Sunday, April 20, 2008

(untitled)

Un ramo de flores envuelto en papel periódico tirado en el sucio césped húmedo. La noche es cálida y apacible. Transcurre el año. Las estrellas titilan a distancias increíblemente absurdas. Los coches viajan velozmente por la autopista. Los niños asoman su ventana a las aceras. Las mujeres viajan en el puesto de copiloto, junto sus esposos. Los vendedores de minutos se juntan y charlan un rato después de la jornada. Pasos apurados se escuchan por las lozas del puente metálico. Silencio de brisa roza por los rostros somnolientes de los usuarios del transporte público. Cruzamos la noche como un lánguido océano inagitado.

Al otro lado de la mesa el hombre con turbante me dice que está llorando. Yo tomo mi malta con pitillo y trato de imaginar su contorno. Me levanto de la mesa. Cuando vuelvo el hombre con turbante sigue al frente mío. Mientras yo tomo mi malta, sorbiendo con el pitillo, el extraño confiesa estar llorando. Él está llorando, pero no veo su contorno. Cuánto tiempo llevamos sentados y no nos reconocemos. Sólo pronósticos terribles. Este hombre incita a seguir sus lágrimas aún cuando no se sepa nada sobre él. Repentinamente ambos estamos llorando. De repente siempre estuve solo. Al frente de mi mesa hay un espejo y mi imposibilidad de reconocerme en este mar de lágrimas. Mis manos sobre el calor de mi rostro ardiendo. De repente nunca ha habido nada. Todo se fue para la mierda. Todo cumplió su silenta lenta trayectoria desde el final hasta el olvido. En un café internet, él me dice que está llorando. Yo aparento sorber una malta pero aparento existir aparte. Lo recreo con un turbante, porque su tristeza insola y es árida. Provoca el último esfuerzo de lagrimeo en los ojos para aclarar la vista y ver que al frente no queda nada.

Ella está fumando un cigarrillo mientras lo espera a él. Él es alto, delgado y jorobado. Ella pasea por el supermercado mientras él llega. Ella mira a través de los estantes. Mira la fruta. Mira los granos. Mira los paquetes. Todo está empaquetado. A veces, piensa, no sientes que te has pasado de la raya? Es como si se hubieran sobrepasado los límites, entonces en realidad no somos libres de la manera en que pretendemos serlo. He sobreactuado mi vida, piensa ella, que ya no fuma desde que ha entrado al supermercado. Los productos están bañados en luz aséptica que diseñan un espacio interior propio con una visión particular de la vida y los alimentos. Ella tiene náuseas a pesar de no haber probado bocado en dos días. Si hubiera comido estaría vomitando por lo menos. Pero sencillamente no hay necesidad de comer. Como si el cuerpo ya no se esforzara por aplazar lo inevitable. Se sienta en una silla del improvisado café al interior del supermercado y se deja sumergir en la marea de un repentino sueño. Él nunca llega. Ella mira el reloj y sabe que no llegará. Más de dos horas han pasado desde lo acordado. Quiere llamarlo al celular pero sabe que es inútil. Sale a la terraza del supermercado y enciende un cigarrillo. Siente frío y cansancio.

2 comments:

Anonymous said...

Bonita serie de imágenes, Mr charming man..jeje
Saludos

Patty Camacho Blass said...

parece como si hubieras escrito ayer,anteayer, en estos ultimos dias ¿hay algo de premonitorio en tu escritura que aterra y encanta? por ahora solo puedo escrbir esto, estoy sorprendida y admirada, es que la soledad es tan inmensa como un mar muerto, que nos a devorado, como el amor enfermizo a veces de una madre por sus hijos.
patty.