Presentamos la nueva imagen de Mil Inviernos, más acorde con los tiempos modernos y que puntualiza el cierre de una afirmación, afirmación del hielo, de la luz cegadora y la muerte de un solsticio invernal.
Esta historia surgió a partir de la invitación del artista Patricio Dalgo para participar en un Festival de Arte Generado por Mouse -atravesado por la condición precaria y subalterna- en el Ecuador. Lamentablemente, por problemas precisamente de precariedad técnica, tal como nos lo explicó Patricio, nos quedamos sin hacer la presentación pensada a manera de conferencia por Skype. Entendemos que estos contratiempos ocurren, sobre todo cuando se refieren a "eventos de tecnología precaria"; no obstante, la gentil invitación nos motivó a escribir una reflexión sobre la relación platónica entre el mouse y el cursor en la interfaz gráfica. Y, pues bien, ya que el texto no se pudo leer en el festival lo compartimos por este medio.
CURSORES FILENOS
Por Luis Cermeño y Andrés Felipe Escovar
Dedicado a Tucídides Chacón, El Alto, Bolivia.
Me quedé encerrado por fuera. CURSOR.
- Se me perdió el ratón, mamá .
- Se me desdibujó el mundo, papito.
1. Seleccione sexo. 2. Copie y pegue y meneo en el rabo del ratón. 3. Guarde un nuevo archivo: una decepción amorosa que vivificará las lágrimas 4. El ratón está angustiado. 5. Huye, huye ratoncito. 6. A dónde van tus cursores lejos de ese invierno alemán en donde a tu ratona la han pisado como gallina clueca? 7. El ratón no sabe, el ratón se quiere ir, ¿o querrá quedarse? Algunas veces el ratón cree que él no maneja el cursor sino el cursor a él, así como muchos creen que Diosito los maneja y no nosotros a Diosito. ¿Qué será? ¿Qué será? Ay yo no sé. Me quiero morir. 8. ¿Quién se quiere morir el cursor o el mouse? El teclado, maestro. 9. Se me borró la pantalla y sin pantalla no hay mouse que valga. 10. ¿Y el cursor? 11. Los cursores sí existen, siempre existirán, cuando la pantalla se apaga naufragarán en la oscuriodad yu no hay mouse que valga. Ya es tarde muy tarde siempre es tarde por temprano que sea. 12. El espía Mouse está acechando: achtung 13. No hubo negociaciones de paz entre el mouse y el cursor 14. Cursor mío, cursor mío ¿por qué me has abandonado? 15. Esa decepción fue un pantallazo de la gelidez de las galaxias para conmigo. 16. El mouse está cabeceando como un loro. 17. En el futuro habrán loros que manejarán cursores. Loros que dirán: muévete allí cursor. Y el cursor lo hará. Ya no habrá mouse que valga solo loros 18. Rua rua ¿quiere cacao? 19. No gracias, soy sordo. Dirá el cursor. 20. Vendrá el topo ciego a imponer sus cursores filenos. 21. Ollanta Humala se comió un ratón y la flecha le dice: vete a la puna.
22.
Oh Puno! Mi puno!
Puno Puno Puno
Puno penario pena pene
Puno pasmado postrado aterido
Mañana cuando en el río profundo de los tiempos
Mi cadáver se hunda y profeses mi triste nombre
No habrá tiempo ni lugar para cometer este deicidio
Que en cucharadas me conmina a lagrimear
Como las llamas que algún mortal peruano amó
Oh Puno Puno Puno
Mi Puno Puno
Los príncipes Punescos carecen de esqueleto
Las amibas decidieron volcarse sobre sí mismas A tus orillas de frío incólume y ministerial
Mi hermanito llama.
Mi hermanito está muerto
Mi papasito también.
23. Me asestaste un golpe al ecuador de mis sueños 24. Me diste en el Guayaquil de mi sexo 25. Iquitos se empalagó de teclados sin consonantes. 26. AEIOU 27. El ratón sabe más que tú 28. Y el cursor sabe más que el ratón 29. Por lo tanto el cursor no sabe más que tú 30. Me espiaron hasta lo que no tenía en el corazón. 31. El cursor se inventó unos días en los que no nací y me dio jornadas incansables en la penumbra de las computadoras apagas. Porque el cursor existe sin necesidad de pantalla. 32. Al cursor yo lo veo cursando antiguos y vastos ríos amazónicos que bañaron Iquitos, Perú. 33. Y el topo dice: yo no veo ningún cursor 34. El mouse contesta: porque usted está ciego y el cursor no es para los ciegos 35. Falso, dice el loro. Porque yo ciego lo dirijo con mi canto. 36. Tú no estás ciego, sólo no quieres ver. Le increpa el topo. Ciego estoy yo, que ni siquiera sé si la pantalla está prendida o apagada. No tengo cursor que me dirija. 37. Cursor mío, cursor mío, por qué me has abandonado. 38. Habrá una peste negra ocasionada por los Mouse. Nos morderán las manos, nos saldrán bubos en la piel y nuestras cabezas quedarán clavadas en los tecladeos que plasmaran la hora y la fecha de nuestros nombres en la pantalla negra del espacio en que los extraterrestres se pierden. 39. ¿Hay cursores extraterrestres? 40. No, los cursores nunca han sido terrestres, a lo mucho han sido filenos. 41. Filenos que atraviesan el pecho por la daga envenenada de sus deseos brujos. 42. Estoy cabeceando, mano. 43. ¿Otra vez el mouse? 44. Acabó de ver a la ratona siendo pisada por un gallo del asia menor. 45. ¿De donde es Cristo? 46. No, de más allá, porque el reino de él era de otro mundo. El mundo del cursor. Y el mouse es tan terreno como un arado en que descampan los espantapájaros mongólicos del mundo informático. 47. El teclado se volvió marica y clama sin cesar manos enteras que lo toquen hasta que sus letras sean borradas hasta devenir un piano triste y enmudecido con mucho frío, un frío desgonzado de las sierras quiteñas de sus párpados caídos. 48. Se envejeció el teclado y le dio alzheimer y ya no habrán palabras sólo cursores oprimiendo a la nada. A la nada de las vulvas y el bulbo raquídeo que quedó como espejo de lo que alguna vez pasó por el silicio de esta Tierra 49. Se me condujeron mis nostalgias, dijo el microchip mientras se recalentaba de lo mero triste. 50. Te esperaré toda la vida, dijo Julio Jaramillo. Jaramillo o acaso otro mouse que se estropeaba lejos de su cursor. De temperamento juramental. 51. Pigmeus in extremis extraterrestrus. 52. ¿Un emperador de cursores incas?+ 53. Un sueño dorado de El Dorado. 54. Me hicieron el ayayay, exclamó Manco Capac 55. Eso no es nada maestro, replicó el manco de Lepanto. A mí me tocó inventarme un viejo que se enamorará porque de amor yo nunca supe. 56. ¿Los mouse saben de amor? 57. No, los mouse sólo se reproducen como conejos. 58. ¿Y los cursores como se prolongan en el tiempo? 59. En las pantallas no hay tiempo, ni espacio, ni tampoco ilusiones. Tan solo carencias que titilan en los ojos de los ciegos 60. ¿Y quién está ciego? 61. Pues yo, el topo. 62. Y Borges y Homero también. 63. Los ciegos parpadean, pregunta el loro 64. Sí, a la nada 65. Y en esa nada los cursores podrán moverse por sus parpadeos 66. No, los cursores no se mueven ellos mueven las dunas de los desiertos iluminados de las pantallas de los ordenadores de Diosito. 67. ¿O sea que Diosito existe? 68. No, él me dijo que no existía. 69. ¿Mongólico? ¿Eres el mongólico? 70. No, soy el loro de Abisinia y aprendí de Rimbaud que lo mejor es mandarlo todo a la mierda 71. Pero si a ti no te gustaba Rimbaud. 72. Me gustaba como hombre mas no como poeta. 73. ¿Y qué poeta te gusta? 74. El que ha borrado con su cursos las palabras que nunca dijo 75. ¿Pero las escribió alguna vez? 76. Sólo Dios sabe. 77. Pero si dijiste que Dios no existe. 78. Pues por eso. Concluye el Loro. 79. Se escurrió el líquido de la pantalla 80. Es porque está llorando 81. ¿Por qué llora? 82. Porque ha descubierto que más allá del cursor hay otro cursor que lo precede y detrás de ese cursor otro que no podría incurrir en llamar el big bang. 83. ¿Bang? ¿Como un disparo? 84. No. Bang, como el golpe de una pelvis fuerte contra unas nalgas tersas. Bang Bang Bang. Uy Uy Uy, qué rico. 85. ¿Acaso tienes cuerpo¡ 86. Sólo un cuerpo de axiomas matemáticos 87. ¿Y cuál es el axioma del Mouse? 88. Desaparecer. 89. Dígame: ¿el cursor es el axioma de la interfaz gráfica de los sueños? 90. El cursor es el axioma de todos nosotros. No sólo de nuestros sueños. Alguna vez sabrás que hay un cursor en donde ir. No le hagas caso, puesto que sólo te puede llevar al proemio de Parménides que murió gritando eureka. 91. Pero ese no es Parménides. 92. ¿Eres Dios, para saberlo? Además después de muerto, los nombres sólo le importan a las lápidas. 93. ¿El teclado puede hacer inscripciones sobre tumbas anónimas? 94. El teclado no puede hacer nada si no existen manos quisquillosas que lo manoseen. 95. Falso. El teclado me dijo que puede desprenderse de sus teclas como el intestino puede liberarse de su ano. 96. Hay muchos anales desde los romanos, anales hechos por un cursor que ellos no vieron por estar enamorados de Piero Della Francesca. 97. ¿Las francesas son ratonas muy putas? 98. Muchísimo, Loro. No les hagas caso. Ellas también botan líquido como las pantallas. No líquidos lagrimeantes sino lascivos, sucios. Sus corsés están llenos de cebo de pecado. 99. ¿Los cursores pecan? 100. No, los cursores no pecan, solo porque no existen.
Julián Marsella me dijo que íbamos a ir a casa de Estera Pedraza, la autora de los Anillos de Plutón. Y no crea, no es un error, el título sugiere que los recuerdos y pensamientos de los cerebros asfixiados por el alzheimer son esos anillos invisibles para el ojo y aparatos humanos, agregó Julián.
Los anillos de Plutón transita entre el relato de un abuelo con alzheimer que percibe, enceguecido por las cataratas de sus ojos, a su nieto sin que sepa que es su nieto, y un ensayo sobre la naturaleza extraterrestre de todos los pensamientos y recuerdos hasta concluir que estamos invadidos por ellos pues lo único telúrico son los cuerpos. La historia del anciano se cruza con el ensayo cuando se revela que el autor del mismo es el nieto, quien a lo largo de su carrera profesional ha utilizado a ancianos con Alzheimer para realizar expediciones a Plutón, conectándoles ánodos en sus frentes arrugadas y secas. El libro concluye con un esbozo de mapa sobre la ubicación de los distintos recuerdos y pensamientos provenientes de los cerebros humanos y alienígenas que calcula el nieto y sugiere que Dios es una gran memoria que se da la espalda a sí misma y se acurruca en un rincón a llorar.
La casa de Estera Pedraza está ubicada frente a la plaza de mercado de Cachipay. Una enfermera rubia de unos treinta años cuida a la anciana, la baña, le da de comer y la acompaña a ver telenovelas.
-Ella ya no puede leer, no sé para qué le trajo ese libro- le dijo la enfermera a Julián, entregándole Tríptico de verano y una mirla. -Yo tampoco.
Pero Julián sí lo sabía: Estera Pedraza lo leyó en Plutón: el libro es un olvido más acaecido en un cerebro senil, está allá, con todos los recuerdos de los que tienen alzheimer, y no sólo lo leerán los pensamientos y recuerdos terrestres con alzheimer sino algunos extraterrestres que buscan infestarse como parásitos en algún cuerpo del universo. Julián le volvió a entregar Triptico de verano y una mirla a Estera Pedraza. Ella no abrió los ojos. Tampoco el libro, que lo sostuvo entre sus manos manchadas y se río. El contacto físico siempre la hace reír, cuando escucha canciones de despecho le habla a la radio y le dice al que canta: ¡Estúpido!, me dijo Julián.
Le pregunté a Estera Pedraza si había leído Tríptico de Verano y una mirla. Me refirió la historia del princesito que terminó siendo el plato de carne envenenada que engullía su padre quien, antes de dar el primer bocado, recordaba a toda esa estirpe que se reproducía entre sí para parir a sus hijos por el trasero. Me habló de la mirla con cerebro humano que se enamoraba de un canario. Dijo con detalles, la forma en como seres provenientes del subsuelo comenzaron a subir a la superficie ocasionando un terremoto en Bogotá. Le dije a Julián que esa señora no tenía alzheimer, sin cuidarme de que Estera Pedraza hubiera escuchado. Ella abrió los ojos y me miró tras las cataratas que los empapaban y me dijo:
- Claro que tengo. Lo que pasa es que se me olvidó que olvidé.
OTROS COMENTARIOS A TRÍPTICO DE VERANO Y UNA MIRLA:
"Este libro está escrito para los muertos" (Juan Rulfo)
"No lo he leído" (Lord Byron)
"Nunca he leído un libro" (Victoria Beckham)
"¿No está escrito en braille?" (Jorge Luis Borges)
"Me noquearon, papá" (Mike Tyson)
"Se acabó todo, maestro" (Yukio Mishima)
"Está macarroni macadamia" (Gilbert Keith Chesterton)
"Se me olvidó ese libro" (H. P. Lovecraft)
"Mi leel su tladucción al chino: pésima" (Wu Jingzi)
Un texto de Hunter Thompson después de la muerte de William S Burroughs:
William tenía buen gusto para las armas, y luego se volvió muy bueno con ellas. Yo recuerdo junto a él una tarde disparando en su rancho a las afueras de Lawrence. Tenía cinco o seis revólveres bien engrasados sobre una mesa de madera, cubierta con un mantel blanco,usaba cualquiera de estos según su ánimo en ese momento. La Smith & Wesson era su favorita. “Esta es mi pulidora”decía amorosamente y luego se arrodillaba y entonces ponía cinco o seis disparos en el pecho de un objetivo en forma desilueta humana a 25 yardas de distancia.
Maldita sea, pensé, estamos en presencia de un verdadero tirador. Nicole había estado filmándolo todo con su Hi8, pero yo le quité la cámara y le dije que caminara 10 yardas al frente de nosotros y pusiera una manzana en su cabeza.William sonrió ligeramente y la apartó. “No importa, querida” le dijo “pasemos ese truco” Luego levantó el Casul Magnum .454 que yo había traído conmigo. “Pero probaré este” dijo “Me gusta como luce”. El .454 es el revolver más poderoso del mundo. Es dos veces más fuerte que un Magnum .44 con una larga mira y una culata tan brutal que me encontraba reacio a dejar un hombre de 80 años dispararlo. Esta cosa va a retroceder bruscamente y romper tu cráneo si no la sostienes correctamente. Pero William persistió. El primer disparo lo levantó a dos o tres pulgadas del suelo, pero la bala pegó en la garganta del objetivo, dos pulgadas arriba. “Buen tiro” le dije “Trata un poco más abajo y un click a la derecha” El asintió y se preparó de nuevo.
Su siguiente disparo perforó el estómago dejándole un sucio moretón rojo en sus palmas. Nicole se estremeció manifiestamente detrás de la cámara pero le dije que sólo estábamos bromeando sobre la manzana. Luego, William vació el cilindro, disparando una vez más a la ingle y dos veces justo debajo del corazón. Lo alcancé para apretar sus manos mientras cojeaba de regreso a la mesa, pero él bromeaba al respecto y pedía algo de hielo para sus palmas. “Bueno” dijo “Esta es una pieza muy sucia de maquinaria. Me gusta” Puse la sucia bestia plateada en el estuche y se la di. “Es tuya” le dije. “Te la mereces”.
Lo cual era cierto. William era un excelente tirador. Él disparó como escribió – con extrema precisión y sin miedo. Nosotros habríamos disparado el trasero de un M-60 aquel día, si hubiera traído uno conmigo. Nosotros habríamos disparado cualquier cosa, y él no temería nada.
Un café con la ciencia ficción colombiana Luis Cermeño
El miércoles 30 de Septiembre, nos reunimos en un café del centro Internacional de Bogotá un grupo de amigos de la ciencia ficción convocados por la pasión que el género despierta entre lectores y promotores.
En esta oportunidad estuvimos: Antonio Mora Vélez, reconocido escritor del género a nivel internacional; Albio Martínez, historiador cultural y de ciencia ficción colombiana; Alberto Gómez Martínez, profesor de historia; Tabara Gutiérrez, de cienciaficcionarios Bogotá; Camilo Arias, biólogo marino y explorador de arcanos; y el autor de este blog.
En la reunión tuvimos la oportunidad de discutir de temas tan amplios como las nuevas tecnologías de redes sociales, el peligro que detenta su inmersión en la privacidad de las personas; sobre la escasez de libros de ciencia ficción en el país; Tabara nos contó su experiencia con cienciaficcionarios, hablándonos un poco de sus inquietudes, su historia y su modus operandi.
Al referirnos a la nueva y primera revista de ciencia ficción en Colombia Cosmocápsula, en la cual Antonio Mora Vélez participa activamente, se presentó la oportunidad para abordar la recurrida discusión sobre la definición del género, momento en que Mora Vélez afirmó: se llama ciencia ficción a falta de un mejor nombre. Es decir, se reconoce que se establece límites con el género fantástico, tampoco es realista, pero más allá poco importa si sucede en el espacio exterior o interior, si cuenta con tecnologías improbables o en desuso, si atañe específicamente a lo que se llamó alguna vez "literatura de anticipación". No importa. La idea no es restringir la literatura ci fi a una definición absoluta ya que, como alguna vez dijo Mora Vélez, se trata de un género que admite todas las tendencias, al tiempo que se reconoce es una escritura que se ciñe a cierta lógica que la diferencia de otros géneros como el fantástico o el realista (pero no por eso se reprime de jugar en estas fronteras).
En la segunda parte de la reunión hablamos de los precursores de la ciencia ficción en Colombia. Siempre había creído que los dos padres de esta literatura en Colombia habían sido René Rebetez y Antonio Mora Vélez. El mismo Mora Vélez se encargó de explicarme que aunque habían sido los primeros autores consagrados a escribir por esta línea y tener una obra como tal de ciencia ficción, no habían sido los primeros en escribir este género en Colombia.
Albio Martínez fue el encargado de hablarnos de estos primeros libros raros que sin lugar a dudas se pueden considerar los primeros en Colombia en hacer ciencia ficción. En su última investigación, aún sin publicar, Martínez estudió las novelas precursoras: Historia de 14 sabios (1928) de José Felix Fuenmayor; Barranquilla 2132 (1932) de José Antonio Osorio Lizarazo; y Viajes en zepelines que tendrán lugar en el año 2009 (1936), de Manuel Sliger Vergara.
Estas tres primeras obras que se reconocen sin lugar a duda como las fundadoras de la literatura de ciencia ficción en Colombia tienen el mérito de haber sido grandes propuestas con un interés renovador y visionario de la sociedad. Algunos de estos autores, que permanecen casi inéditos, tuvieron el valor de arriesgar una propuesta adelantada a las convenciones literarias de su época, algunos incluso sufriendo el rechazo y la burla de los críticos. No obstante, es deber del tiempo saldar cuentas y reconocer los méritos justos de cada quien.
Una sencilla reunión de fanáticos de la ciencia ficción en el 2009 no tendrá el mismo cariz espectacular que unos viajes en zepelines. Pero representa un clima de renovación y reconocimiento a la memoria de aquellos primeros soñadores del futuro en tierras colombianas.
I won’t sleep at least you sleep with me
Tonight
Conjure One – Sleep
Tomamos la primera flota que nos llevaría hacia la expulsión del sistema planetario Iris. Llovía a cántaros; recordé mi primer roce de infante con la arena, mi boca cortada por los granos de sílice y mis ojos salados desembocando en la seca grava de infierno atragantado en el surco de las sabanas de piedemonte llanero. De este ingrato mundo de perversidades banales escapábamos junto al Verde Ario, al cual seguramente aún lo asaltarían visiones de su propia infancia marciana bañada en manantiales pródigos de ricos minerales y proteínas del amor en los que junto a los suyos se abrazarían en un atardecer que en su corto tiempo les resultaría infinito, calentados por los generosos rayos de sol, sus radiantes cuerpos brillarían al compás de los armónicos susurros de las ninfas de las hojas que les llamarían por su nombre en el reino de Orfeo hasta abrigarlos en un absoluto de luz hiperbólica en que el brillo de sus ojos sería suficiente para considerarlos bellas asunciones de una pureza jamás aproximada.
Vamos alejándonos de la ciudad grisácea que, como espuma industrial, nos ha exprimido los sueños hasta vaciarnos la mente de cualquier fantasía enfermiza que nos permitiera respirar el azul letal que repta por las desfasadas almas. A través de la rejilla de la flota carguera puedo escuchar el dulce llamado de esa a quien llaman La Puta Tierra; hurgándose entre sus dos orificios planetarios ofrece un lugar en el lecho amazónico para envolver en fragancias envenenadas por babas de indios y luego clavar la cabeza contra una lanza a quien proliferara su marea en su cabello revuelto de ansiedades crepusculares.
Junto a nosotros dos bellas muchachas del reino de los Meteles se acarician las serpientes que chillan sobre sus cueros cabelludos. La una era una misteriosa morena que conservaba la sonrisa aún cuando sus contornos se difuminaran en el vaho melancólico de la aprehensiva noche; la segunda era una rubia de formas delicadas que al moverse parecía caer en un profundo delirio imaginado de alguna deidad bañada en lágrimas oculta en un olvidado volcán apagado por la negativa a amargarse por la imperiosa realidad de ser un planeta rebajado en el orden estacional de las estrellas maestras.
Yo las contemplé dormir a velocidad de escape rasgando las capas de la tela del universo por la suave caricia filosa que sus inconcientes rostros le ocasionaban a los vectores suicidas que dibujaban las velas de la flota en su viajar por el imposible anhelo de la perdurabilidad en la memoria de la palidez de la frágil luna.
Observo al Verde Ario que está sentado junto a mí; mantiene los puños cerrados sobre su pecho. Le pregunto qué contiene en ellos. Abriendo lentamente la primera mano la dirige hacía mi y puedo ver a una pequeña rata que se rasca los bigotes. Acerco mi nariz con manifiesta curiosidad; me llama especialmente la atención la corbata negra que éste usa, en la que tiene estampada la estatua de la Libertad. La rata me advierte y me muerde la nariz. Alejo mi cara bastante enojado con la criatura.
¿Te estás sintiendo bastante extraño? Ok, de eso se trata el slipstream, ¿no es cierto? De suscitar este sentimiento al leerlo, es lo que buscábamos en nuestras historias para la antología, este tipo de narraciones que subvirtieran las expectativas del lector frente al relato. Una historia de Ciencia Ficción que se tornara un poema de amor. Una historia de vaqueros existencialista que la cogiera contra quien la lee. En algún punto se trata de defraudar las expectativas o la actitud del lector frente al cuento; en otro se trata de introducir el elemento sorpresa de un modo tan creativo que trasgreda los géneros literarios, las realidades aparentes hacia el absurdo o la artificialidad de la escritura. El creador del término, ¿quién más podría serlo?, es Bruce Sterling - St.Erling para algunos- y sirve para agrupar una generación de escritores de ciencia ficción que han decidido revelarse contra los parámetros, al parecer tan estrictos, de los escritores y consumidores de la ciencia ficción tradicional. En la literatura universal los autores más cercanos a este tipo de ficción son Poe, Kafka, Beckett, Jorge Luis Borges e incluso se podría pensar en el realismo mágico; sin embargo, para los escritores slipstream es más fuerte la influencia de Borges que de García Márquez. Mi nombre es James Patrick Kelly y es para mí un gusto haberlo conocido. Adiós Amigo.
La rata súbitamente desaparece de la palma de la mano de mi amigo. Me rasco los ojos, aún incrédulo por el inesperado espejismo. De repente Verde Ario dirige su otra mano, abierta, hacia mí y de allí se desprende una esfera que empieza a gravitar a pocos centímetros sobre su cabeza. Espantado le tomo el hombro y por efecto de alguna clase de narcótico arraigado en estos parajes misteriosos de las profundidades del espacio exterior me encuentro sentado alrededor de un grupo de colegiales y estudiantes del SENA en el Orquideorama del Jardín Botánico de la ciudad de Medellín, Colombia, Planeta Tierra, año 2009 – hace exactamente 13 años antes de que todo terminara-.
Nunca estuve en esta conferencia, congreso, encuentro, llámese como se llame; reconozco el lugar porque lo visité alguna vez, un lejano Enero, junto a mi hija y mi exmujer. En ese entonces contemplábamos las orquídeas; Kira tomaba fotografías a los animales, felices, explayados en la recreación de sus habitus naturales; Iky correteaba detrás de los patos y empapaba sus ropas en las escaleras de simulación de bosques de lluvia tropical; en el mariposario nos divertía coger a las mariposas y ellas, tranquilas, confiadas en nuestros protectores dedos índices, interrumpían su danza con el infinito por un instante para enseñarse frente a nuestros curiosos ojos.
Ahora me encontraba en este escenario de la locura, rodeado de impertinentes estudiantes conectados a consolas de gameboys de las que salía una música de metal estandarizada para generar sensaciones de vértigo y velocidad; muchachas en florescencia, anhelantes por exponer sus carnes frescas; aburridos somnolientos que se hurgaban la nariz y se alegraban cuando podían extraer un moco que le pegaban al pelo a otro aún más abstraído en su diálogo paisa silencioso con las vibraciones esenciales del suelo muerto que hablaba de los principios de la escisión fundamental entre la inteligencia humana y los cerebros divinos que regulaban las decepciones de los hombres buenos en la tierra.
Al frente de esta charla en medio del Orquideorama, se encontraba un extraño hombre americano, de mediana edad, caminando de un lado para otro, con el micrófono a la altura del pecho, vestido de colores oscuros contrastado por zapatillas de tela verde; dictaba la conferencia en inglés y al ver a la mayoría de asistentes conectados a un pequeño radio por un audífono, supuse que seguían el discurso por traducción simultánea.
Mary Shelley: Hija de un notable intelectual, radical, liberal abanderado de la lucha por la democracia en Norteamérica de nombre William Godwin. Su madre, de nombre Mary Wollstonecraft, fue una notable filósofa y famosa intelectual en su país, firme defensora de los derechos de la mujer, escribió el famoso libro: A Vindication of the Rights of Woman. Tras haber dado a luz a su primera hija, Mary, falleció fruto de una infección, común en su época. Cuenta la historia que Mary Shelley aprendió a deletrear su propio nombre producto de las regulares visitas a la tumba de su homónima madre. En su casa imperaba el ambiente intelectual y a Mary se le permitía intervenir en las discusiones que se generaban en las cenas con notables intelectuales de época; entre ellos, Erasmus Darwin, abuelo de Charles, el cual gestó una prototeoría de la evolución a partir de la cual se especulaba la diversidad de las especies como resultado de la vida generada por el suelo de la tierra.
Cuando Mary contaba con la edad de 16 años, un joven poeta promisorio, de nombre Percy Shelley, fue invitado a una de las famosas cenas en su casa, evento que provocó la fascinación inmediata de Percy por la atractiva señorita y éste fue el inicio a un escandaloso torbellino de pasión que turbó las moralidades provincianas de la época, debido a que el apuesto y bien dotado poeta era un hombre casado y padre de un retoño.
Optaron por el exilio y no encontrando otro lugar más apropiado para su visión renovadora, liberal y adelantada de la vida que Suiza se asentaron en aquellos suelos del pensamiento de ideas progresivas. Allí entraron en contacto con otro poeta, que era famoso en aquella época precisamente por su visión contestataria contra los valores mediocres europeos, el cual era conocido bajo el honroso título de: El hombre más odiado del mundo. Se trataba de Lord Byron. Hicieron buenas migas y vivieron un verano del amor junto a John Polidori. En este ambiente de desparpajo y renovación intelectual, alguna embriagada noche decidieron hacer una treta que los impulsara a escribir una historia de horror. Percy y Lord nunca cumplieron su parte. Por otra parte, Polidori escribió The vampire y de esta misma apuesta surgió Frankestein de Shelley, libro con el cual Mary ganó para la posteridad el lugar de madre de la ciencia ficción. Soy John Kessel, celebrado autor norteamericano, ganador de los premio Hugo y Nebula; y esto fue una alucinación de un hombre que va en flota rumbo a la desintegración del Universo tal y como lo conocemos. Éxitos y bon voyage.
Soy un clásico viajero cósmico pobre. Apenas tengo para recuperarme. Detesto la palabra lujo porque proviene del término lujuria y considero que la lujuria es digna de cerdos. Nunca he querido hacerme de lujos ni vivir la vida de una manera ostentosa. Sólo vivir con el mínimo de dignidad, pero este anhelo que parece tan natural y humano, es probadamente poco probable en este universo del cual pretendo escapar. La gente se hace a una idea de la comodidad y mi rostro es todo menos amable. Considero que la vida es dolor y tratar de ocultar las ampollas es obsceno.
Como es poco el dinero que tengo y todo lo que huelo a mi alrededor son células cancerígenas me han acomodado el puesto junto al retrete. Estos viajeros espaciales por lo general son inmaduros, brutos y cobardes. Parece que hubieran olvidado el imperativo de nuestros padres que antes de que saliéramos a un largo viaje nos repetían hasta el cansancio: si va a hacer pipí o popó hágalo ya porque la flota no se detiene para que la gente orine. Las flotas del espacio no se detienen para que la gente cague pero acomodan en el lugar de sus puestos una cabina para este fin; y al lado de esta flota acomodan a la persona más pobre o más tacaña que no piensa gastar más en el tiquete para que soporte las miserias de la otra gente que sí tuvo el descaro de gastar más dinero en un mejor sitio.
Ahora imagine lo que es tener más de 100 kg, ser un empresario de contrabando interespacial, con esa manera de andar por el mundo con un culo cargado de simios sonrientes, y sacar la picha colorada y regordeta, rodeada de cadenas de oro, y tratar de mear en gravedad cero. Imagine que de repente la flota encuentra a medio camino un agujero negro de una enana roja y al tratar de esquivarlo, da un tumbo en el espacio-tiempo. El gordo cae en la cabina, grita desesperado al empapar su bigote color castaño, toma un poco de sus orines-desechos de sus Jacks, se riega en las carnosas mejillas coloradas que se ruborizan con las modelos de Meteles, y al punto de sentir asco de sí mismo abre rápidamente la rendija de la cabina, se sacude la pringada polla al frente de usted y de ella sale un renovado cordón de plata, lo empapa de sus orines y usted cierra los ojos con espanto, producto de la fascinación por un horror que jamás se satisface, y vuelve a ver a aquel caballero, mientras se limpia su rostro con un pañuelo bordeado en diamantes, decir: “Jodidos agujeros negros, cuándo los taparán?”
En medio de la película una estática fastidiosa. La gente de primera clase brama. Las películas de Jet Li Décimo no admiten interrupciones. La estática, que al principio no era más que el augurio esencial del big bang, va tomando forma y el ruido empieza a moldear una figura fantasmagórica. Se discierne por asociación una figura difusa. Un hombre robusto, con una amplia sonrisa, sostiene una sombrilla. De fondo un paisaje gótico; un castillo medieval, lluvia grisácea abrazando robles muertos.
Hello Medellín. Estoy muy feliz de estar con ustedes esta fantástica noche. Mi nombre es Bruce Sterling. En este momento estoy en Torino. La construcción que tengo atrás, ajám, muy interesante, ¿eh? Esta mañana me comí un excelente chocolate, de fabricación suiza. ¿No es fantástico? No es todo. Traje conmigo, en especial para este video, i mean, una exquisita salsa picante. – Gesto de fotografía publicitaria: el empaque de la salsa a la altura del rostro sostenido de la base por la mano izquierda mientras la derecha toma firmemente el cuerpo del producto sin que tape la marquilla: una amplia sonrisa de satisfacción- Veamos qué dice esta deliciosa salsa. Empacada en China, fabricada en Ecuador y, lo más genial, la conseguí en Torino. Esta salsa picante no es de China, tampoco de Ecuador y menos de Torino, jajaja, es una Salsa Picante Cyberpunk, ¿No creen? Es lo genial. Bueno, saludos mis amigos. Si tienen preguntas pueden escribirme al correo electrónico. Si cuentan con suerte les contesto. Jejeje.
Aplausos.
A medida que nos aproximábamos a Sirio 2, sentíamos los resplandecientes rayos del nuevo sol como un despertar en un lugar que nos era del todo extraño a los recién emigrantes. Ellas abrieron, cada una en su propio tiempo, como si cada una contuviera en sus sueños un campo inercial independiente, los maravillosos ojos que les descubrían una nueva naturaleza y un modo de aprendizaje de la magia oculta en los secretos inherentes a su ser femenino que les otorgaba la categoría de hechiceras de las formas universales; formas que el hombre, por más que intentara desentrañar, jamás podría concebir en su masa torpe.
°Titulo derivado de la famosa antología de Harlan Ellison, Dangerous Visions, traducido al español como Visiones Peligrosas por ediciones Orbis, 1980.