Wednesday, May 28, 2008

Fronteras

Cruzo la frontera. El borde que debí cruzar. Algo me atraía a ese terreno desierto. Una risa obsesiva y demencial que colmaba de vaho los cristales en el frío. Era un anciano vagabundo de sucias barbas grises que me señalaba a través de su roído guante y me decía: no eres el futuro, amigo. Yo empiezo a golpear el teclado con los puños cerrados y las teclas se van desparramando como un desastre ínfimo. La carne en el fregadero se va pudriendo y su olor me penetra hasta la llamada boca del estómago, es decir, la segunda boca, y me dispara la náusea hacia el jardin; allí me encuentro expulsando ese líquido viscoso gris de mi barriga y las ... se tapan el rostro y las naves me muerden el culo y los cortes axiales de las tinieblas me penetran el cerebro hasta exprimirlo lleno de sangre podrida. Lo que busco es una inyección que despierte mi función moderadora de sentimientos. Le arruino el refugio a Eribio Gusto y le reclamo mi dosis. Allí, en estos laboratorios clandestinos vimos nacer a Reiner, la hermosa chica que se derretía hasta los zapatos como un ensueño de mercurio. Voy colgado inmerso en los sueños contrabandeados al país de los que están en coma en medio de un escampado cuyo homicida estigma le da el carácter de una zona infestada de radioactividad. Allí, al frente del centro de salud, espero mi dosis de meticocaetileno, al acecho de todas las escurridizas criaturas que crepitan los muros de contención. Yo tuve una representación de la lengua de una separación en el desgarre de un tejido muerto. Alguna mierda se tiene que inventar mientras el reloj marca los minutos muertos. Me invento un amigo imaginario. No soy yo, ni siquiera es lo que quisiera ser; ni siquiera es él quien quisiera que yo inventara o fuera inventado. El miedo siempre se desarrolla de una manera superficial. Él responde el inmenso suspensivo desplegado en mis sueños con sus propias pesadillas; así mismo despliega un abismo entre los posibles destinos del sueño con su manera de encubrirse tras mi fracaso lingüístico. Ahora es como si la cabeza se retorciera de una manera antianimal, antihumana, y se fijara en esos paisajes limpios en que la niñez asomaba tras la sonrisa de una mujer que sabe te abandonará a los pocos días. Yo voy andando por las calles escupiendo y cayendo como un perro en sus últimas que es azotado por la sarna ontológica de los sueños invasivos en las arterias negras de lo que pudimos haber desarrollado en otro tiempo de nuestras apegadas vidas. Un punzón agudo se fija en el tejido blando de mis ojos a sabiendas de que allí fastidiara lo suficiente para hacerme temblar, pero nada es tan terrible como para querer explotar la cabeza con dinamita, a la manera de Pierrot el loco, o la hay y tendríamos que estar sencillamente locos para entender que vivir es suficiente para explotar la cabeza llena de dinamita sus costados. Un olor a mierda me despierta de mi leve letargo que es de una vida. Ahora grandes cantidades de mierda me caen a la cabeza y me mancillan la palabra, la voz, la intención de querer decir algo que se separe y olvide de todos estos grandes montones de mierda que van cayendo y me llegan hasta los hombros y cada vez con más facilidad me alborotan de manera que pierdo el habla, hasta que soy obligado a devorar esta mierda para tener que respirar y encontrar una salida que se olvide de toda esta mierda llegando hasta el cielo. Dos grandes tubos me ahogan en la mierda y yo desnudo y desesperado, llorando y rogando, pierdo la sensación de tener que expresar palabras y tener que decir muchas cosas que no sean un rogar por ser separado de estas montañas de mierda que me vencen mientras me aplastan con arrogancia en su impregnante olor a barrigas satisfechas y otras tristes que sin embargo se alimentan y hacen un proceso de digestión. Así que la mierda sólo llega hasta la altura de la boca y no muero, sencillamente poco puedo hablar, ¿cierto?, poco que decir. La mierda además es graciosamente maleable y permite algún movimiento en el cuerpo así que presa del aburrimiento y el asco siento que la verga se me ha parado y, erecta y decidida como la verga de un mongólico, me hace algún placer toda esta textura, me palpo la verga y la agito entre los montículos de mierda y sueño con estar en el recto de alguna modelo europea. Por qué no tengo cuerpo si cuerpo es lo que soy? Por qué la percepción de la realidad depende de nuestros sentimientos encarcelados en estos agonizantes cuerpos que se afligen en el no reconocimiento de los otros cuerpos? Ningún ser humano es igual a otro y nosotros no somos seres humanos, exploramos a tientas el universo de lo no real. Tengo tanta dificultad en respirar y creer que estoy vivo. Una máquina estropeada de café está más viva que yo. Quisiera haberle dado un uso más responsable a estos tejidos que para algo deben servir, cierto? o si no por què no los amputamos, verdad? por qué cargamos con tanto desperdicio como una casa abandonada a su propia suerte. Y nuestros penes están enfermos. Mira que mi cuerpo empezó a hablar y contó su propia versión de los hechos, en su lenguaje tan particular que nadie entendió y fue destinado a su propia suerte. Mira que mis lágrimas encontraron otra vía de escape y resulta que no pude llorar. Sí; folla, fornica como un cosaco, folla, fornica; fornicación es la mano en el ojo obligando a que sueltes la lágrima cuando todo tú estás tan seco y podrido que no podrías reconocerte. Ahora cruzaré otra frontera, volveré a ella con un visado particular, un seguro clínico que es como una garantía de que no te joderán si no te meten algo en la picha primero, esta vez al verdadero reino, la verdadera gracia, lo que se concede cuando uno quiere cerrar los ojos y totiar la cabeza como si estuviera dando puños a una botella verde. Y en el reino del país del coma te escribiré, te recordaré que allí también puse mi banderilla de fracaso y omniimpotencia para que la tuya aquel día no caiga sola. Soy tu arcángel y tú intercerderás por mí mientras ella indiferente piensa en la manera cortés de deshacerte de ti por ir tras la búsqueda de una portentosa polla porteña y tú en sus ojos encuentras el amor que yo sentí por ella y sientes que el círculo se ha llenado de una manera horrenda mientras con el pasar de las horas te das cuenta que tu boca se encuentra con la de ella como dos tubos de succión que por accidente se sincronizan y empatan una terrible máquina que funcionará de una manera nunca programada en las tuberías del cielo gris. Mira que el cuerpo tendrá la última palabra y nuestra respuesta será la misma; llenar el cuerpo de tierra mientras se apuesta por una memoria y una bondad que haga justicia con su propia mal lograda vida de boca-culo-ojos. De la isla de las quimeras brotó un pintor cuyo mérito era arrancarle los ojos a los espectadores de sus cuadros.

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