Tuesday, December 04, 2007

guns

Danny Bermuda fue un buen muchacho. Algo callado y bastante introspectivo, pero de todas maneras un chico intachable. Veo a Danny atravesar las aceras. Su paso lento, seguro, las manos en los bolsillos, su cara un poco baja, todo sugiere un ánimo respetuoso y resignado con la vida, su vida, que de todas maneras no es tan mala para resentirse. Veo a Danny cruzar la calle bajo el sol estallado de un día que terminará mal de todas maneras, bajo el estruendo de las negras nubes que terminarán por consumirlo todo. Danny tiene esa cara de parecer no percatarse de nada, pero sin embargo estar cavilándolo todo al mismo tiempo. Tiene una cara inteligente y sus notas de universidad respaldan esos ojos que no se detienen en los de su padre en la mesa. En el cuarto se encierra por horas enteras. Su madre lo ve en el computador todo el tiempo. Danny tiene una linda novia que agrada a su madre. Se llama Sofía Whitehead. La ve en el campus. Cuelga de ella a la salida y se despiden en las tardes. Por la noche, temprano, hablan un rato por messenger y ella es feliz mostrándole los nuevos emoticons. Danny en las noches está conciente de que algo ha salido irremediablemente mal. No ha sido algo súbito, ni algo terriblemente demoledor que lo detenga en las calles o lo haga hablar solo. Igualmente han ocurrido cosas extrañas. Lo veo en el café Oma comentándole a Mónica y Nicolás sobre lo ocurrido en clase de mecatrónica hoy. El profesor le preguntaba sobre una fórmula que se estudió todo el semestre y de la cuál él tenía una excelente habilidad para resolver. No recordaba nada de ello. Recuerda, sin embargo, haberse quedado inmóvil frente al reloj que daba frente al aula. No tanto fijado en el reloj sino en la refracción de la luz en él. Veía los rayos de la luz dividirse en la máquina de tiempo y sentir una lágrima bordear sus ojos. Cuando el profesor quiso sentir respaldado los conocimientos impartidos en su mejor estudiante éste no pudo retribuirle la enseñanza y sólo lo pudo ver con ojos de idiota. El profesor se sintió amenazado de repente. Lo retó a salirse de clase, pues pensó que se burlaba de él. No obstante, Danny nunca sintió en el profesor ninguna rivalidad y ahora encontraba sorprendente verse como un rival del académico. Obligado por el profesor tuvo que salirse de clases. No lo vi humillado. Estaba sobre sus pensamientos aún. Como una mordedura enfermiza de nulidad en el espacio. Escuché que Nicolás le decía que seguramente se trataban de celos de parte del profesor. El profesor era de una célebre fealdad que impedía que cualquier persona con dos dedos de frente le tomara en serio. En cambio Danny, con su pinta de jugador de soccer americano, su sonrisa triunfadora, sus hombros anchos, ojos inteligentes, era el sueño de toda mujer inteligente y el devorador deseo de las muchachas más feas a las que se dirigía el ridículo profesor. Danny se fue a la clase de guitarra y allí trató de aprender algunas canciones de pearl jam pero por su pinta cualquiera creería que se trataba de un clon de Jerry Cantrell. Tocaba con una rabia irracional que en momentos asustaba a Jimmy, el maestro de clase, que con su culo chato y su risa de hippie rezagado solía tener delirios de maestro del kindergarten y trataba a los muchachos como "compadritos" y a las chicas como "nenas". Pero Danny al fin de la clase sabía que algo había terminado muy mal con su vida tal y como había sido planteada, si ese era el caso. Sofía lo llama y le invita a alquilar unas películas y tal vez a algo más interesante si sus padres iban a un cóctel que ella sabía estaban invitados. Pero Danny sabía que por más que le gustara el sexo y presumir de su buena performancia con ellas y sobre todo, que después del acto las chicas se le acercarán al oído y en tono de confesión mortal le alabaran diciéndole que era el mejor sexo de sus vidas... por más que supiera todas esas cosas Danny hoy no quería sino encerrarse en su cuarto a llorar porque hoy se sentía terriblemente inmundo y cochino. Quería encontrar un lugar donde pudiera morder de sus puños y pegarse a la cara y decirse: eres un cerdo Danny Bermuda, no entiendes que me causas asco y repulsión? Al llegar a la casa la madre le invitó a un té. Danny se sentó en la sala y se lo tomó con ella. Le preguntó por Sofía y él le contesto que estaba bien. Ella se detuvo en la hermosa cara de su hijo y realmente preocupada le comentó que no lo veía bien. Él le respondió que no estaba bien y se echó a llorar sobre sus pechos. Por un momento pudo contemplar el buen trabajo del cirujano estético sobre los pechos de su madre pero en seguida le dio asco llegar a pensar esto. Ya sus amigos le habían dicho en tono de recocha que su madre estaba buena y él, sabiendo que era cierto, les había dicho que les iba a reventar si seguían viendo con esos ojos a sus madres y luego reían por tener unas mentecitas tan sucias. En la ventana del apartamento que quedaba en los cerros orientales se veía el sol matando una ciudad entera y se sentía un poco más cálido el corazón sabiendo que desde esta altura se estaba a salvo. La madre le dijo a Danny Bermuda que todos teníamos nuestros malos días. En las noches Danny Bermuda se hizo una pajita en su cuarto y se acostó. Pero no pudo dormir. Llegaba el recuerdo del mal trato de ese ser inmundo de su profesor. Se veía en el corredor. Veía que Nicolás le tenía envidia. Mónica no quería saber más de él por lo que le había hecho a Alicia. Su portero lo detestaba. Su madre se acostaba con el doctor Arbeláez. Su padre era un completo idiota que se encerraba en su cuarto a estudiar filosofía y escribir sobre política en El Tiempo. Todo el mundo tenía que ser tan idiota? Las noticias eran aberraciones de moscos revoloteando en un mismo bollo de mierda. Las mujeres eran fosas hambrientas de un sexo que consideraran igual de digno a sus miserias. En la calle la gente parecía olvidar sus preocupaciones diarias y voltear a ver esos ojos asquerosos en torno a él y Sofía o su grupo, evidentemente por tener una composición genética más afortunada que el resto de monstruos que circundaban la contaminación de una ciudad con aires de baño público y mezquindad. Hoy era la salida a la finca del Pensador Jaramillo. Otra tanda de mierdas y voces de funciones orgánicas groseras levantándose para ser escuchadas más que para decir algo realmente importante. Su padre era admirado y tenido como un hombre tenaz por publicar artículos en contra del presidente de turno. Pero para Danny era claro que toda esta clase no era sino un aglutinamiento de ranas croantes en un pantano sucio. Ranas que croaban tan fuerte como sacaban la lengua para tragar las moscas. Un pantano putrefacto que hedía a mierda, toda esta clase intelectual, mientras a su madre el doctor Arbeláez se la metía por el culo el padre era condecorado y tenido como un hombre tenaz, que, sin embargo, era incapaz de satisfacer a su propia mujer y ser respetado por su hijo. Danny, en cambio, soñaba con algo más modesto. Más de su propio carácter. Ser el cantante y guitarrista de una banda de rock y llegar a ser tan grande como lo fue Kurt Cobain. Sabía que Kurt a los 16 había dormido debajo de los puentes y él, en cambio, debajo del Hilton de Cartagena. Sin embargo, le favorecía su aspecto personal y su talento. Tenía mucho talento el muchacho. Un futuro asegurado como ingeniero no era suficiente para él. Tendría dinero, sí. Y chicas, tal vez. Pero quería ser rockero. Su arrogancia era suficiente. Sabía que la rebeldía era una farsa, una pose. Todo es talento. Quería hacer rock de verdad, you know, Hendrix... En la noche se encontró con Sofía y fueron al cine. Ella veía la película y él estaba ansioso por comer más cotufas. Así que salió al final y se atragantó de cotufas. Sofía al salir del cine se enfadó y le dijo que se había perdido el final. Que la película era una mierda sin el final. Que todo se definía en el final y era precioso. Él sólo dijo que le aburrían esas mierdas y que quería encontrarse con Alejandro. Fueron a la casa de Alejandro y allí la novia de Alejandro se desnudó y bailó un rato. Luego Danny y Sofía se fueron. En el carro ella quiso chupárselo pero él no estaba de humor para ello y la dejó en su casa. Veo cruzar el parque a Danny. El sol le hace ver la cara más blanca. En la tarde lo veo bronceado. Se fuma un cigarrillo de marihuana en el balcón de su apartamento. Escucha Down in a hole de Alice in chains: I'd like to fly, but my wings have being so denied. La majestuosidad del cielo es tal que no se corrompe con la vida humana; de esta manera siempre tendremos atardeceres sublimes, porque no han sido hechos para la medida del hombre. El sol de la tarde choca fuerte contra las paredes de concreto de los edificios de Danny. Sus ojos logran recibir algunos rayos y en cambio desprenden algunas lágrimas que nosotros no creeríamos en esos ojos. Porque Danny no es el tipo que uno cree llora. Pero lo hace. Personalmente me detengo más en el llanto del obrero que entierra a su compañero caído de la torre de Danny; no por motivos sociales, o de pronto, la razón es que el obrero lo llora con más fuerza al pensar que tal vez pudo haber sido él el caído y no su compañero. Danny jamás pensará que él será el próximo, sin embargo, algún hilo de baba se le escurre en las comisuras que le hace temer que algo terriblemente malo ya está sucediendo, aunque de un modo tan metódico que quizá él ni se percate. Como una terrible enfermedad mortal que no es mortal porque no es de la carne. Todo se fue a la puta mierda, sabe.

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