bestia la hace una vez más poderosa en las extensas llanuras y vuelve a retomar el galope de su caballo fiel. La noche se hace más espesa en la sabana y una comparsa de lechuzas adorna como una corona el delicado paso que se abre en la sombra. Los caños como espejos que los cascos del corcel dividían infinitesimalmente al contacto con níveas rocas que resguardaban la promesa del despertar en tiempos mejores. Luisa se apea en el cadente llanto de la ribera y desnuda sus firmes pechos a la expectante luz del astro selenístico. Bajo su falda un monte endiablado devora las turbulencias de las cavilaciones de los embriagados sueños. Totalmente desnuda se sienta a contemplar el destino que presuroso sigue el aniñado caño. Su larga mano delicada se sumerge en el abatido elemento y se adueña de una larga rama que dormita bajo su lecho. La rama de un verde petróleo brilla como joya enseñoreada de la nueva noche. La arranca como un beso y la acaricia con la rosada vulva que se debate entre el enloquecido monte oscuro. El espíritu del caño, como un juego de chispas que juguetea en el centro de la corriente, arremolina la larga cabellera de la caliente loba y acaricia una tierna brisa con el susurrar de una vieja sabiduría. Un vehículo astral desciende a la orquestación lúbrica y respetuoso de no ocasionar ninguna molestia se sienta al lado de la muchacha para atestiguar un celestial orgasmo entre Luisa y la ramita verde. Son los seres que vinieron desde otro tiempo. Otra galaxia que vino a través de la noche. Luisa se masajea los suaves muslos y cómo quisiera que viniera ese macho cabrío a penetrarle su cándido culo para cerrar la noche con un estruendoso grito que rompiera la fantasía de la noche. Un pez lame el ano de Luisa mientras la rama le penetra constantemente hasta provocar la sangre por ruptura. La sangre navega por el interior del caño y los elfos que se laceraban las espaldas se masturban con el penetrante olor de muerte que les llega desde la otra orilla. El caballo se erecta y empieza a jadearse en regocijo al ver la rendición de la muchacha. Eyecta un potente chorro blanco a la nitidez de la noche y escucha las campanas de su propio vigor sañudo. Luisa convulsiona una vez más en su ardor frenético de ser poseída por el espíritu de la materia negra del universo. El caño limpió los últimos rastros de sangre. La luna brillaba sobre la copa de los sabinos enrarecidos. La sabana se extendía hasta el horizonte y el horizonte era implacable en contagiarte de su tristeza. Yo amaba a Luisa hasta los cojones. Un día supe que se tiró de un caño y no se volvió a saber más de ella. Se encontró su fiel compañero. Enloquecido, boca arriba, contemplando las estrellas. Luisa sucede que te llamabas Nadia.

Tuesday, January 15, 2008

horizontes implacables

Luisa atravesaba vastos campos adentrándose por las llanuras del Casanare. Su tez pálida delataba a los locales que no era o no vivía en la región. Era de la región, pero no vivía en la región, era una extranjera en su propio lugar de nacimiento. La crin del caballo ondulaba con el paisaje y golpeaba sus firmes brazos blancos. El sol moría en la negra cabellera y la vestidura de severo luto de Luisa. De nuevo era una niña en el vasto campo que se abría para ella, montada en un recio caballo a galope constante, el infinito celestial se abría y parecía no tener fin sino en el final del horizonte. El final del horizonte como la muerte. Una vez dices No quiero morir es irremediable tu muerte, le das material de primera a la muerte, eres un buen candidato a la muerte. Una vez dices No quiero morir estás listo para la muerte, estás irremediablemente vivo. Y alguna vez dices No quiero morir porque ya sientes el acecho de la muerte. Me gustaba hasta los cojones Luisa. Me hacía sentir despedazado su belleza altanera. Algunos atrevidos afirmaban que la razón de mi gusto desaforado por aquella muchacha moderna se debía a su indiscutible parecido conmigo mismo. Tan narciso me creían! Sin embargo era curiosa la manera en que nos repelíamos. Alguna vez camino a la misma dirección pude notar el modo en que ella apresuraba el paso. Yo lo apresuraba. Quería sobrepasarla. Ella quería sobrepasarme. Yo no la queria ver porque me hería su belleza. Bajé mi cabeza como es habitual. De soslayo noté que tenía baja su cabeza y esquivaba mi mirada. Tal vez tampoco quería verme. Me resultaba difícil creer que mi belleza le hería. Pero bajaba su cabeza y me resultaba fácil de imaginar que mi belleza también le heriría. En esa época me tatué un código de barras porque me sentía una mierda plástica de supermercado. Su mirada me causaba una tensión insoportable. En el bar no podía sostener su mirada y ella era cruel a propósito. En ese entonces andaba con una novia que me tenía hastíado y parecía que yo emitía vibraciones de gusto hacia Luisa. Suficientemente obvio para querer desmentir mis heridas. Ella pedía la música que a mí me gustaba y luego, acto seguido, alguna canción de mierda para fastidiarme. Esa fue nuestra comunicación. Eso fue todo lo que nos hicimos el uno al otro. Una pequeña complaciencia, una pequeña molestia. A pesar de que yo no haya dicho nada en toda la noche, mi cara la haya mantenido baja y sólo pudiera contemplar a esta chica en leves atracos en que la dirección de la atención se concentrara en algún lugar fijo: entonces la miraba: qué hermosa y fea: puta escuálida y vulgar que me llevas al cielo con tu presencia: jamás tuve contacto alguno con una chica tan garbosa y te veo: tan estúpida e indiferente: tomas desprevenida tu cerveza: estás tan cerca a mí: bebes tan groseramente tu cerveza: sacias tu sed de una manera tan lamentable y me llenas de sed: ardo como un lechón cada vez que pasas salvajemente cerca a mí y tu trasero me parece hermoso sin atreverme a verlo. La belleza se encarna en la estupidez de algunas chicas de una manera tan armoniosa que nos resulta imposible separar estupidez de belleza. La belleza de unas buenas nalgas es algo que palea las pretensiones a algunos hombres. Reducto insostenible de una evolución truncada: tu par de nalgas. Nunca te sostuve una mirada. Nunca te dirigí la palabra. Lo nuestro fue un idilio que me reprocho por ser el que soñaba. Tú no eras estúpida como yo hubiera querido que lo fueras por tener tanta belleza desgarradora en tu ser. Nunca quise medirme contigo y por eso jamás te dirigí la palabra Luisa. Porque ninguna palabra mía alcanzaría la gracia que tú ya en tu carne contenías. Luisa resulta que no eres la niña corrompida que galopa por las llanuras del Casanare. Luisa resulta que te llamas Nadia y me rompiste el corazón. Los ojos de Nadia fulguraban en inocencia, curiosidad y chispa. Pude morir en tu sonrisa pura y sincera. Tu cabello de la textura de los aceites del Olimpo, juguetón en la brisa del mediodía en que te conocí. Qué es ser disfuncional? Desde que tengo memoria para registrar los hechos que me acontecían en mi vida recuerdo haber sido una persona disfuncional. Pronto caí presa de la enfermedad y la enfermedad consumió toda energía que se apartara del instinto de supervivencia. Mi educación estuvo siempre alternada entre la escuela y el hospital. En la escuela hablaban del recinto escolar como la segunda casa. Mi segunda casa fue el hospital y mis maestros las enfermeras y doctores que revisaban mi caso. El hogar de la escuela siempre fue aterrador y mórbido. Era tan poco el tiempo que duraba en el aula que los niños del curso siempre me creían un elemento extraño. Por consiguiente, jamás dejaron de tratarme como un elemento extraño. Nunca pude lograr lo que se llama una integración. Mi desempeño en los deportes era pésimo y en primaria todo se reduce a tu rol en el deporte. Estaba en banca rota desde mi vida social como deportista. Los niños que mejor jugaban eran los reyes. Ellos tenían derecho a escupir sobre mí, ya que ni siquiera hacía parte de un sentimiento de identidad de aula al pertenecer tan poco tiempo en ella. En el hospital, mi segunda educación no iba por mejor camino. Compartir salas con niños muertos, con la tragedia, con la soledad y los incesantes pitos de ayuda que emergían de los otros cuartos y la respectiva amargura de las enfermeras. No entendía por qué no moría. En este momento estaba sufriendo un dolor agotador y asfixiante excesivo para un niño. En las clases un niño se me acercó y me preguntó por qué hablaba de la manera en que lo hacía. Yo hasta ahora descubría el habla. En casa el silencio imperaba. En el hospital todo eran quejidos. En el aula descubrí el habla y me juzgaban por el modo en que lo hacía. me preguntaban si era extranjero, si venía de otro país, de rusia o un país lejano en el que no se podía pronunciar bien el español. Quería comunicarme, quería expresar que era una persona diferente, similar, finalmente, una persona en este mundo y esta expresión se vio amputada de raiz. Ya nadie me prestaría oidos. Ya nadie me pondría atención. Era menos que un chimpancé asmático en ese instante. Era un niño enfermo y un niño enfermo es la peor desgracia y miseria que hay sobre la tierra. Un niño triste y solitario, un proyecto en ruinas que toca preservar por un sentido meramente histórico. Hace unos buenos siglos se hubieran deshecho de mí en un acantilado. Era desde ese entonces bastante evidente que mi vida no se conduciría por buen camino y que no sería de gran utilidad para el desarrollo de la civilización. Sobreviví. La adolescencía me retrajo a un letargo aún mayor, agravado por un sentido idiota de la rebeldía y una explosión fulminante de las hormonas. No podía dejar de hacerme la paja y soñar con tener alguna diosa de la televisión en mis horribles y quebradizas piernas de reúmatico para regarle un trago de leche que me salvara de caer en la autoautopsia selectiva y constante en que se resolvían mis púberes días. Retomé una vieja fantasía de la infancia para escapar de todo. Refugiarme en la escritura. En la infancia escribía cuentos fantásticos de dragones y bellas princesas. Algunos tenían giros inesperados y me gustaba repartirlos a las entradas de las casas junto a mi hermana que me ayudaba a crear los gráficos. Añoraba con brindarle algo de sueño y fantasía a los vecinos que sin precaución se acercaran a leer las hojas que repartía debajo de las puertas. Qué iba a imaginar que la imaginación de la gente estuviera más podrida que mis pulmones? En la adolescencia de nuevo me refugié en la escritura. Escribí hace poco "RETOMÉ" no estoy seguro que esa palabra sea la correcta. Tal vez la escritura nunca fue algo que haya dejado de lado. Lo que escribía ahora era confuso y lleno de ardor. Poemas en que las imágenes de la muerte y los campos santos no faltaban. Amor cruzado fatalmente con la muerte. Amor más allá de la muerte. Muerte sin haber cruzado el amor. Monotemas que me complicaban las horas. La escritura no se puede considerar un material acabado. La escritura se rehace, se recrea, se retoma, lo retoma a uno. La escritura como tal no existe. No existe un modo de escribir algo. No hay ningún lugar para agarrarse que le permita a uno asegurar que la escritura es un acto que se desplaza. La escritura no es una receta así como las recetas son imposibles sin un beneficio de fe. La escritura no admite fe alguna. La escritura es imposible porque es infinita. Si escribimos, escribimos como canallas. Un robot podría hacerlo mejor que nosotros. Si uno cree que lo que hace es escribir es porque funciona. Yo soy un disfuncional y me refugio en el cielo de la escritura. Yo soy escrito en ese cielo. Estoy muy marcado por ese cielo. Mi largo peregrinaje en el dolor de la vida contiene otro color a través de ese cielo que me imagina. Un relámpago que se desata en ese cielo me recuerda que no pertenezco a este terreno que se escribe....

Thursday, January 10, 2008

Sueños de Kerie Addictosawa




"Qué es? Qué es?" Despierto. Esa pregunta, la estaba formulando yo? Por qué me levanté preguntando eso? No era yo. Quién era en mi boca? Quién me preguntaba el qué de qué? Acaso la inteligencia. La inteligencia que poseo y se pregunta por quién la posee. La inteligencia que la vigilia atrapa preguntándose por la naturaleza de su captor. Quién es? Quién es? Quién se pregunta por lo que soy - por quien está?. Y sin embargo fueron esas cuatro palabras que pronuncié no bien despierto las mejores para despertar. Un pronunciamento hermoso, musical, proferido por mi boca, sin yo estar conciente de ello. Quéeees? Quéeees? Como si fuese una misma palabra. Sólo dos palabras. Una frase indiferenciada. Quéees? Como música desde las nieblas de un cosmos imperceptible. Dos elementos que en el cosmos colisionan emiten con seguridad calor. Kéez me emitió un frío que consume. La gravedad nos devoró hace varios milenios y las estrellas nos miran con tristeza desde su muerte espectral. 97% Hidrógeno no somos tan distintos a una inteligencia. No dejaremos de ser dos, para siempre. Para siempre solos.

Tuesday, January 08, 2008

Incontinencia

Me gusta lo que escribo. En realidad me gusta mucho, de lo contrario no lo haría. La mayor parte son guarradas sin fundamento. O un pañuelo de mocos de pijo de 26 años que aún no se ha acomodado al mundo. El valor del dolor es tragarlo y formar con ello un carácter, pero este blog entra de plano al terreno del culebrón: en qué drama mi vida se ha vuelto, yo pobre ceniciento. Esto revela que más que ser un pijo soy mucho más un anciano incontinente. El anciano ante la cercanía de la muerte pierde el sentido de la decencia. Me gustan las guarradas. Me gusta mear a la pantalla. A veces escupo a la pantalla como quien escupe al firmamento. Aborrezco lo que se llama "humor fino". El humor es esencialmente anárquico y en lo grotesco me regocijo. Me encanta el humor primario y burdo: un macarra le da al otro que está desprevenido con un palo en la cabeza: me cago de la risa. Aborrezco el humor político. No obstante, siento cierta atracción psicológica por todas las narrativas populares homoeróticas que pueden salir de estas pasiones políticas: Al presidente X se lo cogen por el culo, el senador Y se dobla ante la pija de la representante Z y ésta chupa las bolas al grupo Infinito. Tengo la capacidad de abstraerme del contexto político y me deleito ante la sediciosa imaginación sexual que conforman estos "debates". No me gusta la gente que deifica el humor y el impulso idiota de la risa. Detesto lo que se llama PUNK INTELIGENTE: a tomar por culo Odio a Botero: ese nombre es supremamente pretencioso y lameculos, su música es una lambada de pijos universitarios y las letras confirman que la cabeza plancheta de René Segura no es gratuita. No confío en la gente que tiene una risa en la cara. No confío en la gente desenfadada; ese desenfado como sentimiento de superioridad ante los otros que no pueden soportar la mierda del mundo. Últimamente cualquier cosa me arranca lágrimas. Últimamente las lágrimas desbordan mis ojos. Últimamente he perdido el control de mi llanto. Incontinente de ojos, cualquier cosa me agota con más frecuencia. Ya no puedo ver las noticias, ya no puedo leer los periódicos, ya no puedo escuchar la música, ya no puedo escuchar a otro hablando, ya no puedo ver a través de las ventanas de los buses, ya no puedo caminar por las calles, ya no puedo levantar la cabeza, ya no consigo hablar con mis amigos, ya no consigo levantarme de la cama. Me agarro las bolas por encima del pantalón y siento la tristeza profunda de mis genitales.