Un texto de Hunter Thompson después de la muerte de William S Burroughs:
Maldita sea, pensé, estamos en presencia de un verdadero tirador. Nicole había estado filmándolo todo con su Hi8, pero yo le quité la cámara y le dije que caminara 10 yardas al frente de nosotros y pusiera una manzana en su cabeza. William sonrió ligeramente y la apartó. “No importa, querida” le dijo “pasemos ese truco” Luego levantó el Casul Magnum .454 que yo había traído conmigo. “Pero probaré este” dijo “Me gusta como luce”. El .454 es el revolver más poderoso del mundo. Es dos veces más fuerte que un Magnum .44 con una larga mira y una culata tan brutal que me encontraba reacio a dejar un hombre de 80 años dispararlo. Esta cosa va a retroceder bruscamente y romper tu cráneo si no la sostienes correctamente. Pero William persistió. El primer disparo lo levantó a dos o tres pulgadas del suelo, pero la bala pegó en la garganta del objetivo, dos pulgadas arriba. “Buen tiro” le dije “Trata un poco más abajo y un click a la derecha” El asintió y se preparó de nuevo.
Su siguiente disparo perforó el estómago dejándole un sucio moretón rojo en sus palmas. Nicole se estremeció manifiestamente detrás de la cámara pero le dije que sólo estábamos bromeando sobre la manzana. Luego, William vació el cilindro, disparando una vez más a la ingle y dos veces justo debajo del corazón. Lo alcancé para apretar sus manos mientras cojeaba de regreso a la mesa, pero él bromeaba al respecto y pedía algo de hielo para sus palmas. “Bueno” dijo “Esta es una pieza muy sucia de maquinaria. Me gusta” Puse la sucia bestia plateada en el estuche y se la di. “Es tuya” le dije. “Te la mereces”.
Lo cual era cierto. William era un excelente tirador. Él disparó como escribió – con extrema precisión y sin miedo. Nosotros habríamos disparado el trasero de un M-60 aquel día, si hubiera traído uno conmigo. Nosotros habríamos disparado cualquier cosa, y él no temería nada.
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