Thursday, August 23, 2007

TRISTE Y DESASTROSA

El adelgazamiento constante de la naturaleza le generaba extensiones como de chuzos en las palmas de las manos resecas y amarillas. Había llegado a las 8 am al bar de Chucho y tras pocas cervezas necesitaba recostar su increíblemente pesada cabeza contra sus antebrazos que estaban preparados encima de la mesa. Había empapado claro está la chaqueta de paño, sin darse cuenta que otra vez había vuelto a estropear la ropa incluso recién puesta. Otra vez su mujer le diría que parecía un vagabundo, si lo volvía a encontrar como ayer en el parque Santander, caminando desvariando por un lado del edificio a otro. Ya no podía saber por qué estaba bebiendo de nuevo y por qué si su cabeza le resultaba tan abrumadoramente pesada, si estaba tan realmente agotado que ya ni su cuerpo le respondía con agrado, por qué volvía a pedirle otra cerveza a Chucho y por qué si éste le hacía mala cara no apenas llegaba y por qué si le decían idiota alrededor de toda la cantina y por qué si la hija de Chucho lo miraba con un sentimiento no menor al asco, por qué seguía yendo, por qué bebía tanto, por qué seguía empeñado en seguir muriendo de esta forma y no de otra, que tal vez le resultara menos penosa la partida? De verdad las figuras de la naturaleza no tenían nada que envidiar a los cuadros de Ernst Ludwig Kirchner. Figuras escarpadas y afiladas como brillantes navajas de acero exhibidas en un frigorífico. No tenía por qué seguir aguantando los desplantes realmente vulgares que le acometían a cada segundo no recién acababa de llegar a donde Chucho para sentir que la muerte le convendría por un buen rato. Por lo menos mientras despertaba de esta terrible melancolía que lo tenía apabullado, como un niño chiquito al que los compañeros de aula le pegan para robarle sus cuadritos de azúcar. La brutalidad del mármol blanco de un baño público le acometía como un gancho en su intestino que lo sentía en lo profundo de su cerebro como la más pura crudeza de la sangre que infectaba e inundaba esos ríos de días que requería aplastar y martillar en su cabeza en el imperativo categórico que se había vuelto chucho, el aire de chucho, el sonido de chucho... el ambiente de chucho, las energías y el licor que requería para otra vez sentir ese gancho penetrando en esos ojos obscenos que se cerraban tras el antebrazo que se apoyaba en esa mesa tan inundada de cerveza y aguardiente. Esa alegría esporádica que a veces parecía destellar del bar de Chuchito, cómo lo reconfortaba! Pero sólo era una mirada un poco más intrusiva al grupo desde el que se originaban los estallidos de carcajada y vida, para que alguno lo voltiara a ver mal y le recordara que ese no era su lugar, que esa no era su alegría, que toda esa chispa de vida que podría emerger de allí tenía su exclusividad y él no tenía ningún pase de cortesía porque les daba asco como un cerdo que chilla mientras lo decapitan con un cuchillo atravesándole la garganta en frío. Quisiera meterme una copa de aguardiente y quemarme la garganta. Por que esta historia es desastrosa. Tan desastrosa como la vida misma. Esa vida que empieza aquí, desde este punto y termina allá, sin saber dónde. Yo en la vida real no puedo pronunciar bien las palabras: triste y desastrosa: me queda muy difícil pronunciarlas pese/porque que son palabras muy hermosas. Por eso me permitiré expresarlas en este medio: Una naturaleza que era triste y desastrosa. Ahora vemos una escena que a nadie le va a parecer cómica. El viejo se ha vomitado encima de sus pantalones. Un vómito amarillo y repelente. Como una sopa de su alma, permanece ese vómito en su pantalón y él está tan profundamente intoxicado que ni se ha dado cuenta. Está dormido pero el mundo que le bordea la cabeza está despierto. Todos se han dado cuenta de esa espesura que expulsó su alma. Los que estaban más cerca se alejan, el olor es desastroso. El viejo es triste. La escena es triste y desastrosa. Alguna mujer viciosa, que se encuentra tomando licor a las 10 de la mañana, se permite participar del escándalo con su indignación. "Hagan algo" Dice. Pero nadie quiere hacer nada porque nadie quería ni siquiera hacer parte del _ que se ha revelado. Chucho se acerca y su escasa inteligencia lo escruta a patear al viejo para apartarlo de la silla. El viejo cae como en un jardín de verano perfumado junto su vieja. Y ya no se despierta, no porque esté muerto, como todos quisiéramos, incluso él, sino porque está demasiado apenado para hacerlo. La naturaleza es triste y desastrosa. Y todos hacemos parte de ella como policías voluntarios que queremos imponer la tristeza y el desastre a los otros para olvidarnos de nuestra propia tristeza y desastre. Ahora yo me iré a beber con el viejo. Porque soy tan repulsivo y asqueroso como él. Porque no es justo tratarlo en 3° persona, jamás. Ese viejo soy yo, es ese sujeto viejo, demasiado viejo, que se pudre en mi interior como un óleo descuidado de Kirchner. Eones dentro de mí que se pudren y cierran los ojos para no despertar ya, no porque estén muertos, sino por la pena y la vergüenza. APLAUSOS APLAUSOS BRAVO! BRAVO! BRAVO QUÉ MARAVILLA! HE DESCUBIERTO UNA NUEVA TEORÍA QUE COMPRUEBA TODAS MIS SOSPECHAS: Y a la vez no ha pasado nada, ni ha ocurrido nada sino hasta mi muerte, lo cuál no será otra cosa que una prolongación de una tristeza más grande. La carne ya quiere empezar a oler: suplica por supurar ese olor a podrido que se oculta: es una súplica por oler, por ser. Mi carne, no es tierna? Mi carne que todo tiene que ver con las estrellas que le precedieron, no es una ternura? Mi carne quiere desprenderse y reclamarme todo el horror de la muerte, todo el horror de la sangre, todo el horror de los pensamientos que se desprenden una y otra vez de mí, de mi injuriosa boca, de mi desastrosa mente. La dieta se avecina a nosotros como una fuerte sentencia de nuestra incorporeidad replegada en la atmósfera que debe sucumbir ante el dolor de nuestras vidas y sin embargo no sucumbe. Un beso de una boca es el beso de un culo dando un beso. Los signos de muerte son todo lo que queda para aferrarse. No más trago, no más cerveza, sólo signos de muerte por doquier.

1 comment:

Cisterna Rota said...

Ignoro si sea bilis o la impresión de ella, si es vómito o las ansias de vomitar las que emiten el hedor. Estoy despedazado, más que de costumbre y estoy agotado y golpeado o creo estarlo.