Monday, May 05, 2008

heaven scent

Hoy quise llorar. Pero por más que intentaba no podía. Fui al baño. Me encerré. Traté de expulsar esas lágrimas que tenía adentro. Pero no salía nada. Por qué esas repentinas ganas de llorar? No sé. Pero lo que me resulta más inconcebible es por qué no lloré si tenía tantas ganas. Inventé un disimulo de lágrimas. Me tapé los ojos e hice buu buu. Pero las lágrimas no salieron. Què ganas de llorar y el día fue tan triste. La mayoría de gente se contentaría con un día de lunes festivo, un pedorro día festivo como le llama mi único amigo que he conocido en el planeta tierra, sólo que él no es de este siglo, él es un griego y con eso digo todo, con eso sé que lo destruyo todo, sé que me leerá y sé que lo destruyo todo. Él, él el domingo lloró por mí, por mi suicidio, y mira que sigo viviendo, mira que sigo escribiendo, aunque la verdad es que el sábado me suicidé y razón tenía el griego en llorar por mi muerte porque ese mismo sábado ocurrieron tantas cosas que no fueron tan coloquiales como para no matarme y él fue el único que me comprendió, es más, creo que muchas veces es él el único en comprenderme, incluso cuando se escape a mi comprensión, incluso cuando yo no comprenda muchas de las cosas que escribo y que siento, es él quien me comprende y yo ya no sé si él se comprenda, tal vez yo lo comprenda, tal vez yo quiera estar a su lado y decir: sé el frío que estás padeciendo... pero eso es decir mucho, aún cuando yo sea experto en decir mucho, a él no lo puedo nombrar, porque es él el único que me comprende, el único que sabe el lugar de mi nacimiento y sin embargo el único capaz de saber por què morí de esa forma tan horrible. Y él lloró, sí, lo sé, porque él me lo dijo, él me dijo que lloró por mi muerte y se sintió más sólo que un hijueputa, porque ahora estaba sólo, sencillamente por eso, porque ahora ya no estaba el pintonón. Sencillamente por eso.

Hoy le dije que estaba muy triste. Muy putamente triste. Que sufría de una enfermedad llamada depresión y que era natural que estuviera tan triste. Pero tenía esas arrugas en la frente que no se me hacían, ese entrecejo tan contraído, y ella decía que me veía normal. Debo ser un animal para no llorar. O no debo amar para no llorar. Y sin embargo amo mucho. Amo todo. Amo el lugar modesto que se ocupa en el universo y sé que yo no soy de esta tierra, sino de un planeta ajeno, él me lo ha dicho y a él le creo. Alguna gente ha usurpado nuestras conversaciones y no ha entendido nada. Estoy tan ebrio que ya nada importa y sin embargo esta tristeza es arrasadora y me dirige a una niebla infinita en la cual me pierdo.

2 comments:

Cisterna Rota said...

la génesis del llanto y su abdicación

Anonymous said...

Llorarlo todo pero llorarlo bien, como diría algún poeta que hoy en día cayó en el perrateo.
Luis, sé qué pasa porque sencillamente te conozco y ese desarraigo no corresponde a otra cosa que la infinita soledad en la que crees estar. Calma, Luigi, calma y paciencia.
Abrazo