Wednesday, July 12, 2006

Extraterrestre

Como filósofo especialista en temas de paradigmas culturales y transformaciones epistemológicas he sido llamado por el observatorio astronómico Palomar en California. Me han hecho llegar los informes al hotel en Los Angeles. He pasado una noche de perros, vomitando bilis y con una fiebre de 40 grados. Dejo los informes a un lado, mientras espero la recuperación y veo un rato la transmisión de Oprah reloaded. El tema del día es la rebeldía de algunos órganos protésicos con sus enajenados cuerpos. Una boca furiosa declaraba penosas confesiones acerca de la precaria higiene de un muchacho del Sur al que llamaban Timmy. Me llama Mónica y me pregunta irónicamente si la cambiaré por alguna puta de Beverly Hills. Le digo que no es hora de joder, ni siquiera he podido salir del maldito hotel a dar un paseo: aún no puedo superar el sentimiento de oquedad que me acoge luego de un largo viaje en avión. Mónica me cuelga el teléfono y me dice que me vaya al carajo, no le interesa gastar minutos a larga distancia en un perdedor patético que no ha superado la adolescencia postraumática. Un brazo sujeta alrededor del cuello a un obtuso torso disecado en la televisión y siento que voy a extrañar este tipo de programación cuando vuelva a mi viejo estudio en Bogotá.

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