Esta historia surgió a partir de la invitación del artista Patricio Dalgo para participar en un Festival de Arte Generado por Mouse -atravesado por la condición precaria y subalterna- en el Ecuador. Lamentablemente, por problemas precisamente de precariedad técnica, tal como nos lo explicó Patricio, nos quedamos sin hacer la presentación pensada a manera de conferencia por Skype. Entendemos que estos contratiempos ocurren, sobre todo cuando se refieren a "eventos de tecnología precaria"; no obstante, la gentil invitación nos motivó a escribir una reflexión sobre la relación platónica entre el mouse y el cursor en la interfaz gráfica. Y, pues bien, ya que el texto no se pudo leer en el festival lo compartimos por este medio.
CURSORES FILENOS
Por Luis Cermeño y Andrés Felipe Escovar
Dedicado a Tucídides Chacón, El Alto, Bolivia.
Me quedé encerrado por fuera. CURSOR.
- Se me perdió el ratón, mamá .
- Se me desdibujó el mundo, papito.
1. Seleccione sexo. 2. Copie y pegue y meneo en el rabo del ratón. 3. Guarde un nuevo archivo: una decepción amorosa que vivificará las lágrimas 4. El ratón está angustiado. 5. Huye, huye ratoncito. 6. A dónde van tus cursores lejos de ese invierno alemán en donde a tu ratona la han pisado como gallina clueca? 7. El ratón no sabe, el ratón se quiere ir, ¿o querrá quedarse? Algunas veces el ratón cree que él no maneja el cursor sino el cursor a él, así como muchos creen que Diosito los maneja y no nosotros a Diosito. ¿Qué será? ¿Qué será? Ay yo no sé. Me quiero morir. 8. ¿Quién se quiere morir el cursor o el mouse? El teclado, maestro. 9. Se me borró la pantalla y sin pantalla no hay mouse que valga. 10. ¿Y el cursor? 11. Los cursores sí existen, siempre existirán, cuando la pantalla se apaga naufragarán en la oscuriodad yu no hay mouse que valga. Ya es tarde muy tarde siempre es tarde por temprano que sea. 12. El espía Mouse está acechando: achtung 13. No hubo negociaciones de paz entre el mouse y el cursor 14. Cursor mío, cursor mío ¿por qué me has abandonado? 15. Esa decepción fue un pantallazo de la gelidez de las galaxias para conmigo. 16. El mouse está cabeceando como un loro. 17. En el futuro habrán loros que manejarán cursores. Loros que dirán: muévete allí cursor. Y el cursor lo hará. Ya no habrá mouse que valga solo loros 18. Rua rua ¿quiere cacao? 19. No gracias, soy sordo. Dirá el cursor. 20. Vendrá el topo ciego a imponer sus cursores filenos. 21. Ollanta Humala se comió un ratón y la flecha le dice: vete a la puna.
22.
Oh Puno! Mi puno!
Puno Puno Puno
Puno penario pena pene
Puno pasmado postrado aterido
Mañana cuando en el río profundo de los tiempos
Mi cadáver se hunda y profeses mi triste nombre
No habrá tiempo ni lugar para cometer este deicidio
Que en cucharadas me conmina a lagrimear
Como las llamas que algún mortal peruano amó
Oh Puno Puno Puno
Mi Puno Puno
Los príncipes Punescos carecen de esqueleto
Las amibas decidieron volcarse sobre sí mismas A tus orillas de frío incólume y ministerial
Mi hermanito llama.
Mi hermanito está muerto
Mi papasito también.
23. Me asestaste un golpe al ecuador de mis sueños 24. Me diste en el Guayaquil de mi sexo 25. Iquitos se empalagó de teclados sin consonantes. 26. AEIOU 27. El ratón sabe más que tú 28. Y el cursor sabe más que el ratón 29. Por lo tanto el cursor no sabe más que tú 30. Me espiaron hasta lo que no tenía en el corazón. 31. El cursor se inventó unos días en los que no nací y me dio jornadas incansables en la penumbra de las computadoras apagas. Porque el cursor existe sin necesidad de pantalla. 32. Al cursor yo lo veo cursando antiguos y vastos ríos amazónicos que bañaron Iquitos, Perú. 33. Y el topo dice: yo no veo ningún cursor 34. El mouse contesta: porque usted está ciego y el cursor no es para los ciegos 35. Falso, dice el loro. Porque yo ciego lo dirijo con mi canto. 36. Tú no estás ciego, sólo no quieres ver. Le increpa el topo. Ciego estoy yo, que ni siquiera sé si la pantalla está prendida o apagada. No tengo cursor que me dirija. 37. Cursor mío, cursor mío, por qué me has abandonado. 38. Habrá una peste negra ocasionada por los Mouse. Nos morderán las manos, nos saldrán bubos en la piel y nuestras cabezas quedarán clavadas en los tecladeos que plasmaran la hora y la fecha de nuestros nombres en la pantalla negra del espacio en que los extraterrestres se pierden. 39. ¿Hay cursores extraterrestres? 40. No, los cursores nunca han sido terrestres, a lo mucho han sido filenos. 41. Filenos que atraviesan el pecho por la daga envenenada de sus deseos brujos. 42. Estoy cabeceando, mano. 43. ¿Otra vez el mouse? 44. Acabó de ver a la ratona siendo pisada por un gallo del asia menor. 45. ¿De donde es Cristo? 46. No, de más allá, porque el reino de él era de otro mundo. El mundo del cursor. Y el mouse es tan terreno como un arado en que descampan los espantapájaros mongólicos del mundo informático. 47. El teclado se volvió marica y clama sin cesar manos enteras que lo toquen hasta que sus letras sean borradas hasta devenir un piano triste y enmudecido con mucho frío, un frío desgonzado de las sierras quiteñas de sus párpados caídos. 48. Se envejeció el teclado y le dio alzheimer y ya no habrán palabras sólo cursores oprimiendo a la nada. A la nada de las vulvas y el bulbo raquídeo que quedó como espejo de lo que alguna vez pasó por el silicio de esta Tierra 49. Se me condujeron mis nostalgias, dijo el microchip mientras se recalentaba de lo mero triste. 50. Te esperaré toda la vida, dijo Julio Jaramillo. Jaramillo o acaso otro mouse que se estropeaba lejos de su cursor. De temperamento juramental. 51. Pigmeus in extremis extraterrestrus. 52. ¿Un emperador de cursores incas?+ 53. Un sueño dorado de El Dorado. 54. Me hicieron el ayayay, exclamó Manco Capac 55. Eso no es nada maestro, replicó el manco de Lepanto. A mí me tocó inventarme un viejo que se enamorará porque de amor yo nunca supe. 56. ¿Los mouse saben de amor? 57. No, los mouse sólo se reproducen como conejos. 58. ¿Y los cursores como se prolongan en el tiempo? 59. En las pantallas no hay tiempo, ni espacio, ni tampoco ilusiones. Tan solo carencias que titilan en los ojos de los ciegos 60. ¿Y quién está ciego? 61. Pues yo, el topo. 62. Y Borges y Homero también. 63. Los ciegos parpadean, pregunta el loro 64. Sí, a la nada 65. Y en esa nada los cursores podrán moverse por sus parpadeos 66. No, los cursores no se mueven ellos mueven las dunas de los desiertos iluminados de las pantallas de los ordenadores de Diosito. 67. ¿O sea que Diosito existe? 68. No, él me dijo que no existía. 69. ¿Mongólico? ¿Eres el mongólico? 70. No, soy el loro de Abisinia y aprendí de Rimbaud que lo mejor es mandarlo todo a la mierda 71. Pero si a ti no te gustaba Rimbaud. 72. Me gustaba como hombre mas no como poeta. 73. ¿Y qué poeta te gusta? 74. El que ha borrado con su cursos las palabras que nunca dijo 75. ¿Pero las escribió alguna vez? 76. Sólo Dios sabe. 77. Pero si dijiste que Dios no existe. 78. Pues por eso. Concluye el Loro. 79. Se escurrió el líquido de la pantalla 80. Es porque está llorando 81. ¿Por qué llora? 82. Porque ha descubierto que más allá del cursor hay otro cursor que lo precede y detrás de ese cursor otro que no podría incurrir en llamar el big bang. 83. ¿Bang? ¿Como un disparo? 84. No. Bang, como el golpe de una pelvis fuerte contra unas nalgas tersas. Bang Bang Bang. Uy Uy Uy, qué rico. 85. ¿Acaso tienes cuerpo¡ 86. Sólo un cuerpo de axiomas matemáticos 87. ¿Y cuál es el axioma del Mouse? 88. Desaparecer. 89. Dígame: ¿el cursor es el axioma de la interfaz gráfica de los sueños? 90. El cursor es el axioma de todos nosotros. No sólo de nuestros sueños. Alguna vez sabrás que hay un cursor en donde ir. No le hagas caso, puesto que sólo te puede llevar al proemio de Parménides que murió gritando eureka. 91. Pero ese no es Parménides. 92. ¿Eres Dios, para saberlo? Además después de muerto, los nombres sólo le importan a las lápidas. 93. ¿El teclado puede hacer inscripciones sobre tumbas anónimas? 94. El teclado no puede hacer nada si no existen manos quisquillosas que lo manoseen. 95. Falso. El teclado me dijo que puede desprenderse de sus teclas como el intestino puede liberarse de su ano. 96. Hay muchos anales desde los romanos, anales hechos por un cursor que ellos no vieron por estar enamorados de Piero Della Francesca. 97. ¿Las francesas son ratonas muy putas? 98. Muchísimo, Loro. No les hagas caso. Ellas también botan líquido como las pantallas. No líquidos lagrimeantes sino lascivos, sucios. Sus corsés están llenos de cebo de pecado. 99. ¿Los cursores pecan? 100. No, los cursores no pecan, solo porque no existen.
Un texto de Hunter Thompson después de la muerte de William S Burroughs:
William tenía buen gusto para las armas, y luego se volvió muy bueno con ellas. Yo recuerdo junto a él una tarde disparando en su rancho a las afueras de Lawrence. Tenía cinco o seis revólveres bien engrasados sobre una mesa de madera, cubierta con un mantel blanco,usaba cualquiera de estos según su ánimo en ese momento. La Smith & Wesson era su favorita. “Esta es mi pulidora”decía amorosamente y luego se arrodillaba y entonces ponía cinco o seis disparos en el pecho de un objetivo en forma desilueta humana a 25 yardas de distancia.
Maldita sea, pensé, estamos en presencia de un verdadero tirador. Nicole había estado filmándolo todo con su Hi8, pero yo le quité la cámara y le dije que caminara 10 yardas al frente de nosotros y pusiera una manzana en su cabeza.William sonrió ligeramente y la apartó. “No importa, querida” le dijo “pasemos ese truco” Luego levantó el Casul Magnum .454 que yo había traído conmigo. “Pero probaré este” dijo “Me gusta como luce”. El .454 es el revolver más poderoso del mundo. Es dos veces más fuerte que un Magnum .44 con una larga mira y una culata tan brutal que me encontraba reacio a dejar un hombre de 80 años dispararlo. Esta cosa va a retroceder bruscamente y romper tu cráneo si no la sostienes correctamente. Pero William persistió. El primer disparo lo levantó a dos o tres pulgadas del suelo, pero la bala pegó en la garganta del objetivo, dos pulgadas arriba. “Buen tiro” le dije “Trata un poco más abajo y un click a la derecha” El asintió y se preparó de nuevo.
Su siguiente disparo perforó el estómago dejándole un sucio moretón rojo en sus palmas. Nicole se estremeció manifiestamente detrás de la cámara pero le dije que sólo estábamos bromeando sobre la manzana. Luego, William vació el cilindro, disparando una vez más a la ingle y dos veces justo debajo del corazón. Lo alcancé para apretar sus manos mientras cojeaba de regreso a la mesa, pero él bromeaba al respecto y pedía algo de hielo para sus palmas. “Bueno” dijo “Esta es una pieza muy sucia de maquinaria. Me gusta” Puse la sucia bestia plateada en el estuche y se la di. “Es tuya” le dije. “Te la mereces”.
Lo cual era cierto. William era un excelente tirador. Él disparó como escribió – con extrema precisión y sin miedo. Nosotros habríamos disparado el trasero de un M-60 aquel día, si hubiera traído uno conmigo. Nosotros habríamos disparado cualquier cosa, y él no temería nada.
Un café con la ciencia ficción colombiana Luis Cermeño
El miércoles 30 de Septiembre, nos reunimos en un café del centro Internacional de Bogotá un grupo de amigos de la ciencia ficción convocados por la pasión que el género despierta entre lectores y promotores.
En esta oportunidad estuvimos: Antonio Mora Vélez, reconocido escritor del género a nivel internacional; Albio Martínez, historiador cultural y de ciencia ficción colombiana; Alberto Gómez Martínez, profesor de historia; Tabara Gutiérrez, de cienciaficcionarios Bogotá; Camilo Arias, biólogo marino y explorador de arcanos; y el autor de este blog.
En la reunión tuvimos la oportunidad de discutir de temas tan amplios como las nuevas tecnologías de redes sociales, el peligro que detenta su inmersión en la privacidad de las personas; sobre la escasez de libros de ciencia ficción en el país; Tabara nos contó su experiencia con cienciaficcionarios, hablándonos un poco de sus inquietudes, su historia y su modus operandi.
Al referirnos a la nueva y primera revista de ciencia ficción en Colombia Cosmocápsula, en la cual Antonio Mora Vélez participa activamente, se presentó la oportunidad para abordar la recurrida discusión sobre la definición del género, momento en que Mora Vélez afirmó: se llama ciencia ficción a falta de un mejor nombre. Es decir, se reconoce que se establece límites con el género fantástico, tampoco es realista, pero más allá poco importa si sucede en el espacio exterior o interior, si cuenta con tecnologías improbables o en desuso, si atañe específicamente a lo que se llamó alguna vez "literatura de anticipación". No importa. La idea no es restringir la literatura ci fi a una definición absoluta ya que, como alguna vez dijo Mora Vélez, se trata de un género que admite todas las tendencias, al tiempo que se reconoce es una escritura que se ciñe a cierta lógica que la diferencia de otros géneros como el fantástico o el realista (pero no por eso se reprime de jugar en estas fronteras).
En la segunda parte de la reunión hablamos de los precursores de la ciencia ficción en Colombia. Siempre había creído que los dos padres de esta literatura en Colombia habían sido René Rebetez y Antonio Mora Vélez. El mismo Mora Vélez se encargó de explicarme que aunque habían sido los primeros autores consagrados a escribir por esta línea y tener una obra como tal de ciencia ficción, no habían sido los primeros en escribir este género en Colombia.
Albio Martínez fue el encargado de hablarnos de estos primeros libros raros que sin lugar a dudas se pueden considerar los primeros en Colombia en hacer ciencia ficción. En su última investigación, aún sin publicar, Martínez estudió las novelas precursoras: Historia de 14 sabios (1928) de José Felix Fuenmayor; Barranquilla 2132 (1932) de José Antonio Osorio Lizarazo; y Viajes en zepelines que tendrán lugar en el año 2009 (1936), de Manuel Sliger Vergara.
Estas tres primeras obras que se reconocen sin lugar a duda como las fundadoras de la literatura de ciencia ficción en Colombia tienen el mérito de haber sido grandes propuestas con un interés renovador y visionario de la sociedad. Algunos de estos autores, que permanecen casi inéditos, tuvieron el valor de arriesgar una propuesta adelantada a las convenciones literarias de su época, algunos incluso sufriendo el rechazo y la burla de los críticos. No obstante, es deber del tiempo saldar cuentas y reconocer los méritos justos de cada quien.
Una sencilla reunión de fanáticos de la ciencia ficción en el 2009 no tendrá el mismo cariz espectacular que unos viajes en zepelines. Pero representa un clima de renovación y reconocimiento a la memoria de aquellos primeros soñadores del futuro en tierras colombianas.
(Exposición sobre la teoría de los efectos, leída en clase el día 31 de marzo de 2009)
NOS INVADEN LOS HUMANOS
Considerados como responsables de moldear las ideas de los individuosa pesar de ellos, de manipularlos, los medios actuarían como hipnóticos oengañarían con estereotipos que ellos mismos transmitirían. ERIC MAIGRET – Sociología de la comunicación y los medios.
Sería su gran noche en la belle époque fm. Una emisora sucia y vulgar ubicada en el último radial del fm, imposible de hallar en las radios convencionales; por lo general la audiencia ávida de porquería que lograba sintonizarla lo hacía violentando sus dispositivos desechables (esto se lograba usualmente trazando alrededor de la perilla una pequeña ranura con una navaja).La belle époque no correspondía al tipo de cadena comercial que pautaba lánguidas horas de publirreportajes y electrodomésticos para el hogar. El sostenimiento de la misma era un misterio. Había quien aseguraba que su existencia obedecía al inconciente exhausto de la suma de transmisiones nacionales, las cuales convergían en una afortunada frecuencia digna de ser dirigida a las estrellas como un mensaje claro de que los miedos de los hombres superaban en nobleza a sus deseos. No le faltaban razones a quien hacía estas afirmaciones, sólo bastaba con echar un vistazo al tipo de público fiel a la belle époque para comprobar que su naturaleza era extraterrestre: fenómenos disfuncionales, ebrios del mediodía, candidatos a intentos de suicidio subvalorados, escritores de ficción zombie, encumbrados ladrones de porciones de pizza. Toda esta gama de personas, conocidas como Des Foules, que ni siquiera eran dignas de ser tenidas en cuenta en las élites del submundo (gobernadas por hippies, beatniks, raversy nuevos bohemios), seguían fervorosas las transmisiones de la grasienta emisora y adoptaban comocredo el slogan: el puerto de los radios robados cruza el canal de destrucción hacia la belle époque.
Laz descubrió que el líquido viscoso que bañaba su rostro era fruto de las lágrimas y no de la bilis, como sospechó recién recobró conciencia. La convulsión había cesado y ahora trataba de encontrar valor repantigado en la sombra de la hepática lámpara fluorescente. Se sentía enfermo, colocado y traicionado. Se apoyó en el inmundo retrete, con la fuerza de una rodilla se incorporó, salió de la cabina del baño y se enfrentó a su degradado aspecto en el espejo como un viejo desconocido al que prefieres ignorar al ver en la calle.
Afuera de la estación un rayo de sol estallaba contra una de las ventanas de cristales polarizados.Laz se sentó en el borde de la cerca, sintiendo como el sol trataba con poco éxito de colorear su carne y la brisa arremetía con un fríoinmovilizante, que se colaba al interior de su chaqueta de cuero café, al tiempo que le despeinaba el largo pelo negro impregnado de nicotina.
Una sombra de culpabilidad se cernía sobre su maltratada conciencia.Debería intentarlo, por lo menos en orden de resarcir injurias. Un ultraje atenazador desplegado sobre la cortina horizontal de la ciudad que ellos insistirían en negar hasta el final a menos que se vieran obligados a re-conocerla en cuanto desconocida. Toda una vida negando su procedencia y ahora que estaba seguro de su génesis estelar podría encontrar la manera de subvertir a esa masa de vagabundos, desempleados y rufianes en contra de la mentira plácida que toda la vida había escuchado decir, con esa seguridad conformista y despreciable, lo que llaman una arrogancia metódica, a esos organismos incorpóreos que succionaban los flujos de dinero, los flujos de mensajes mediáticos, los flujos políticos, los flujos sexuales, los flujos mercantiles, los flujos legislativos, los flujos políticos, los flujos culturales, los flujos religiosos, los flujos plebeyos, los flujos académicos, los flujos científicos, los flujos parasicológicos, los flujos de traición, los flujos de lágrimas y los flujos laborales.
El tiempo de las estrellas henchidas a punto de colisionar en enanas rojas tomó la forma de sus ojos rabiosos y descontrolados. No era producto de lo que llaman el amor humano ni su lugar ocupaba el mismo en que la gente se golpeaba la cabeza con bastos. Era un auténtico hijo del gigantesco vacío universal y cuanto menos veía las cadenas que atenazaban sus movimientos en la órbita terrestre más odiaba su condena y carencia de un auténtico oxígeno de los sentimientos.Con una determinación delirante atravesó el umbral metálico de la torre polarizada, tomó el ascensor hacia el sótano y allí encontró la mohosa oficina de Orson Welles. Como entró sin previo aviso, lo encontró con media manga de su camisa recogida sobre su hombro. Una cuerda de hule aún sujetaba con firmeza el antebrazo del robusto hombre.
-Cuándo aprenderán los gusanos marcianos a tocar la puerta, joder. Sigue hombre, ¿qué necesitas? – preguntó Welles al tiempo que encendía un asqueroso puro-
-Así que es tan obvio que soy un marciano para ti, ¿por qué nunca me lo dijeron? ¿Por qué insistir en callar lo que salta a ojos vista?
-Hombre, hasta las mejores familias tienen sus oscuros secretos que prefieren callar.
Laz necesitó un tiempo para recobrarse. Se sentó en un sofá desvencijado sobre el cual a pocos centímetros reposaba un estante de revistas fantásticas, Amazing Stories, comics y gacetas del horror. Otra vez sintió ese espeso mercurio líquido quelo diferenciaba de los “hombres” caer sobre su plástico rostro diseñado para unas percepciones que no eran las propias suyas. Welles, visiblemente conmovido, se acercó a él, se sentó junto su lado y empezó a darle palmadas en la espalda. Luego le acarició dulcemente una de sus piernas y le ofreció su hombro para que apoyara la cabeza. Laz levantó la cara y le pidió a Welles un poco de ese opio que se estaba inyectando.
-No Laz, no es opio, es lo último en alucinógenos, de hecho es lo que explica el que pases desapercibido por el mundo: Es O.P (Opinión Pública) y su aplicación en la epidermis es de efecto instantáneo: como si tu cuerpo de repente se convirtiera en una masa amorfa y moldeable que ajustas al primer pinchazo a una perfecta visión del universo como un lugar honesto y deseable.
-Quiero algo de eso, por favor aplícame.
Welles le pidió a Laz bajarse los pantalones, le inyectó la aguja hipodérmica en su nalga derecha y luego de que éste se subiera los pantalones, esperó el efecto deseado. Al breve instante, Laz dejó de ser ese insoportable marciano conflictivo, con tantos problemas en su cabeza, y empezó a portarse como todo un redneck, para orgullo de Welles. Laz saltó de improviso sobre el sofá, apuntó sus dedos como los niños que juegan a los vaqueros y empezó a decir que quería matar algo, ingresar al ARMY, viajar a Iraq, destruir mezquitas mientras escuchaba heavy metal para luego irse a vivir a la Florida, montar un sports bar y morir de estupidez senil.
El efecto trasgresor de la personalidad en Laz no demoró en agotarse y del mismo modo súbito como se desvaneció en las mesetas desérticas rendido ante la paranoia esquizofrénica se encontró arremolinado de miedo contra el rincón de un diván de cuero, de regreso a la oficina de Welles.
Nosotros se los advertimos. Y por más que se los advertimos no creyeron. Esto es una representación; esto es un espectáculo. Esta guerra no es otra cosa que un espectáculo. Babuinos radiactivos atacan los centros urbanos como Krilles que arden en la parrilla de las nebulosas. Niños chiitas rebotan en sus adustas barbas negras, ingresan a la red Internet desde sus mezquitas para confeccionar aquellas irresistibles recetas de bombas caseras que reciben vuestras escuelas y computadores personales de vuestros hijos en sus cuartos en las residencias estudiantiles. El público prefirió creer en la ficción que en la desoladora realidad: no había a quién culpar.
Welles seguía inmerso en la penumbra de su escritorio que parecía elevado en desproporción al nivel del resto del suelo de la oficina.
Laz estuvo un rato titubeando su perplejidad, entre observar el monótono monólogo que Welles empezaba a vitorear a través de un megáfono y contemplar la suela arruinada de su zapato por las colillas de cigarrillo Camello Nipón. El odio volvía a inmovilizarlo, ahora el desprecio no podía dirigirse hacia otra dirección más que hacia sí mismo. Odiaba su debilidad, esa forma de prestarse a inducciones alucinógenas sociales que le generaban la incómoda incertidumbre de estar dislocado de su procedencia, como un árbol sin raíces y ridículamente decorado con cintas rojas, verdes y guirnaldas navideñas; él era ese árbol para la sociedad que se empeñaba en quitarle todo el valor a su diferencia con los otros seres: eres un marciano pero a la ostia, ¿qué tan distintos pueden ser un cretino del cerro Nutibara con un gilipollas del Monte Olimpo?
Welles escupió sobre el informe que redactaba, con visible desdén, como si se tratara de una obra literaria,y volvió su mirada hacia el sofá en el que Laz estaba repantigado.
-Ah!, ya estás acá, de nuevo en tu mundo individual.
-Siempre he sido yo, Welles; estoy denostado mas no desfigurado
-Es difícil de explicar, Paulie y tal vez te suene a espiritismo de cabaret lo que te revelaré: lo que experimentaste tras la inyección epidérmica de O.P no fue otra cosa que un alma, un ente colectivo provisto de comportamientos individuales con características muy específicas. Por lo general el ciudadano de la calle accede a este alma por lo que suele llamarse en psicología conductista como “conciencia colectiva”, lo que revela una unidad psíquica en las mentes humanas a ciertas frecuencias telepáticas.Este alma recibe un nombre de nosotros, los especialistas e intelectuales: La Masa, le decimos, por su naturaleza colectiva, avasalladora y gremial. Lo que no significa que para acceder a la masa se requiera congregarse en un espacio particular con una multitud definida; como diría mi buen amigo francés, querido doctor Le Bon: “La disolución de la personalidad consciente y la orientación de los sentimientos y pensamientos en un mismo sentido, que son los primeros rasgos de la masa en vías de organizarse, no implican siempre la presencia simultánea de varios individuos en un mismo lugar”[1].Por otra parte, tu fascinante actuación inducida por el efecto de la droga explica la idea de que la masa comporta ciertas actitudes individuales tales como: impulsividad, irritabilidad, sugestividad, credibilidad, exageración, simplismo, intolerancia, autoritarismo, conservadurismo y hasta deseos por envejecer.Pero, entre nos, ¿qué droga no comporta su propio espíritu individual?
Laz estaba harto del irrespeto. ¿Qué novedad podría informarle Welles sobre alguna droga que ya no hubiera probado? Aunque si bien era cierto que desconocía absolutamente esta nueva sustancia O.P, que al parecer los hombres desarrollaban naturalmente en sus propias conciencias, pensó que lo más cercano que había escuchado al respecto era lo que había leído alguna vez de un hombre llamado Carlo Marx, al aseverar: La religión es el opio del pueblo. Era cierto que las manifestaciones de la religión terrestre tenían mucho de los criterios que Welles ahora le adjudicaba a O.P – irritabilidad, sugestividad, credibilidad... de hecho todas las actitudes mencionadas, agregando incluso un deseo morboso por “morir para vivir”-; no obstante, qué tan cierto era que efectivamente la personalidad conciente pudiera disolverse, y los sentimientos y pensamientos del conjunto de los humanos pudieran dirigirse a un mismo sentido, como bestias guiadas por tapaojos; incluso, hasta qué punto Carlodesconocía el hecho de que el opio era en realidad la religión de muchos pueblos, incluso de la propia civilización actual que estaba tan colocada como para fundar una verdadera religión de liberación como la que Laz intuía dormía en subrepticio debajo de las capas de hielo de su planeta rojo, de eriales impenetrables y labios sellados en carros extintos que alguna vez albergaron ángeles de guerra.
Welles se sentó, meditabundo en su escritorio, tomó un lápiz y se lo mandó a Laz, con toda la intención de agredirlo. Empezó a revolotear en sus papeles, desesperado. Laz se apretaba los puños, nunca se había sentido tan molesto y negaba con su cabeza al ver el descontrol de aquella persona a la que quería tanto. Le preguntó de nuevo por qué no le había dicho que conocía su secreto mortal:
-Tengo miedo de los extraterrestres, Laz, esa es la verdad. No los soporto y no dejo de pensar cómo será el día en que ustedes nos invadan.Nunca has leído La guerra de los mundos, de Wells?
-Guerra, invasión, miedo… todas esas son categorías humanas, Welles; no debes temer.
-No sabes lo que dices, Laz. Es como pensar que todas estas criaturas extravagantes vendrán al vecindario, con sus pompas, su forma escandalosa de irrumpir por el mundo, sus pensamientos aberrados conviviendo en las escuelas con nuestros hijos. Luego qué pedirán, ¿matrimonios interplanetarios? ¿Representación en el congreso? No, Paulie, es una idea que me desvela y me hace imposible la experiencia de volver la cabeza a las estrellas.
-Entonces también me juzgas a mí, ¿no es cierto? Todo este tiempo me has visto como un pervertido, ¿no es verdad? Porque también he amado a los hombres, y lo sabes, pero jamás pensé que se me tacharía por ello y mucho menos que fueras tú quien tiraría la primera piedra.
Con una señal autoritaria, por consiguiente despectiva, Welles le solicitó al extraterrestre Laz marcharse de su oficina. Laz le gritó en el umbral de la puerta:
-Welles también eres un extraterrestre. Por más que quieras negarlo, lo sabes en lo profundo de tu desgraciado corazón; de lo contrario no necesitarías inyectarte para sentirte como un hombre. Eres un cobarde por no aceptarte tal y como eres. Por eso me tratas de esta forma, miserable, te odio, te odio.
Contrario a como entrara, Laz salió del edificio corriendo, tratando de contener las lágrimas de mercurio que brotaban de sus ojos marcianos con sus delicadas manos que sufrían al contener el corazón.
Ahora no había razón alguna que lo detuviera en su determinación temeraria, iría a la emisora La belle époque y a través de las frecuencias “calientes” de radio, capaces de hipnotizar a las audiencias, transmitiría el mensaje del que era portador. Sería su gran noche. Había logrado conseguir el espacio y lo aprovecharía.
Las míticas cabinas radiales que tanto escepticismo despertaban en los críticos compartían una misma entrada de espejo de agua. Estar allí sería un sueño fantástico para alguien que soñara. La construcción ubicada en el centro de la ciudad se levantaba por sí misma como un organismo biológicorudimentario del pérmico.Lo más extraño de todo era la aparente inexistencia de antenas a un considerable radio de acción. Por lo demás, la estación emisora parecía confundirse con la mugre misma del centro urbano y daba la impresión de ser los escombros de una vieja edificación sagrada.
El programa a transmitir sería de carácter netamente espontáneo. La idea sería irrumpir en una clásica programación musical nocturna con reportes sobre una amenaza en tiempo real. Paul Laz aprovecharía su talento para variar de voces con el fin de representar diversas personalidades y funcionarios en cargos públicos para agregarle realismo a la situación. Con esta estrategia buscaría generar un efecto intimidante en la población y generar pánico a gran escala.
Cuando entró al lugar se encontró con una escalofriante soledad que parecía respirarle entrecortada al hombro.Las oficinas se encontraban vacías y las cabinas encendidas pero sin operarios, como si funcionaran de manera automática. Aunque había recibido un e-mail que le daba las indicaciones para llegar, la fecha y hora, suponía que se encontraría con una persona que le ayudaría a instalarse. Se trató de dar alientoal pensar que seguramente su curriculum estaba redactado de tal forma que se comprendía que era un experto en el manejo de equipos radiales y su experiencia era suficiente para desenvolverse solo en una cabina radial. Esto, incluso, era más que deseable para sus propios fines.
Esperó la hora oportuna y cuando llegó inició la transmisión como un ordinario programa de variedades.Un día corriente de frustraciones para su audiencia. Algunos estaban ante el comedor frente a sus hijos, sin nada más que decir, con la radio sobre la mesa, comiendo la sopa y escuchando la música que ponían en la radio. Otros se encontraban en la habitación, apenas podían ver a la pareja que tenían a su lado, se miraban las heridas de la piel y subían la frente con los ojos cerrados. Les gustaban las tonadas relajadas, que no les exigiera demasiada excitación ni tan lenta que no pudieran digerir. Eran los fervientes del sueño de La belle époque fm, así como Laz lo había sido durante toda su vida. Apenas podían imaginar soñar con algo mejor. Sus vidas eran un constante abuso; sólo maltratos y atropellos sobre ellos. También tenían momentos luminosos. Esos días por fuera del tiempo en que se sentían felices, casi niños nuevamente, haciendo piruetas en el césped y mirando al infinito que les era propio.
El primer corte fue abrupto. Un reporte noticioso:
-17 marzo de 2009: Por medio de la sonda espacial Phoenix Lander observamos por primera vez una nevada marciana que nos heló los nervios. Un invierno secreto por milenios ahora se manifestaba en toda su expresión severa sobre la metálica estructura. Cuando tratamos de movernos un rocío de agua salada sujetó la pata de la sonda. Algo inmemorable se aferraba como un susurro desfalleciente.
En seguida hizo el corte a la música, Laz recibió una llamada. Pensó que se trataría del primer llamado de atención; no obstante se trataba de una voz femenina, de origen exótico, que aventuró de las selvas del Perú, la cual le invitaba a desarrollar más la noticia.
El segundo reporte:
-31 de abril del 2009: Se ha hallado el cráter que se supone fue el punto de impacto del meteorito que colisionó contra el planeta rojo y que ocasionó la pérdida de sus océanos. Se supone que antes del impacto Marte pudo haber tenido un clima tropical, propicio para el desarrollo de la vida como en la Tierra.
La voz volvió a comunicarse tras el siguiente corte. Esta vez se presentó como Kim.
Tercer Reporte:
-13 de mayo del 2009: Una expedición en el cráter desata una conclusión inverosímil. Contrario a hallar un mineral que indicara el material del hipotético cometa que impactó el planeta se encontróun arsenal artificial similar a los residuos metálicos que dejan las explosiones de bombas en el planeta Tierra. Las conjeturas más estrambóticas no se hacen esperar, siendo los científicos más tenaces los primeros en aventurar fantásticas explicaciones que escandalizarían al más alucinado seguidor de cuentos ovnis.
Kim volvió a comunicarse. Esta vez Laz se sintió más cómodo y le preguntó cuál era su interés en llamar. Kim le dijo que no podía pegar el ojo, mucho menos estando sola y que pensaba que un poco de conversación le haría olvidar su estado de desamparo. Laz rió y le dijo que no podía ser tan malo como ella lo pintaba. Ella se limitó a callar.
Cuarto Reporte:
-5 de Junio del 2009: El célebre científico Barcus Virg, sostiene la siguiente afirmación: Una antigua civilización, probablemente la Atlántida mencionada por Platón, entró en guerra con la civilización de Marte, en los albores del mundo. Los Atlantes al tiempo que desarrollaron aviones crearon armas de destrucción masiva. Los humanos atacaron primero, dejando a la civilización marciana diezmada y provocando su posterior desaparición al haberles pulverizado la atmósfera. La respuesta desesperada de Marte fue una bomba que terminó el pueblo Atlante y con ello el progreso científico adelantado por ellos.
Kim:
-Laz, no eres el único marciano, no debes estar furioso. Te garantizo eso.
Laz:
-Lo sé. Están aquellos que llaman Des Foules o La Masa Tonta. Ellos tampoco pertenecen a esta tierra. Por eso son unos desadaptados y por ello abusan de ellos, porque son los perdedores milenarios de una guerra de la cual sólo sus genes tienen memoria. Pero todo va a cambiar, Kim, créeme.
Kim:
-Laz, no resistas el mal. Estás en tu hogar, no existe Tierra, no existe Marte. Todo a tu alrededor es el Monte Olimpo. Vengo a traerte laureles.
Laz se encontró de frente a Kim y comprendió las cosas. Junto a ella estaba el grupo de soñadores silenciosos. A ellos sólo un cretino como Ortega y Gasset podría tacharles de Masa revoltosa. En sus ojos había una belleza infantil y un brillo de esperanza.
Afuera de la estación radial la gente funcional del mundo se agarraba la cabeza y salía corriendo de un lado para otro. Unos se golpeaban contra las paredes. Otros se suicidaban. Ninguno parecía tolerar la verdad de su alucinación. De repente el planeta azul se chamuscó en sus manos. No quedaba sino el árido polvo rojo soplando desnudo a la intemperie del frío.
Yo era testigo de todo esto en mi imponencia. Me levanté sobre ellos develando mi espíritu. Arropé La belle époque en el seno de la lava consumida en mi perpetuo soñar y al resto los dejé morir.
[1]LE BON, Gustave. (1983) Psicología de la multitud. Morata, Madrid.