Monday, May 14, 2007

Sehnsucht 01

"Para quien se siente desasido de todo, la apasionada
inquietud de los otros produce una sacudida en los
nervios, como el teatro o la música"
24 horas de la vida de una mujer. Stefan Sweig.

Acaso todas las palabras merezcan la misma suerte. Y tal vez quisieras que la suerte de los otros pudiera ser la misma, también la misma suerte de las palabras. Porque no hay nada natural en ellas, pero su suerte es pésima si entiendes que ellas trazan el mismo flujo del mundo. Pero tal vez eso no sea del todo cierto y las palabras, como los Dioses, posean una vida radicalmente distinta a la de los hombres. Y por eso las palabras te azotan el culo como una correa de cuero. Acaso todas las palabras corren con la misma suerte en el flujo del mundo y se pierden en un murmullo inconstante de gritos y sollozos. Y en ese mismo momento no sientes el azote de las palabras en tu culo ruborizado. Porque los Dioses han descendido al flujo del mundo y se pierden en los sollozos de un rubor de cuero. Y como ya no sientes su golpe, y tu cara es la de un idiota indolente, tal vez en nada se parezca la suerte de los otros con la suerte de las palabras.
Sucede que en la mañana fui a la plaza de mercado.
Las gallinas se agitaban y el olor me resultaba imposible. La señora me presionaba para escoger a cuál debería llevar y eso para mí significaba a cuál sacrificar. El aire contaminado alrededor de las jaulas no mejoraba las cosas. Tomé un segundo en ir y volver por unos pañuelitos desechables. Ahora pude corregir los mocos que se escurrían sin discreción. Pero los ojos también estaban incorregiblemente húmedos y supuse que incluso obscenamente rojos. La señora robusta me agarró del hombro. Joven, rápido que tengo que despachar. Y eso para mí significaba sacrificio. Así que me enfrenté cara a cara contra todas esas gallinas cretinas y empecé a señalar una por una. Me espantó terriblemente el hecho de que bien se abrió la puerta de la jaula las gallinas empezaron a cacarear con más desespero y temor. Y ellas tenían tanto miedo como yo a ser degolladas, sin ninguna justa causa. Pero yo debería saber la causa, o mi instinto debería contentarse con ello y no preguntar mayor cosa. Hoy estás en la Jaula mañana en el retrete, mi buena gallina. Pero lo peor sucederá entre mis tripas. Y de eso, ni tú ni yo tendremos claro conocimiento. Es como para agarrarse de la polla, como un retrasado mental y echarse en la plaza a echarse una paja. Y esa gente te verá con asco, porque tienen que despachar y tú estás echado en la plaza echándote una buena paja. O acaso deberías convidar a la hija de la señora robusta. Y cepillarle el coño en medio de las jaulas de gallinas. Y mientras ellas cacarean, gritar, gritar con júbilo y declararte el Übermensch de la groseria. Luego saldrías, silbando la Walkürenritt de Wagner, con un poquito de mierda untada en la punta de tu lengua.

1 comment:

Unknown said...

gallinas?
alas?
plumas?
no-volar?
cacarear?

mmm... la verdad este post me sono un poco al antiguo notengolamasputaidea
(peronovoyapreguntarporqueestamasqueclaro)