Tuesday, February 03, 2009

Vida fluyendo a través de los ríos de la fe



Tres condiciones básicas para el surgimiento de la vida, tal como la conocemos en el planeta tierra:

1- La luz solar. Responsable de la agrupación de las cadenas moleculares por acción de la luz polarizada. Según Pierre Rousseau, en su libro La vida Extraterrestre, esta luz polarizada produce dos tipos de giro en las sustancias de las cadenas moleculares; si es hacia la derecha se denominan dextrógiras y si lo hace al lado contrario son levógiras. Salvo ciertas excepciones, la gran mayoría de cadenas moleculares que conocemos en el planeta tierra son de configuración levógira. No sabemos qué consecuencias podría tener el hecho de que nuestra configuración fuera distinta si girara como dextrógira pero se supone que no alteraría mucho el curso de la vida en el planeta tierra. Sin embargo, un pequeño detalle alterado en la dimensión en que vivimos, como lo demostró el cuento Viaje por tres mundos de los hermanos soviéticos Abramov, implica la remoción de todo el Universo conocido.

2 – El efecto gravitatorio de la Luna. Si no existiera nuestra hermosa amiga, la cual es responsable de las mareas y las erecciones y el enamoramiento en el destino de la tierra, nuestro planeta giraría a una velocidad tan extraordinaria que esto hubiera ocasionado que los rayos solares, que hervían el caldo de minerales que era nuestro planeta en un principio, no hubieran tenido el tiempo suficiente para calentar lo suficiente las cadenas moleculares y nuestro proceso vital hubiera quedado, como se dice, a medias. La luna desacelera la vertiginosa rotación suicida de nuestro planeta, con su anhelante suspiro selenítico de desprenderse de nosotros para siempre y encontrar su propia suerte en el vasto mar de la melancolía universal. Mas nunca lo logrará si no se atreve a colapsar con nosotros, como lo hicieron sus otras dos hermanas según Horbigger, gran pensador olvidado de la Alemania Nazi.


3- Accidentes geológicos. Para que exista vida, según la experiencia en el planeta de atmósfera azul, es imprescindible que exista el desprendimiento tectónico que desgarra las entrañas de la superficie planetaria. Una montaña siempre ha sido sinónimo de una conciencia secreta que trama civilizaciones fracasadas. No es de extrañar que el colosal Monte Olimpo, que se erige orgullosamente sobre las arenas rojas de Marte, sea el origen de mitos pre-humanos que aún prevalece sobre las conciencias de grandes narraciones como la Biblia o las mismas Mil y Una Noches, tales como la montaña Kaf o el monte Sinaí. Titán se nos presenta de este modo como una exquisita tentación al contemplar su superficie surcada de maravillosos valles, agrietamientos y cordilleras similares a las del planeta Tierra, bañado en ríos extensos de gas líquido: lo que podría sugerir una nueva manifestación de la vida, no basada en el carbono sino en otra sustancia novedosa que aplastara nuestra concepción estrecha al entender la inteligencia del cosmos.