Thursday, August 31, 2006

Ich Will noch lauter schreien

Dedicado a Linda Lee


Wenn du durch die Straßen gehst
sollst du leise sein
wenn du tust wovon du träumst
sollst du leise sein
wenn du siehst woran du glaubst
sollst du leise sein
wenn du sagst was du denkst
sollst du leise sein

wenn du fühlst das du lebst
sollst du leise sein
wenn du küsst was du liebst
sollst du leise sein
wenn du weißt wer du bist
sollst du leise sein
wenn du spürst das du anders bist
dann musst du lauter schreien

Freiheit
Ich will nicht leise sein
Freiheit
Ich will noch lauter schreien
Freiheit
Ich will nicht leise sein
Freiheit
Ich will noch lauter schreien

wenn du weißt was du willst
sollst du leise sein
wenn du siehst was du hasst
sollst du leise sein
wenn du fühlst dass du hoffst
sollst du leise sein
wenn du spürst das du anders bist
dann musst du lauter schreien

Freiheit…

Wenn ich spüre ,dass ich sterbe
dann will ich leise sein
Wenn ich fühle das ich lebe
dann will ich lauter schreien

Freiheit...





Friday, August 25, 2006

Vencido

Una falsa entrada. Cuando vio a Coe en la otra acera y ella no le reconoció, sintió haber envejecido mil años de un día para otro. Esa sensación de haberse desperdiciado en sueños ajenos lo tomó por sorpresa y no quiso soltarlo hasta no haber terminado con la cantina de 650. Recién terminada la guerra el tiempo ahora sobraba sin que las calles fueran suficientes para descargar sus frustraciones. Parecía estar repitiendo la misma rutina de autodestrucción, día tras día, bares tras bares, en busca de algo que le motivara a vivir en unas condiciones que jamás hubiera imaginado. Los antros en esos días parecían estar repletos de héroes y hombres desmoronados. Algunos optaban por cambiar sus venas a cañerías metálicas que les permitieran reinsertarse al campo de batalla en territorios africanos. Algunas veces Lucien pretendía olvidar lo que había presenciado y, en verdaderas escasas ocasiones, podía pretender vivir en otro sitio que no fuera en un planeta que había fracasado en la guerra de universos. Carolina Coe aún conservaba la misma mirada fiera. Aún parecía proyectar el mismo odio y la pasión de los años del tráfico de software bancario. Sabía por algunas fuentes que Coe también la había pasado mal durante los años de guerra. Ahora que la volvía a ver a través de la franja invisible del tiempo parecía como si ella nunca se hubiera ido. Una enana repulsiva se le acerca a Coe con una teta por fuera del escote. Una chirrienta voz le penetra los sesos provocándole escalofríos en medio de la serenidad de la embriaguez. La obscena enana le reclama al Fray Lucien que haya sido siempre un romántico muy en el fondo, muy a pesar de él mismo. Como aquellos basuriegos que lloran de congojo ante las novelas de Austen en las canteras del D.F. Lucien la observa con la calentura del etilismo, sin chistar palabras, sólo asintiendo con la cabeza como un idiota. La enana se complace de haber logrado su objetivo y se va en busca de otra mesa. Se escuchaban las palabras de los seres inteligentes de los otros planetas que habían colonizado el planeta tierra. Lucien parecía empezar a comprenderlos, saber sus intenciones. El bar man hace sonar en el infinomniplayer una canción que sonó para Lucien como un siglo que le da la bienvenida: Milla Jovovich - Beat on Ice... I see you, I see you... I see you breaking up the water... Canturreteó un rato en silencio, golpeando la barra con los dedos de silicona. Sinking to the botton... El tiempo que nunca había encontrado, la afable familiaridad del bar del centro. Watching reruns of my dreams. Pensó de nuevo en Carolina Coe. We fade away tonight. Y por primera vez se preguntó si alguna vez había llegado a amarla. Ahora Lucien no era más que el polvo del pasado que acaso alguna vez se resistió a ser barrido. Nada quedaba de aquellos grandes hombres que alguna vez sintieron centellear la vida en el fulgor de las bombas que estallaban. Nunca pensó que podría volver y ahora que estaba en casa se sentía miserable. El hombre se ha caracterizado siempre por una cosa: por más que sus sueños choquen contra su realidad, por más que haya dejado de ser el centro del universo desde Galilei, por más que se haya demostrado que el hombre no es las criaturas más inteligentes del universo desde el hallazgo realizado en el observatorio espacial Palomar, siempre hinchará el pecho y creerá que, de alguna manera, nunca fue una pieza suelta en el plan divino. Un falso sueño: la libertad. De nada servía la libertad a Lucien si ésta no era retroactiva. Por qué hablar de un futuro que no existe cuando aún quedan algunas cuentas que ajustar con el pasado? Si la libertad no sirve para volver atrás y arreglar las cosas que nos han hecho ser lo que somos la libertad no sirve para una mierda. Lucien soñó un rato con la boca abierta. Al rato el barman lo sacó del bar, como a quien le desagrada cumplir con sus deberes. Lucien de nuevo estaba en la calle y sintió que Carolina Coe en cualquier instante podía volver a cruzar esa acera.

Tuesday, August 22, 2006

Trojan. El pase de cuentas.

Los malditos bloggers son incorregibles, mierda.

Escupió al botar el cigarrillo y salió de su casa. En la Avenida le hizo pistola a las gothic lolitas que le miraban el pantalón roto en el culo. Tomó el bus luego de larga espera. En el bus vio una chica que le gustaba, como le gustaban: camisa negra desgarrada que dejaba ver en su interior una blusa de mallas también negra, labios pintados de negro, sombra violeta y sonrisa de golfa de tres pesos. Hizo lo posible por sentarse a su lado pero un muchacho negro, usando ropa Emo, se le adelantó y el Troyano maldijo su suerte. Se sentó en el puesto desocupado del lado, de modo que podía verles. Una anciana se iba a sentar cerca pero al verle detenidamente improvisó un gesto de indignación y se sentó al lado de un garcon que chupaba mocos. El Emo ya había entablado conversación con la darkie y el Troyano apretaba sus puños. Sonó el celular Motorola del Troyano y pudo comprobar que se trataba de Tata, la puta perra prostituta zorra que le había propinado una cachetada el fin de semana.

Joder, qué mierda quieres Tata?
Te amo Heriberto, esa es la razón por la que te llamo
No me llames más Tata, no jodas.

Heriberto colgó con gesto exagerado, pero al voltear a ver ni la darkie ni el negro habían reparado en él. El Troyano escupió con tal torpeza y tan poca fuerza que el escupitajo fue a darle en un costado del pantalón. Se sentó al lado del Troyano un hombre que olía a chucha y a pedos y a muerte y a soledad. Maldijo su suerte el Troyano y entonó una canción de La Polla Records. Heriberto pensaba que sólo era cuestión de mala suerte el que le fuera tan mal en su triste vida. Nunca se le había presentado la oportunidad para hablar con las gothic lolitas y convencerlas que Gwen Stefani no era el único modelo femenino a seguir sino que también existía mucha gente, allá, en ese mundo fuera de la pantalla, que también podría enseñarles a ser rebeldes... debería existir, aunque Heriberto no conociera a nadie. Al bajar del bus, en la Javeriana, donde estudiaba el Troyano, sintió ganas de escupir a los payasos uniformados de su asiento cercano: el maldito negro Emo y la puta Darkie. En la Javeriana Heriberto abrió los pulmones y sintió que ahora sí estaba en su territorio. Saludó a un idiota de cresta roja y el de la cresta roja hizo como si no lo conociera. Heriberto sabía bien de quien se trataba: era un idiota que tenía un blog con 5.382 visitas y se hacía llamar: Síndrome de abstinencia al videodromo. Tenía que matar a ese sujeto, el Troyano lo sabía bien. Se fue al parque Nacional y se fumó dos porros junto a su amigo gaitanista enfermo de gonorrea. Cada uno tomó un audífono y el gaitanista le dijo al troyano: tienes que escuchar esta mierda, es jodidamente buena. Así que escucharon un rato un poco de The Casualties y se fueron a tomar Moscato a la tienda del viejo anciano. En su recorrido un punkero de poca monta se le acercó al Troyano y le dijo

Entonces qué parce... muy punkero con esa facha o qué
No, no señor, para nada
Piérdase parce si no quiere que lo levante a patadas
Malditos punkeros idiotas nunca hacen nada, sólo meter miedo
Ah sí.. a ver que le sabe esta riata

Gaitanista y Troyano corrieron a través de un valle muerto en la calle 45 con carrera 13. Gaitanista confesó a Troyano que le gustaba Tata. Troyano le hizo saber que no había problema, que tiraba muy rico y que le deseaba suerte. Lo del sexo era mentira, Troyano nunca había tenido sexo con una mujer a no ser que le pagara: obviamente Tata nunca se lo había follado porque le causaba lástima y no quería lastimarlo. A Gaitanista le dolió la confesión y quiso golpear a Troyano pero no se le lanzó porque sabía que era un hombre débil y, a pesar de todo, idiota. También el enfermo sentía compasión por el troyano: el cual no era malo sino de la pantalla hacia adentro. Todas las mujeres los prefieren negros o rubios, no les gusta los puntos medios. A veces olvidaba que pertenecía también a un planeta dentro de un sistema solar árido y olvidado. Gaitanista cantaba Karma Police y se agarraba la polla, presumiendo de ella al pobre Troyano que estaba tirado en la acera vomitando. El porro le iba mal a Heriberto pero no estaba dispuesto a dejarlo. Primero muerto antes que despojarme de La Polla Records y del Bareto. Su frase de cajón más reconocida. A los profesores no les hacía gracia. Troyano era de los que hablaba de anarquía en clase e interrumpía el trabajo de sus compañeros para decir:

Abajo el sistema

Por supuesto, el troyano era el hazmereir de clases. A las chicas inspiraba asco. Incluso a Sandra, que en un principio pensó que era inteligente. Luego de verlo bailando borracho esa noche juró jamás volver a ser vista con él. La única que lo amaba era Tata. Pero el Troyano despreciaba a Tata luego de saber que ella estaba con él porque le recordaba a su hermano retrasado mental que vivía en Miami. Y no es que el hermano fuera mala persona, sencillamente Heriberto creía que lo que él quería era algo más de informalidad en sus relaciones. Pero siempre se veía caído en el piso, vomitando bilis o bailando sin camisa en la tienda del viejo anciano.

Finalmente el Troyano tomó cartas en el asunto y se fue a vivir a Santa Marta y allí se hizo un escritor famoso y se le llamaba el Bukowski del caribe y nadie más volvió a saber de ese idiota.

Thursday, August 10, 2006

Puertos - 1 día de clase

Lain no podía dormir. Le molestaba el colchón tan duro. No encontraba acomodo para su barriguita. Se levanta muy temprano, a eso de las 4 am y me dice que necesita algo. Se lo paso de mal agrado y le digo que necesito dormir un poco más para poder asistir a clase de la mañana. Un rato después dice que no puede dormir definitivamente y le digo que se pase a mi cama. Finalmente accede e intenta acomodarse debajo de mis cobijas. Estoy molesto porque sé que me va a resultar difícil levantarme temprano. Estoy terriblemente enojado y molesto. No entiendo por qué ultimamente me he vuelto así: tan amargado. La misma Lain me lo dice constantemente: ya ni te aguanta tu mamá, Luis. Y es verdad, parece que sólo me dirijo a ella para fastidiarla. Me aguanto la rabia y percibo lo injusto que soy tratando de esa forma a Lain, pobrecita, finalmente no es fácil su situación y sí, mis camas apestan para una mujer embarazada. Estaría mejor en su camita, en su casita, pero ella quería estar conmigo y no le importó soportar la incomodidad para estar a mi lado. Y yo, de paso, la trato como un culo. Debo ser una bestia o algo similar. Respiro y la abrazo. Le abrazo la barriguita y siento que establezco una conexión con la niña. Y me calmo de nuevo. Sé que todo está bien con ellas dos a mi lado y me siento el hombre más afortunado del mundo por tenerlas. El sueño vuelve a mí y sueño cosas raras, locas. Algo relacionado con Andrés H. Finalmente el sueño termina en un paisaje amable y surrealista. Suena el despertador y otra vez vuelvo a rabiar. Le pido a Lain que lo apague y duermo otro rato a su lado. Cuando vuelvo a despertarme veo el celular y son las 8 de la mañana. Me estreso. Mierda, tengo clase a las 9 am y es de Noticieros y es famoso el profesor por su exigencia. Me levanto de un brinco; Lain me dice: ya no alcanzas a llegar, quédate otro rato conmigo. Me embarga la rabia y pienso: claro, la mujer es el origen de todo mal, el hombre siempre ha sido un perdedor en el instante en que la mujer llegó a la tierra. Me arrebatan las ganas de hacer un performance a lo William Tell, al mejor estilo Burroughs con Joan. Así que intento con mi peor cara de loco y le sonrio hipócritamente . Salgo del cuarto exclamando chocherías incoherentes. Me afeito. En la ducha me reprendo por el modo en que respondí a Lain. Ella no merece mis histerias y lo que ella me propone nunca es para mi mal, como yo suelo pensar, sencillamente ve las cosas de una manera más sencilla que lo que yo hago. Por alguna razón los amigos de Burroughs decían que Joan era muchísimo más inteligente que él. Llego como un perrito arrepentido, luego de bañarme, y le pido disculpas, le doy besos a su mejilla pero sé que ya nada le va a sonar como real, que ya cometí un error, ya le falté el respeto y que todo lo que haga le va a parecer melosería cula. Ella no reacciona sentida conmigo sino que parece comprenderme. Una de las cosas que me fascinan de Lain es esa: a veces su comportamiento es el de una anciana sabia, a pesar de su corta edad. Le pido a Luz Ayda que no me caliente demasiado el chocolate para poder tomármelo a la ligera. Me termino de cambiar y me despido de mi amada Lain y de mi chiquita. Bajo y veo que Ana ya está desayunado. Le pido el chocolate a Luz Ayda y me genera mucha simpatía el hecho de que esté al clima preciso en que me lo puedo tomar de prisa sin quemarme, ni que esté muy frío. Salgo de mi casa de buen ánimo. Como dice la gente que no piensa demasiado: con ganas de devorarme el mundo. Saludo al vigilante y sigo derecho. Hace más de un año que me ha dado en pensar que cualquiera podría confundirme con el vigilante, no sé por qué, no tengo argumentos racionales para pensar en eso, pero siempre que lo saludo es como si el vigilante pensara: este chico podría pasar por vigilante también. Cuando cruzo el caminito ese, me detengo a pensar: taxi o bus? Si cojo taxi gasto la plata de un modo imbécil y no han sido pocas las veces que me he frustrado al pagar una tarifa cara de taxi para llegar a una clase a la cual el profesor no asiste. En el momento en que cruzo esa avenida fatal, pasa un bus y lo tomo sin echarle más cuerda al asunto. No tengo el Ipod pero a quién carajos le interesa. Finalmente es un juguete caro y estúpido. Una droga en sus casos más extremos que te aísla de la realidad y te deja haciendo las mismas muecas que un mal ácido. A mi lado hay un chico que es muy distinto a mí. En el bus sueño con el día en que sea entrevistado por algún desocupado o algún mediocre patético que quiera pasarse de listo a mi nombre. Es algo raro, uno siempre está listo para una entrevista, dar la respuesta oportuna, propinar la puntada oportuna, el comentario mordaz. Pero nunca nadie lo va a entrevistar a uno. Autoentrevistas he leído unas y muy buenas: Susan Orlean y Pedro Almodóvar (la segunda, cortesía de Ana's Ghost) . Pero las autoentrevistas "suspicaces" de Efraim Medina en sus libros son lamentables. El bus hace su recorrido sin mayor percance. Paro el bus cerca a Mandarina y se baja primero una chica que creo reconocer pero no recuerdo bien dónde. Bajando por la carrera 4 con altura de la 24 siento de nuevo ese viento de muerto recorrer mi cara. Los primíparos empiezan a aparecer en la esquina del negro César. Todos llegan con tanta expectativa, llenos de sueños y metas. Llego tarde a clase y no logro ubicar el módulo 6. Otro misterio de la universidad es que a pesar de llevar ya tantos años en ella siempre el primer día me rajan con un módulo x que, da la casualidad, jamás había reparado. Cuando por fin logro localizarlo la puerta se encuentra cerrada. Severa expresión para una puerta. La abro y pregunto al profesor: aún puedo entrar?. -Sí, por hoy sí puede. Me responde. Veo a los compañeros de clase. Reconozco al grupo femenino de Eyreen. También veo el grupo de los futbolistas, entre ellos a un chico al que llamábamos Egomaniac. A sus 18 años se desempeñaba como director de cortos, escritor, periodista cultural, crítico musical, discjockey, futbolista y rastafario. El perfecto idiota que toda universidad añora. Es gracioso que una persona tan mediocre se pueda desempeñar tan bien en una universidad. En mi caso, sin embargo, la universidad me ha costado un gran esfuerzo. Los profesores se sienten intimidados al ser descubiertos. Como un profesor que decía que los silogismos pertenecían a la gramática. Al final me humilló y barrió con mi nombre como quiso valiéndose de su posición de poder. Al no poder competir intelectualmente conmigo, mchos profesores prefieren ser arbitrarios. O aquél que decía que las pretensiones "bucólicas" se referían a las pretensiones apocalípiticas. Lo corregí y luego mantuvo en ascuas mi nota. Recuerdo a un farsante profesor de filosofía del derecho en el Rosario que sin escrúpulos decía que Kant afirmaba que el ser humano poseía ideas innatas. Le repliqué que las ideas no eran innatas, sino las categorías. Se sonrojó. Al final del semestre me dejó. Para pasar sin problemas la universidad tienes que ser un mediocre. Traga entero. No te molestes en pensar. Asiente con la cabeza. Se un Juglar del Zipa, se un colombianito más. Eso es ser inteligente. Yo toda la vida he sido un idiota. En clase me espanto al comprobar que el profesor es de aquellos que creen tener el derecho de enseñarle a pensar a sus estudiantes. Trato de pasar desapercibido pero tampoco entiendo por qué no puedo. Quisiera ser como la Topo, una idiota útil que pasa su vida sin molestar o agradar a alguien. El profesor me lanza dos veces miradas de desconfianza. Sobre todo cuando habla de ideologías políticas. Joder, no creo en la política. No soy un maldito adolescente que proteste por la injusticia social, tampoco tengo el suficiente dinero como para que nada me afecte. La política sólo es para gente supremamente imbécil que no se ocupa de sus asuntos. La vez pasada en Unicentro pasó a mi lado Gustavo Petro y me miró con cara de super héroe. Qué ha hecho él por mí? Maldito idiota. A punto de terminar la clase pienso: tienes que ser inteligente, saluda a algún grupo, intégrate. Se termina la clase y quedo como desarmado. No puedo ni voltearme a saludar, ni hacer conversación. Qué clase de comunicador social soy yo? Salgo como si fuera un fantasma y me dirijo a la sala de computadores. Hablo un buen rato con el Wardealer. Le hago saber mi desagrado con el clima sexual que se vive en los primeros días en la universidad y terminamos compartiendo nuestro disgusto por los patéticos adultos con síndrome peter pan. Finalmente War me habla de grupos que me suenan como murmullos en la noche. Al mediodía me gana el hambre y me despido del hombre loco del eje para buscar almuerzo. Voy a Luna Verde y siento la falta que me hace Lain. Estar allí sentado, sin ella, no es lo mismo. Recuerdo el día que estábamos en el otro Luna Verde y vimos a un hombre norteaméricano con un ataque de tembladera espantoso. Lo vimos pasar con su bandeja hasta la mesa en un estado patético de tembladera. Qué tiene? Qué tiene? Pude ver en su caucásico rostro unos espectaculares hematomas. Fue golpeado, seguramente. La camarera quiso llevarle la bandeja hasta su mesa pero el hombre se negó categóricamente. Se hizo a un puesto al lado del nuestro. Seguía temblando irremediablemente y apenas podía sostener la cuchara con la que llevaba la sopa hasta la boca. Lain estaba visiblemente preocupada por el pobre hombre. Finalmente terminé preguntándole: Mr. are you okay? El hombre se voltió y me miró con cara de extrañeza. Volvió a su plato de sopa, trémulo y prevenido, respondió, en voz baja: Yes, I do. Traté de ir al baño pero un indígena se encontraba cagando y preferí mejor no esperar y no entrar. Al volver Lain secreteaba con la camarera. Lain ya no quería almorzar. De repente, un fuerte olor a sudor se había instalado en el restaurante. El olor provenía del hombre extranjero. Volví a ver al pobre hombre y noté un nuevo hematoma, éste en la región trasera de su cabeza. Seguramente es el que le provoca la tembladera, dedujimos con Lain, no sin seguir preocupados. Lain no soportó más el olor y dijo: maldita sea, ese gringo me dañó el almuerzo. Antes de irnos el hombre me lanzó una mirada tan triste como sólo la imposibilidad del lenguaje sin transmitirse puede ser de triste. Una tristeza religiosa. Fuimos a Postres y Lain pidió un delicioso postre de limón. Hablábamos sobre las posibles causas de los hematomas. Seguramente se trataba de un viejo turista depravado en busca de aventura homosexual en barrios poco seguros y allí recibió la paliza. No sabíamos. Habían tantas razones. En ese instante de divagaciones, un hombre de aproximadamente 60 años entra con unas gafas rojas, pelo largo y ceniciento. Otro patético Peter Pan. Nos reímos y se desvanece el recuerdo. De nuevo estoy en la mesa, tratando de comer una torta de acelga que me provoca reir y llorar al mismo tiempo. De nuevo a la universidad, voy pensando en lo pobre que finalmente soy. Pienso que no conozco a nadie realmente rico y que seguramente todos mis amigos están tan destinados al fracaso como yo. Empiezo a recapitular los actos mi vida y me doy cuenta que desde pequeño estuve predestinado a la pobreza, al fracaso y a la humillación. Pierdan toda ilusión. Este mundo no espera nada de ustedes. Vamos a fracasar magistralmente. No tenemos talento, ni inteligencia y mucho menos gracia. No podemos ofrecer nada al mundo y el mundo nos va a devorar con ansia. Al llegar a las puertas de la universidad vuelvo a ver todo ese río de muchachos universitarios. Ahora me siento tan diferente a ellos. Antes aspiraba a grandes cosas. Me veía como un cruel magnate. O como un déspota director de medios. Pero jamás imaginé llegar tan bajo. Subo al Oma y pido un americano. En él un gordito bastante desaliñado se queda observando a las rubias de la universidad. Él siente que algún día ellas podrán llegar a ser suyas. Él siente que algún día será del grupo de los privilegiados y dejará su triste condición. Él jamás esperaría que lo más seguro es que fracase, tanto en su vida como en su profesión. Y que estas chicas jamás lo voltearán a ver. Y que tampoco va a importar mucho en ese entonces. Porque ellas engordarán, su belleza se irá, se amargarán y posiblemente irán a las listas de pobreza de este país - recuerda que la mayor parte de pobreza en Colombia la concentran las mujeres cabeza de familia. Me da risa, el gordito y la actitud que adopta para alcanzar sus anhelos. El modo en que sus maneras reflejan las ideas preconcebidas que tiene de la gente de éxito. Voy a clase de inglés. En clase de inglés una perra barrigona se ríe cuando le digo que: I love Koalas. Luego voy directo a clase de política. Sólo asisitmos tres personas. A las 4:15 termina la clase y agradezco porque me da tiempo para llegar al ensayo. Salgo de prisa a coger transmilenio. Una metalera se demora en pagar y pregunta idioteces al servidor. Le lanzo una mirada de desprecio, pero a esta hora no sé si mi mirada refleje algo más que cansancio. Ella me sostiene la mirada. Los ojos son un órgano abyecto. La metalera se va y espero que se pierda en el horizonte de una ciudad infinita. No quiero verla más. Es de esas personas que uno ve y se agota con tan sólo una vez de verla y desearía jamás volver a ver. Cojo el bus para el norte. En el trayecto me voy preguntando: Por qué tanto resentimiento? Por qué tanto odio? Por qué siento que he fracasado? Llamo a Ana y le pido el favor que mande a Luz Ayda a la 116 para darme el bajo a las 5:15. Me responde que bueno. En el bus me molesta tanto universitario. Me encanta la temporada de vacaciones. Se ve poco gilipollas. En el centro sólo se ven oficinistas, gente común, indigentes y uno que otro gaijin. La temporada de estudiantes se llena de farsantes, gente molesta, creída, pseudodrogadictos, juglares del zipa y toda esa escoría de humanidad que se hace pasar por linda. Mi suegra llama y me reporta la soledad de Lain en withdrawal. Llamo a Lain. Me haces falta amor. Si estuviera contigo me sentiría tan feliz. Cuando Lain está lejos yo también lo estoy. Mi mirada va a otro lado. Estoy en presencia pero es como si un mico telepático me estuviera manejando a larga distancia. Mi cuerpo sólo proyecta carencia y deseo. La risa desaparece de mis labios. Mi piel se vuelve superflua. Llego a la 100 y llamo a Ana para que le diga a Luz Ayda que ya puede alcanzarme el bajo. El bus no tarda en llegar a la 116. Espero un buen rato. Luego de 10 minutos llama mi papá informándome que ya Luz va en camino. Si tuviera el Ipod estaría escuchando Sand River de Beth Gibbons: Autumn Leaves, beauty's got a hold on me. Un buen atardecer para escuchar Beth Gibbons. Insisto en la cuestión del color. Hacemos el intercambio con Luz Ayda. Ella me da el bajo; yo le doy la maleta. Alcanzo a tomar el J72 que me devuelve a la Caracas y me deja en la 57. Veo algo que hiere mis ojos. Me bajo del Transmilenio y es como si hubieran acabado de matar a alguien y yo no supiera. Las cosas marchan de una manera sospechosamente normal. Trato de calcular cuántas muchachas que veo en la zona pertenecen a la vida y cuántas sólo pasan de largo. Una se queda viéndome. Sigo derecho y otra vez siento el peso de una mirada sobre mi lánguido cuerpo de muchacho escuálido. Volteo a ver y son dos amigos de Lain. Me alegra encontrarlos en ese momento de soledad y angustia. Se trataba de Sampai y de Diego. Nos saludamos efusivamente y me preguntan por Lain. En la casita, ella está en su casita. Me preguntan qué hago en ese sitio tan sórdido y les digo que voy para ensayo. Sampai me rodea y me pregunta si lo que llevo es un bajo. Sí, es un bajo. Diego me insiste en que le recuerde a Lain que mucha gente de su universidad le manda saludos y que la extrañan. Sé que es verdad. Lain es rara, sabe comportarse con la gente. Diego me dice que P. Intensa le manda saludes. Le prometo que le diré. Seguimos el camino y nos despedimos. Me alegra haber encontrado ese par de chicos. Antes de llegar al sitio de ensayo, me detengo a leer una ridiculez. En el teatro del lado estaban presentando "Lecturas macabras". La entrada era de "aporte voluntario". Pienso que si es tan fundamentada como el ciclo de cine tecno-anarquista más valdría estar desgranando el mar. En esas estaba, cuando a lo lejos veo llegar a J. S. Él aún no me ve, pero prefiero esperarlo antes que entrar solo. Finalmente me alcanza. Me dice que le gusta mi chaqueta. Le respondo algo sobre Bi. Otra vez me doy cuenta que soy malo para comunicarme con la gente. Pero finalmente una banda de punk la conforman desadaptados y me desadaptación es bien recibida en el grupo. Entramos a la salita chill out. No demora en llegar Javichuelas con su mamá. Entramos al estudio. En el otro estudio ensayaba una banda de grind. Necesitaban un bajista. En un momento pensé en ofrecerme pero luego pensé en la serie de trabajos que me deparaba este semestre. Conectamos equipos y tengo tiempo suficiente para afinar mi triste bajo. Al rato llega The Flare. Empezamos a ensayar Efecto Doppler. Luego seguimos con U.C.I. Probamos con la canción de The Flare "puños en el bolsillo". Alcanzamos a componer una nueva canción. La canción era algo incoherente. Empezaba con ennumerar los servicios de un reservado, luego profesaba su odio por Dios, en el intermezzo enumeraba los libros de la biblia que había que fumar, volvía de nuevo con el odio hacia Dios y terminaba con los precios de los servicios del burdel. Seguimos ensayando infinitamente las 4 canciones. Para descansar tocamos 4,3,2,1 de The Adicts y seguimos con el ritmo frenético. Al final sentía la camiseta pegada a mi cuerpo llena de sudor. El mango del bajo se convirtió en un gigantezco falo lubricado y mi cabeza se agitaba como pera de boxeador. Repetimos las 4 canciones para perfeccionarlas y dejamos el ensayo. El clásico recorrido hacia la Caracas se ha convertido en el espacio en que discutimos las cosas del grupo; a la vez, también se ha convertido en uno de mis espacios preferidos, ya que dejamos el automatismo de los instrumentos para hablar como personas. En la Caracas, Javichuelas se despide junto su mamá y nosotros seguimos camino a Moby Dick. En Moby Dick reciben a The Flare con su grupo "preferido": Placerdo. Me da risa. Luego de Placerdo sigue A forest de The Cure y eso nos mejora el ánimo. Nos quedamos 10 minutos más y nos vamos hacia la séptima. Bajamos un poco, a la altura de Ortizo, alcanzo a ver el bus que sirve tanto a a J. S como a mí. Lo cogemos de inmediato. The Flare se lamenta: uy... buena esa, pirobos. No le hacemos caso y nos subimos. Nos demoramos un rato para que el busetero nos devolviera el cambio. J. S se baja un poco antes que yo. Cuando me bajo, voy directo a la tiendita. Un borracho me pregunta el nombre y le digo: no tengo. Compro un trident y el borracho sigue insistiendo: oiga, señor sin nombre, ud qué toca. Lo ignoro. Empieza a retarme y decirme que si soy un rockero. Al escucharle decirme rockero me indigno y le digo: toco música carranga. El borracho hace cara de cansancio y me ignora. Me siento mal porque alguna vez fui como él. Sigo mi camino. Al llegar a casa sólo se encontraba Luz Ayda en la penumbra. Prendo el computador y en MSN chateo un rato con Ana`s Ghost y Mil Barras. Al rato aparece Amhin del célebre -no por eso bueno- grupo comercial pop Peinados Nuevos. Me invita al mismo concierto de Lyzzy Terrorist en BarHaus del que tanto habían hablado J.S y The Flare en Moby Dick. La verdad no me entusiasma el evento. Pero el recuerdo de BarHaus invade mis pensamientos de hermosos recuerdos. No precisamente a causa sino más bien a pesar del lugar, me remonto a la noche en que la precariedad de las instalaciones y del sonido de una frustada fiesta pro-corto me condujo a los brazos de Lain en el frío de una olvidada esquina.