Wednesday, October 25, 2006

Cuestión de principios

Me apuraba un par de Tarkovskayas con el Chacal y con la máquina diabólica en la tiendita de horrores cuando me llaman al Black Motorola. El caso de la Inteligencia sin Órganos finalmente había llegado a los tabloides y era necesario neutralizar la opinión pública a como diera lugar. Rick Martinez me necesitaba con urgencia en el Consultorio Ontológico. Me tomo el último trago de vodka y los dejo sentados junto un par de morbosas gothic lolitas que acababan de conocer. En el infinomniplayer sonaba Engel de Wumpscut. Me ajusto las gafas de sol para contrarrestar el bruto sol del mediodía. Recuerdo entonces las palabras de un viejo compañero cuando estudiaba filosofía: nada más patético que estar triste un día soleado de verano. Los carros en la avenida fluían como esperma de mongólico excitado. Recientemente me he encontrado incapaz de resistir todo esta prisa absurda: a dónde me conduce? a dónde si no a la muerte? a dónde si no al olvido de mi propia y diminuta muerte? No soy como los otros periodistas, eso es indudable, aquellos que al dar un paso causan un movimiento tectónico. Tres adolescentes se quedan viendo la postura en que espero el bus. Arrojado en la estación como recién cagado por una fuerza invisible. Me arrojan una cáscara de naranja al rostro y salen corriendo. Recojo la cáscara y la miro con tristeza, como preguntándole algo. Levanto la cara y me doy cuenta que una bonita muchacha ha visto toda la escena. Me grita, desde la otra acera: no hagas caso, así son los chicos hoy día. Entonces siento pena. Llega el bus y subo evitando volver a encontrar miradas con la muchacha. El busetero huele mi aliento y le dice a su compañero: este es el resultado de la actual administración, miles de borrachos al medio día. Sudo como un pollo cachondo y me percato de lo mal que huelo. Saco el desodorante del bolso y me lo aplico. Me meto a la boca un Tums para el aliento. Le causo risa a una chiquilla rubia que va acompañada con su madre. Bajo en la parada programada y me detengo a comer una salchicha en El Bohemio. Dos jóvenes hablan excitados de la noticia de la Inteligencia sin Órganos y entiendo a lo que se refería el bueno del Rick. Llego al consultorio y está Rick encabronado. Al parecer todo fue obra de un seguidor del culto Información Libre - Comunicación Abierta. "Esos idiotas podrían tomarle fotos al culo de María con el fin de lucrar sus mohosos bolsillos". Estando en la oficina, sintiendo apenas los efectos de la resaca matutina, llegan K. Aernoldo y N. Calogero. Ambos encarnan los excesos a los que había hecho referencia alguna vez Blaise Pascal: El exceso de razón y la falta de razón. Ellos han reunido material suficiente como para montar una buena farsa científica que negara una vez más la existencia de algo superior a la raza humana. Vamos a revisar el material a Saint Moritz tomando un par de "picanticos". Me encuentro de nuevo en una de esas situaciones en las que todo el mundo habla con propiedad de algo que yo desconozco en absoluto. Les pido explicaciones a Aernoldo y Calogero del significado de Inteligencia sin Órganos. Al parecer se trata de algo salido de la realidad vitual a la realidad -real?-. Es ahí donde me pierdo. Si la realidad es un diseño, una confección, un montaje -ya sea de una clases social, de una ideología burguesa, de una condición psicológica, de un estado biológico- esta "invasión" de lo virtual a lo real no debe ser sino una patología del diseño hegemónico que conduce a... a dónde diablos conduce? A qué clase de maligno hoyo negro hemos caído? Es como si durante todo este tiempo hubiéramos vivido con el conocimiento de la existencia de un Dios absoluto pero así mismo hubiéramos actuado de modo que éste no existiera. Y ahora, el aparente daño en el sistema, la "invasión", la prueba de la Inteligencia no Órganica, nos oprimía como si realmente hubiéramos empezado a sentir el peso real del dedo juzgador de Dios. Los agujeros en el diseño hegemónico, desde luego, no son algo nuevo en la historia de la Realidad. Los primeros en detectarlos fueron los científicos de la ciencia médica y los psiquiatras. Las drogas alucinógenas, en efecto, llegaron a causar cierta conmoción en la comunidad de los Realistas al enseñar vías de escape al hombre hacia otros horizontes. La solución fue categórica: envenenar y monopolizar las drogas. Al mismo punto, el hombre promedio empezó a reclamar lo que de hecho siempre fue suyo: acceso a las drogas, legalización de la hierba, amor y paz para todo el mundo. No hubo un punto de retorno para estos desgraciados: las drogas ya estaban envenenadas, la puerta se clausuró para siempre y jamás las drogas volvieron a ser un punto de escape del diseño hegemónico, sino que se convirtió en su mejor aliado: la lógica del capital en su mejor dinámica y más perfecta técnica. Ahora todos se cagaban en los pantalones, empresarios, políticos, humanos y cosas al mando de la realidad única. Qué harían ahora que se habían revelado las Inteligencias no Órganicas? Cómo envenenar algo a lo que no se tiene acceso? La cuestión que discutíamos en Saint Moritz con K. y N. era si en realidad se podían atrever a abofetear el rostro de Dios.

1 comment:

Anonymous said...

Abofetearse cada mañana cuando uno despierta y por gracia de esa fuerz siniestra que nos impulsa a respirar sin razón alguna, nos dirigimos al baño y vemos ese rostro cargado de tantos `´ias vueltos poco menos que mierda.. Por cierto, estoy un poco vuelto mierda o mierda un poco vuelto o poco un mierda vuelto o un vuelto poco mierda o todas las anteriores.
Aszeta