Wednesday, February 13, 2008

sobre la acústica muerta del comando de batalla

La araña voladora que venía dando botes torpes por la habitación pasó por el televisor y luego volvió hacia mí y pasó por el televisor, volvió hacia mí. Me observo largo rato por el reflejo que en la pantalla aparece de mí y me interesa. Me interesa ver las imágenes sobrepuestas que aparecen en la pantalla y yo en ella y las tramas superpuestas sobre el fondo y a veces sobre la superficie de un tío sentado con su lata de cerveza en la mano. Por eso prefiero estos antiguos televisores combados, porque dan esa apariencia de peligro latente en que los actores podrían salir en cualquier momento de su espejismo y aparecer cerca de ti, con sus pistolas y sus divas, destrozando todo alrededor. Mi araña voladora pasea de un lado a otro. Le tiro el periódico doblado pero la malparida araña vuelve hacía mí.

A qué viene esto?

Todo empezó cuando el chacal me concertó una cita con un agente literario interesado en la caza de "nuevos talentos", como me lo aclaró el gilipollas cuando me sacó de mi estado de aletargamiento en mi habitación de la zona industrial. Nos estaba esperando en el café Dresden. Un expreso en la mitad y dos cigarrillos sobre un cenicero en forma de una famosa cúpula que yo desconocía. Soy sencillamente genial para percibir las malas vibras hacía mí y no es una genialidad innata sino aprendida con el paso de los años, de recibir rechazos tras rechazos, malas caras y gestos de reprobación inmediatos. El agente miraba al chacal con cara de no creer que hablara en serio cuando hablaba de una "joven promesa" y traía una vieja mierda conflictiva que agotaba sus recursos en cuanto medio se le ponía en frente; fama de amenazar en nombre de grandes empresas editoriales a pequeños mofletes; fama de delitos menores; fama de una "actitud imposible". Me senté y mientras me limpiaba los mocos con la manga del buso él le pedía al camarero una copa de Chivas 12 años y un poco de caviar para amenizar el encuentro.

- Oye tío, me puedes pasar uno de esos cigarros?
- No te pases de listo - cortó secamente el agente, mientras escondía el paquete en el bolsillo interior de su chaqueta de seda homosexual- escúchame bien pequeña mierda, te rompería esos cojones de gilipollas de inmediato si no es porque necesito que te prestes a una mierdita...

El camarero sirvió mi vaso de Chivas y preparó la mesa para traer la bandeja con los entremeses. Yo me aburría con el tono de severidad falsa del culo apretado que vestía camisetas polo claritas y le pedí permiso para ir al baño. En el baño mientras meaba me inyectaba en las venas de la verga un poco de "cucarrón etrusco". El color de la orina empezó a cambiar y vi otra vez la arañita voladora.

En el lavabo me mojé la cara para tratar de disimular un poco la deshidratación que me hacía sentir como una ciruela pasa. Atrás un gran letrero en inglés me llamó la atención:

No matter how beautiful she is...
someone in somewhere is tired of her
El nombre de Rachel me subió por las vértebras como un mal viaje y al salir había desaparecido el café Desdren para dar lugar a un clásico sportsbar norteamericano en el que los vagabundos gastaban sus últimos centavos en los juegos de cartas de playboy y uno que otro se emocionaba con los tediosos juegos que las grandes pantallas sintonizaban en ESPN. Para mí ya todo estaba perdido. Era el tercer día esperando a que Rachel se apareciera a la hora que me había prometido. Un viejo vagabundo llamado Pineapple Joe me consoló: no te deprimas chico, así son las norteamericanas. Pero yo no podía apartar la mirada de mi cerveza busch y aguardar la delicada sombra que se sentara a mi lado, como lo había hecho hace poco, y pidiera su Bourbón y me dijera: te gusta Nirvana, eh.
Chacal me encontró tumbado en el piso del baño. Los clientes me pasaban encima, con toda la delicadeza de los habituales de Dresden y seguro que si me escupieron le pidieron excusas a mi rostro inconciente.
- Joder tío, no te puedes comportar en una interviú de currete?
En la mesa nos esperaba el tío del trabajo, ya no recordaba por qué me encontraba aquí y por qué no llamaba a Nadia para que me recogiera y nos fuéramos a hacer el amor en una residencia barata del sector.
- Podiaís haberme guardado un poco de comida, eh, gili? - Inquirí luego de un concienzudo razonamiento a la mesa.
*
El agente ya se estaba incrispando y estaba a punto de reventar. Harto de que su oficio menor lo expusiera a este tipo de tratos con gente tan desagradable, como yo le resultaba, quiso terminar lo más pronto posible. Él hubiera soñado con ser un gran escritor de novelas históricas o un sendo crítico de las obras de finales del siglo XIX; también, cuando su genio le resultaba menos severo, se veía a sí mismo como un juguetón novelista que coqueteaba con la novela policíaca; como poseía ideas tan fuertes e irresistibles había incursionado por un período en el noble oficio de ser un columnista variopinto que expresaba firmemente sus más sólidas convicciones vitales: desde el análisis simpático de las modas de las jovencitas hasta asuntos más graves de geopolítica y terrorismo.
- Mira pedazo de copia tergiversada de basura ofrecida con traducciones pésimas de España o Argentina; no sé qué carajos te habrás creído (acaso el traductor español de Burroughs, porque es claro que ni siquiera manejas el verdadero lingo NY del escritor) pero te necesito para un testaferro - Me miró fijamente mientras me señalaba con el gordo dedo manchado de tabaco- Bah, es obvio que en tu mente de yonquetas ni siquiera sabes qué significa testaferro.
*
- No señor -le respondí mientras trataba de soportar el trago de whisky que me había apresurado.
- Un calado, para ponerlo en tu lenguaje atrofiado de basura literaria.
- Sí señor - Mierda, necesito a Nadia
Me explicó que la empresa editorial que acababa de montar su tío, y de la cual él era el agente literario, era en realidad una fachada de un negocio oscuro que no debería preocuparme saber su naturaleza; finalmente mi mierda sería publicada y puesta en las librerias y es lo único que a mi culo roto, según él, debería importarle y agradecer esta oportunidad caída desde el mismo cielo para montar el numerito de escritor que siempre había soñado.
- Sí señor
Me abalancé sobre él y le di un beso a las mejillas, pero con el colocón me resultó imposible guardar las proporciones y terminé regándole la gaseosa de chacal a su fino pantalón que tan bien le hormaba ese hermoso culo. Traté de remediar las cosas diciendo que se trataba de elementos que enriquecían mi obra, tan llena de anécdotas jocosas y reflexiones sobre pequeños accidentes como el que acababan de acontecer.
Me largué a un rave y allí me quité la camisa, pleno de felicidad como estaba. Los sonidos electrónicos caían sobre mi existencia como difuminando los contornos físicos e incorporando mi ritmo a la unidad colectiva que se revelaba en fugaces destellos de luz que venían y se iban a lo largo de la pista, hasta regalarme el rostro de Rachel en medio del frenesí y su abrazo contenía el calor maternal del mundo, su aliento era una invitación a seguir celebrando y vivir, sencillamente vivir, sin la muerte eterna de la conciencia que nos atrapa en una angustia irremediable de nuestra propia miseria.
- No le vaís a invitar una copa a la joven promesa? - Le pregunté en tono divertido a Chacal que se aburría a lo largo de la barra
- Fuck off - Respondió y me tiró un billete para que la pagara yo mismo
*
La guapa camarera vestida de latex negro me pasó la cerveza. Apenas me tomé el primer sorbo, el dj puso mi pista favorita de la banda sueca Please. Un remix a los chavales de La nueva división, de una canción cuya letra me gustaba en especial: miércoles. Se supone que esta canción no debería inspirarte a meterte un tiro, pero en mi caso produce un gran efecto autodestructivo y me pregunto si no es algo personal, si es que estoy tan jodido que todo me deprime, hasta una canción que debería subir el ánimo como miércoles dan ganas de morirme, más no de suicidarme, pues me causa mucho trabajo. Me senté un rato a esperar cómo aguantaba el trago y, para mi sorpresa, vi que a pesar de que la canción motivó al baile, luego de que terminaba los rostros lucían agotados y desencantados. No debería ser solo impresión mía. La canción deprimía realmente bajo su barniz electrónico.
La fiesta se estaba cargando de malas ondas. Todo el deseo sexual no cumplido empezaba a mostrar variaciones homicidas. Los borrachos habían llegado al punto estúpido de pérdida de albedrío y les importaba lo mismo romperte una botella en la cabeza que dejarte tranquilo. Me aburría y fui por un poco más de mi delicioso cucarrón a los orinales del club de mala muerte. Me estaba pinchando la pinga cuando un jefe de seguridad se percató de mis andanzas y llamó a otro incluso más grande.
- Tenemos un pincha-pijas - reportó por su audífono a todas las unidades.
Rachel me preguntó si sabía tocar en la guitarra las canciones de Nirvana. Le dije que bueno, que sí, pero que quería tocarlas en la rockola, es decir, programarlas. Rió como niña y me dijo que su marido era un estúpido. Le tomé de la mano y le dije que era una pena que no supiera valorar a una persona tan hermosa como ella. Me dijo que la recogiera de la tienda, salía en dos horas y estaba aprovechando su descanso para descargarse por el gilipollas que tenía de esposo.
Cuando desperté estaba amarrado en una barra de hacer striptease. La fiesta estaba mortal. En lo peor de la fiesta llegó Azeta, preguntó por qué me tenían encadenado y al no encontrar respuestas encañonó al personal de guardia. Al primero en dispararle fue al chacal. Luego, camino a la frontera con México, en el convertible antiguo y desbaratado gris, le pregunté por qué había disparado al chacal si él nada tenía que ver con la seguridad del antro.
- Ah no? joder, hubiera jurado... con ese aspecto de Censor.
Saqué la botella de tequila y celebramos al rayo del sol del desierto de Los Angeles. Amanecía. Me quité la camisa y empecé a cantar:
so god bless you all... for the song you save us... for the hearts you break everytime you moan...
*

*
En Tijuana conocí a una linda japonesa llamada Lain. Azeta en ese mismo entonces conoció a una chica que le recordó las últimas palabras de Cristo.
Perseguido y vituperiado por la comunidad científica al declarar que el planeta tierra no hacía parte del universo - no había sido invitado al cotejo astral- y por lo tanto no éramos parte de nada sino de nosotros mismos decidí buscar la paz interior en la zona roja más pacífica del mundo. Azeta, por su parte, emprendió la peregrinación más arriesgada que se pueda imaginar y libros de travesías y expediciones fueron escritos inspirados en su nombre como el nuevo Marco Polo esquizofrénico que atravesó las más vastas coordenadas para sufrir saqueos a sí mismo y pregonar la impronta de su propia derrota a vastas legiones más allá de donde muere la línea del horizonte celeste.
*medellín 1943

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