Wednesday, May 30, 2007

ficción de auto-ayuda para espíritus confusos.

Te encontré en un baño público. Por poco y no te reconozco. Así de otro-chico-de-la-calle te veías. Cuánto tiempo ha pasado para que digas que ya no sientes el mismo Luis? Te respondí: es cierto, acaso se ha ido hasta la misma energía vital. No creas, siempre hace falta, me confesaste. Tan negra la noche? Que hasta las chicas han dejado de converger en esa marea y ahora todo se lo traga la lava. Me confesaste, entre otras cosas, que querías partir, que te querías ir: hacia dónde? a los Estados Unidos? No, a los Estados Unidos no. Sólo partir. Qué conversaciones tan nocivas. Qué inmundas sugerencias se abren apenas entrada la noche en las charlas no previstas en los baños públicos. CASO INMINENTE EMERGENCIA ESAS PALABRAS FUEGO. Desde la guerra nada parece ser igual. Un color que me motivaba a ver hacia adelante se ha difuminado con los gritos de la mierda. Pekin marca cero, estación espacial en crisis. Temor a la grandeza del desastre que se adivinaba. En Bogotá siempre me abrumaba una pregunta horrible: qué sucedería si supiera con exactitud los días que me quedan. Y lo peor era esa certeza de que todo se escaparía de mis manos. No podría hacer nada. Ni siquiera refugiarme en el alcohol o la pena. Tal vez contar y contar, algo agitado y nervioso. Viajar? Para dónde? Incluso ideaba mi epitafio: de una soledad inmensa a otra. Y me iba a visitar al cementerio en el que suponía iba a ser enterrado. A veces invitaba a mi esposa y, haciéndome el que jugaba, le preguntaba cuál lugar creía que era el adecuado para enterrarme. Ella, sin sospechar mi angustia, molestaba y señalaba los peores huecos, los más sucios. Yo al principio lo tomaba como lo que era, un escape a esa pregunta esencial que martillaba mi sueño cada noche, pero luego esa broma fue tomando un tono cada vez más serio en mis sentimientos. Y alcanzaba a imaginarme yaciendo en aquellas cloacas, tan cerca de ese hermoso campo de paz, pero tan indignas y despreciables. Como un baño público en la inmaculada playa. Allí en la inmaculada playa, ella me prometió que las cosas en el espacio saldrían bien y que la brecha pasaría en cuanto menos lo imaginaramos. Que sería como una mala pesadilla. Hoy estamos en esta hermosa playa blanca, mañana estaremos otra vez acá, yo tendré más de sesenta años y tú me abrazarás como un buen amigo, tendrás la misma edad del día en que te vayas, seguirás igual de "guapo" y yo ya no inspiraré malos sentimientos, cosa que no importa, pues seré más sabia y tú asistirás mi vejez y mi muerte, joven cadete Kerberos... el héroe de las estrellas fulminantes que ANGEL. ANGEL. ANGEL. MUERE. ANGEL.
MUERE ANGEL JOVEN CADETE KERBEROS

a DÓNDE? A esa soledad cósmica que parece una pantalla estúpida al hombre en tierra? Y la frialdad de los planetas que cruzamos, como si no perteneciéramos a Dios y cerrando los ojos el sexo se potencializara como un árbol que cae en medio del solitario bosque. El héroe de esa guerra contra el Infinito. El hombre aniquila lo que desconoce. De esta manera, quiere escupir en el universo. Anoche me corrí fuera de órbita. El semen casi que no se expulsa. Mi verga tan dura como nunca. Pero yo era un puntico infinito, imposible en tu retina. Y yo me corría. Alzaba la mirada y allí estabas tú. Tal como te había dejado, mi querida. Pero arriba no había nada aun cuando lo era todo. Y yo me golpeaba el casco contra la popa. Y veía con tristeza como el semen se manchaba de rojo. Sexo tan salvaje contra el silencio de los cristales. Prometieron que la cosa se pondría mejor si lográbamos cometer otra dimensión. Pero sólo hubo algo que no llamaría vida pero era igual de opresivo. Entendimos que nos encontrábamos en guerra, cuando era demasiado tarde. Entonces resulté en Lourdes por unos segundos. Y de nuevo duré un tiempo contemplando los magníficos colores del atardecer bogotano. Y de nuevo, desasosiego. Nada me curaría y ya estaba llorando, como si pudiera haber vuelta de hoja. Pero allí había unos ojos que me miraban con desprecio. Ya no era un Punk adolescente en la busca. Ahora pertenecía a la noche y no había espacio para albergar otra noche más. Así que hasta al diablo le tocó de anfitrión de piñata. Incluso el computador se comportaba de una manera más humana que nosotros, en esta desesperación quieta. A veces hasta las malas cosas nos ofrecen esperanza. Hansel y Gretel se refugiaron en la casa de la bruja para no perderse en el bosque. Aterrizamos en este planeta huesudo y misterioso. Colón era un majadero al lado de nuestra impertinencia. Despertarás a Kronos. Las tetas de ella se hinchaban y yo me hacía en posición fetal. Ella me callaba con su dedo. Cuatro cadetes, buenos mozos e intrépidos, qué otra cosa pide un planeta? Creímos estar en Marruecos, rodeados de hermosos chicos opiómanos. Es un sol semejante, sabes, y el cielo a veces se comporta de la misma sensual manera. Amarillo por allí, amarillo por allá, sólo necesitas una buena cerveza helada y un chico nativo algo esquivo. Pero él ya no era un marica adolescente en la busca y en lugar de una verga le clavaron una estaca en el culo. Seguro que en algo se llegó a excitar Puig, pero eso no impidió que nos dijera adiós, de una manera grave. No regresar a la nave, fue la orden. Pero ya éramos la presa. Es extraño porque la soledad en grupo no afecta cuando se va otro. Podría quedarme solo y seguir sintiéndome igual de mal. Miento, tal vez lo que quisiera es estar solo. Deseos asesinos en cada uno de los jóvenes cadetes del ideal humano. El hombre es lobo para el hombre, incluso y tal vez más, fuera de su habitat.

Llegó un ángel cruel y me salvó.
Pálida playa blanca.
Tienes 23 años y yo soy mayor que tú.

1 comment:

Cisterna Rota said...

Cada ángel con su depredación y su depredador y lo demás: Escombros de ese desierto deambulante.