Thursday, December 29, 2005

Martes, 27 de Diciembre.

Qué más apropiado que hacer el conteo de final de año con la canción de FIFA 2005.



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Este año termina. En retrospectiva hubo más risa que lágrimas. Eso define un buen año? Algunos cambios radicales, algunas rupturas contra mí mismo y contra el mundo. Mi cara recordará el año 2005. Provengo de una religión (región) donde se sobreviene al intenso dolor de una supernova en perpetuo estallido. Si es consuelo en que resides, si es amor lo que das: te falta cultura para entender el lugar del cual he emergido. Y las cavernas de lo que sentía, el azul del que creía proceder, nada era real en un momento en que su propia vida era la negada. Pasar las noches, era permanecer en palabras.

Aufgepaßt - ich komme!
Zeig dich nicht!

Feliz año y que las estrellas prepotentes y sordas del firmamento acompañen su ruta.

Herr Luis.

Thursday, December 15, 2005

Jueves, 24 de Noviembre: HALLUCI - NATION

Acongojado no doy razón de nada ni de nadie, mas de los sueños que alguna vez tuve... En esa semana había sido presa de un extraño sueño que me tenía mucho más desconcertado que nunca. Al primero en comentárselo fue a Eme. Chico, respondió, finalmente salen a la luz tus inclinaciones sexuales. Luego se acercó Paola y nos preguntó sobre qué hablábamos, no quise responderle pero Eme se me adelantó y le contó todo. Chico, fue lo que comentó, por fin vas a reconocer tu verdadera naturaleza femenina. Fuck You, les dije. Así que tomé el trípode que Eme me acababa de prestar, me despedí de la profesora y me largué apresurado puesto que ya iba tarde a la cita con Jay. Los audífonos jodían una vez más. Juro solemnemente que si me vuelvo millonario algún día indemizo de por vida al inventor que logre crear el par de auriculares que me aguanten algo más de un mes. Sólo podía escuchar por uno, así que me quise incorporar a la dinámica que la prisa me exigía: Infected Mushroom sonaba con tanta fuerza que haber tenido dos canales de salida para su psicodélico sonido hubiese rayado en lo criminal. Bajando por el camino de la gran mole que conocemos como Biblioteca observe a uno de los canallas que perpetró contra mí la vez pasada. Me detuve y lo observé con tranquilidad. Ven amigo, sí, tú, el hip hopper con cara de chupavergas, ven tú, solito, ya que no estás con esa pandilla de criminales con los que te refugias, uno contra otro, una pelea justa ¿has escuchado ese término o tal vez tu lingo rapper lo desconozca? Soy un chico que viste de negro y no le teme a un lamevergas de ropa ancha, vamos a desmadrarnos. El rapper siente el oprobio de mi mirada, trata de buscarla pero la rechaza apenas la encuentra, fija y envenenada. Escucho ahora a todo voltaje Nine Inch Nails, me dirijo hacía su apestosa existencia de imitación de reggaetoner, le arranco la gorrita de beisbol, escupo en esos estúpidos ojos de intoxicación herbal. Le propino un golpe a esa estúpida jeta cuadrangular con el trípode. Le muerdo un brazo y le arranco un pedazo de piel. Grito: Muerte al rapper latino, muerte al rapper cobarde. Puede balbucear un: No, man, please don't do this to m... Qué, qué dices asshole, le respondo con un certero golpe en todo su trasero con el gigantezco trípode del señor Eme. Un bulto de carne envuelto en ropas anchas yace en medio de la improvisada plazoleta que circunda una mole llamada Biblioteca. Observo las horas que se deslizan en los relojes y me apresuro para la cita con Jay. Tomo un pequeño bus que se esfuerza todo lo posible por andar lento y joderme la existencia. Me la tomo con calma y trato de esquivar el pretencioso sol que atraviesa los cristales oxidados de las ventanillas. Jessica vuela, ahora probablemente se encuentre en un paisaje del Congo, rodeada de miles de anchas espaldas de hombres con una piel hermosamente envuelta en la espesura de su oscuridad. En la 63 con séptima me bajo. Pasando por el Carulla encuentro los hermosos ojos desorbitados de A. Piam. Iba hablando en un tono desenfadado con el Demonio. Los saludo y les grito: para dónde van par de locos desquiciados? Me responden: Al edificio condenado, quieres unirte Luis? La pienso dos veces. Sigo derecho, paso por Lourdes y puedo ver a dos hermosas adolescentes punkeras. Me pregunto por qué tanta razón de decadencia en dos jóvenes tan lindas, esa tristeza que lo albergó todo bajo la apariencia de rudas crestas, taches, medias de mallas. Vidas que se pierden con el suave ronroneo de millones de pastillas rubinol. Ahí va Luis, le dice una a la otra. Se me acercan y yo salgo corriendo. Puedo ver como un automóvil estrella a un muchacho de cresta ridícula. La manera en que los pepos siempre mueren: los carros. Les grito desde el otro lado de la orilla: I'm a Spaceman, in another space and time. Cruzo la calle donde los ladrones se ferian las carteras de las desprevenidas provincianas. En la estación del transmilenio puedo encontrar con facilidad la alta figura de Jay. Me hago la estatua y él me captura con su miope vista. Vamos hacía la Fundación Universitaria de Los Libertadores. El sol me aplasta prepotente. Jay planea la manera más efectiva para poder ser aceptados dentro de la comunidad internacional de Tecnopaganos. A pesar de compartir la mayoría de creencias del movimiento y de profesar admiración por la Sant@rlan, no puedo tolerar la idea de la vida eterna. No obstante lo que me fascina de este tipo de movimientos y por la cual me considero más cercano a la ideologia cyberpunk es en la apelación al mejoramiento de la condición humana por via tecnológica. Ya el cuerpo no ofrece nada más por sí sólo. Fue el principio de la primera generación de profetas de la era psicodélica los cuales ahora optan por el desarrollo de la técnica para acceder a las experiencias de percepción más allá de las limitaciones sensoriales y epistemológicas que conciernen a la condición orgánica humana. I wish I was Half Electronic. The last Shreds of skin are in the sweet sunling. And I've turned into this smiling, snarling monster. As I watch the walls descend, as I watch the walls descends like stars. En la entrada de la fundación entrego mi denuncia de pérdida de documentos a la señorita de la recepción. Entramos a la sala de espera de la facultad. Le cuento mi sueño a Jay. Todo sucede como una absurda escena de película porno. Estoy frente a tres rubias desnudas con inmensas tetas y labios rojos de silicona ardiente. Una me besa apasionadamente y siento que su lengua me quema con un ardor sexual extraordinario. Otra se masturba distante. La tercera se acerca con su brillante carne blanca, convertida en toda una criatura del uso sexual. Me sienta en una cómoda silla de dentista y empieza a besarme todo el cuerpo desnudo. Me chupa la verga un rato, con una concentración de matemático impresionante. Finalmente me levanta el pene sólo para encontrame un segundo sexo, un sexo femenino. Ahora estoy provisto de vagina y pene. El descubrimiento parece divertirla junto a sus amigas. Se acercan todas y comienzan a jugar con mis dos sexos. Soy una hermafrodita devorada completamente por el embrujo de tres brujas pornográficas. Una se lame golosa un gigantezco y firme dedo acabado en esmalte carmelita. Con el mismo dedo me penetra, yo grito del placer y cada vez el ritmo del dedo es más consistente y fuerte, el gozo incrementa y yo despierto en la más inmensa tristeza, soledad y aturdimiento de mi alcoba. Eins fur mich eins fur dich gibt es nicht fur mich. Jay desenmascara el carácter abyecto del sueño: Luis, tú de hermafrodita serías horrible. Mientras esperamos cruza una forma femenina que más coincide con las formas de las porcelanas que de las mujeres ordinarias de la calle. Bajo al baño y en las escaleras me reconoce alguien. Se trataba de una antigua profesora: Nancy Ballestas es su nombre. La recuerdo porque alguna vez en clase para tratar de abreviar la definición de lo que se trataba la cultura híbrido me señaló: Por ejemplo Luis, fiel representante de la cultura híbrido. Joder, qué incómodo fue. Recuerdo que también gracias a ella gané un mal merecido premio sobre un trabajo de culturas híbridas. En realidad quise hacer un trabajo muy bueno sobre la hibridación cultural que se presenta actualmente en las culturas de razas negras y como ejemplo paradigmático la fusión cultural que se vive en el GalaxCenter de la carrera 10 con 19. Desafortunadamente mi compañero de trabajo, un tal Camilo Rojas, optó por la pésima idea de la formalidad. Quiso hablar con el supervisor del centro comercial para pedir permiso para el trabajo y lo que logró fue brindarle un rato de diversión a nuestras expensas al maricón encargado. Le insistí a Camilo: joder Camilo, si esos negros son mis parceros, si hablamos directamente con ellos no pasa nada. El muy estúpido bobalicón lo que hizo fue decirme que lo mejor sería "ahorrar" problemas y hacer las cosas por el buen camino. Fuck el buen camino mi amigo, ese camino no conduce a nada. Por ese camino obviamente no conseguimos nada sino puertas cerradas.. así que nuestro trabajo se estropeó por la ineptitud y corrección de mi compañero: me enfadé y le dije: haz tú esa mierda, I'm Done. Lo que hizo fue un collage vulgar, horrible y de mal gusto de zapping de televisión. El hecho de que hubieramos ganado se debió sencillamente a que yo estuviera involucrado en el trabajo y definitivamente todos mis compañeros pensaban que yo era un espécimen híbrido por esencia, por eso nos escogieron, por eso ganamos. Qué mierda ganar por ser lo que uno más odia. No obstante, a pesar de estar en el mismo sitio en el que me condecoraron y de ser la misma profesora que me premió, no pude dejar de sorprenderme que me recordara. Me fastidia esa idea de ser recordado, siempre busco ser olvidado lo más pronto posible y pasar lo más desapercibido. Finalmente llegó el profesor llamado Vespaciano Jaramillo, jefe de redacción del periódico La República. Le hicimos la entrevista. En la entrevista mi único aporte fue acomodar la cámara al trípode. Mientrás el profesor respondía a las preguntas de Jay sentía mi cabeza pesada y solía cerrar los ojos por algunos intervalos de tiempo. Vespaciano Jaramillo a veces se sorprendía de mi desfachatez y volteaba a mirarme. Asentía tontamente con la cabeza y volvía a perderme en medio del pesado sueño. Nos despedimos finalmente del profesor y salimos de Los Libertadores. El sol pegaba duro afuera y yo sentía el hambre en mi cuerpo. Tenemos que comer algo Jay. No, no hay tiempo Luis, ya es hora de clase. Tomamos un bus por la séptima. Recordé los días en que las luces de la ciudad nos abrigaban, escuchábamos chill out, hablábamos de filosofía barata, cantábamos, nos abrazábamos y el ritmo de las pulsaciones cardiacas aumentaba, la cerveza escaceaba y en cada instante bajábamos por más en el vecindario de los muertos. Al llegar a la Universidad al primer sitio al que nos dirigimos fue hacía el Oma. Una banda de rock aullaba por la terraza. La degeneración del sueño de rockstar que nos vendió Mtv, dije a Jay. Jay se lamentaba por el destino de la Fender stratocaster que chapuceaba el intento de diva. Esta banda de niños lindos me hizo recordar a las bandas para niñas como Hoobastank o Bratz. Hace mucho se perdió el verdadero espíritu y ser del rock para volverse cosa de retrasados mentales(léase: Peinados Nuevos, Juanes, mezclacintas, Lascivia, Divagash, koyik-utho, San Alejo, 1280 almas, Octubre Negro). Un David Bowie, Iggy Pop o Lou Reed por estas tierras no florece ante la aridez mental de los músicos. Jay me dice: Luis, en realidad tenemos que hacer algo, tenemos que tocar. Pienso que siempre es la misma mierda con Jay. Jay en realidad es talentoso, canta bien y toca bien, tiene espíritu y alma de verdadero rocker, pero joder, jamás puedes programar nada con él. En clase la profesora invita a un cucho que trabaja en la bolsa para hablarnos del dinamismo de la bolsa. El auditorio se entusiasma al escuchar que el invitado es egresado de la Universidad. Jay hace intervenciones sobre el pasado de la Universidad. El viejo no deja de quitarnos la mirada durante toda la exposición. Luego, averiguaría Jay, el profesor comentaría su sorpresa al ver un ramo de extrema izquierda en el salón. Mierda, me retorcí, nada más ajeno a mí que los estúpidos ideales de la izquierda, a mí que no me metan en ese paquete. Soy un chico de derecha de avanzada, Uribista y tales, nada que repudie más que un maldito monje ortodoxo de la izquierda. Salimos en medio de clase y nos despedimos. Proseguí al sur de la ciudad muerta donde los ecos sopesan las presencias.

Thursday, December 08, 2005

Lunes, 21 de Noviembre.

Atravieso la densa noche de una ciudad corrupta que se pierde tras la niebla de la cordillera. En un momento determinado considero que está a punto de revelar su código secreto cuando se desvanece como un espectro fantasmagórico que se diluye tras el umbral del sueño y la vigilia. Son las cuatro de la mañana y sigo en busca de nuevas entidades de la cuales pueda obtener información sustancial acerca de la condición del Inorgánico. Puedo detectar la significante pérdida de melanina en el rostro al transcurrir el paso de las horas que abren el alba a la bóveda celeste. El frío empieza a hacer de las suyas en los dedos que ya no aciertan en dar con las teclas indicadas. Me recuerda en todo el dolor en el que creí y viví por el espacio de 909 años. Dices letras, dices que hablas, sueñas, mueres en letras. Las letras no las creía, es de madrugada y las letras permanecen aún cuando no acierto en las teclas. Despierta ahora, es tiempo de volver a intentar en la restauración de códigos. Los ojos saltan, se enrojecen y se resecan con aspereza. Todo esto te parece familiar? Hi ho! Una ducha rápida, un desayuno a medias. Dónde han estado, pregunta Ian Curtis. Where have they been? Where have they been? Where have they Been? Where Have they Been? En la calle el frío se adhiere a los pulmones y te tumba, deshaces tu traje, deshilachas tus sueños y adviertes que has andado en los charcos por más de la puta cuenta, entienden, es el charco rojo y es de mañana. Ahora vas por el intermediador conocido como Interfase 0, luna 0. I'll be waiting for a guide to come and take me by the hand. Could these sensations make me feel the pleasures of a normal man? I got the spirit or lose a feeling. Malditos farsantes todos. Nelson se acerca y me dice: entonces qué Luis y se ríe el maldito. Le doy un beso y le digo: come on Nelsiton, ando algo afligido, soy tu náufrago mi amor, soy la noche que se pierde en el rubí que guarda cada beso de travesti. Grito al océano: Nelsooooon, Nelsooooon. Karl y Santos no pueden contener esa risa. Jodido Luis, no es Nelson, es Wilson. Vamos a seis cincuenta y pedimos una ronda. Ahora Luis pierde el control de nuevo. Isabel se acerca. Isabel es su mesera. Isabel le invita una ensalada de frutas. He amanecido de nuevo con una prominente cucaracha en el pómulo izquierdo. Encuentro a Sandrita y le doy sentidas las gracias por ser tan buena gente. Hago la exposición sobre la comunicación interna y percibo quieto las horas que transcurren mientras modulo mi boca torpemente. Salimos del salón y le convido un café a Sandrita. Ella pide un granizado de café, yo un tinto doble: he trasnochado Sandrita, le confieso. Me responde que conoce un lugar en el que exterminan las culpabilidades, bajo costos, altos resultados. Le respondo que estoy interesado pero aún requiero de un poco más de tormento para realizarme la transferencia moral. La acompaño hasta el parqueadero. Estamos en la deadlyzone, estamos a final de semestre. Cada año el demonio del centro cobra para su propio apetito alguna persona en aquellas esquinas. Este semestre estuve cerca pero fue mi amigo El Demonio quien me tomó del brazo, me dijo: eh Demonio, Párate ya hermano o si no te vas conmigo y es que la verdad el infierno es una boleta hermano, aquí no hay nenitas ricas y el porro era mejor donde el viejo Tony. Cuando vuelvo encuentro a los siempre favorables Eme y Paola. Me convidan de nuevo a un café. Les hablo sobre La Noche, la única, la inexpugnable, de mi cercanía en las muy tempranas horas de madrugada con las coordenadas de El Inorgánico. I am the One who chose my Path... I am the One who couldnt last... I feel the life pulled from me.. I feel the anger changing me. El cielo de la ciudad se rompe en cántaros de lágrimas. Les digo: hey vamos por una slice de pizza. Me dicen: Ok, pero antes tienes que oir la historia que te preparamos. Llueve, luego llueve. Saltamos por los charcos inmensos que se han empezado a generar. Paola me insiste en la historia. Le digo: puedes contarla bajo tu responsabilidad. Es otra historia de la ciudad de mierda en que vivo. Un chico va con sus amigos tras una fiesta regular. En el barrio en que vive se cruza con unos chicos de baja calaña. Estos otros chicos empiezan a buscar mucha bronca. Ellos no se dejan y así transcurren algunos intercambios de ofensas. Finalmente los chicos regulares deciden no tomarse muy a pecho la bronca y continuar su camino por la ciudad sin respuestas. De repente el chico protagonista de esta historia se devuelve a ver a sus contricantes verbales. Es lo último que vuelve a ver. Uno de los chicos de baja calaña lo alcanza con agilidad y le propina un patecabra en todo el ojo izquierdo. Paola me comenta: en este momento este chico yace en un hospital de dudosa reputación disputándose entre la vida y la muerte. Ojalá gané la muerte, decimos al unísono con Eme. Paola mientrás se termina su pizza insiste en que lo peor es que el victimario se conoce pero nada se puede hacer al respecto. Veo cruzar los ojos de A. Piam por la calle que cobra cada fin de semestre. Los chicos amigos de la victima obviamente observaron quién había sido el perpetrador. Al llegar al C.A.I se cruzaron con un semblante conocido. Era el padre del agresor. No quiero ver a mi hijo tras las rejas, les advirtió, si eso ocurre cada uno de ustedes paga. Conozco quiénes son, conozco dónde viven, soy omnipresente, omnipoderoso y mi mal no tiene fronteras. Eso era lo peor, según Paola. Salimos a clase. La profesora ha dejado de ir por mucho tiempo. Es un desahucio de actividad académica que cuenta con toda nuesta gracia. Paola dice que considera que los concursos de belleza deben contar con el interior bello de las personas y no sólo con las caras bonitas. Nos reímos con Eme. Eme le responde: todavía me considero un soñador, creo aún en el amor, en la gente.. pero el cuento de lo profundo y lo superficial ya hace mucho dejó de sonar por estos lados: sobre todo en la belleza, no existe tal cosa como belleza interna o belleza interior: si eres feo afuera eres feo adentro. Aparece Jay y Libby. Entro con ellos al aula. La profesora ausente envía a una asistente para cordinarnos una tarea. Se trata de una mujer adulta, blanca, abundante cabello negro y carnosos labios rojos. Le digo a Jay que da la impresión de actriz de película italiana de Porno. Me responde que no sea cochino pero le tira una mirada fatal a la catana. Finalmente salimos de ese circo y nos volvemos a encontrar con Eme y Paola. Me despido de Jay a la salida de la Universidad, puesto que él no puede salir ya que ha sido desprovisto de sus papeles. Me doy cuenta que la mayoría de gente con la que trato anda indocumentada, al igual que yo, tal vez no se trata de una mera casualidad, tal vez el destino espera algo horrible para nosotros, algo innombrable en archivos clasificados. En Nelly Boom hablamos del carácter con mis compañeros y luego cada uno parte cabizbajo a su casa. Mierda, es el cumpleaños de mi madre y se me ha olvidado por completo, le confieso a Eme. Eme responde: Lo único olvidado por completo somos los hombres a los ojos de Dios, Luis, el resto no importa amigo, consume drogas, visita putas, emborráchate y cágate los pantalones mientrás duermes en el transmilenio: no hay más razón para nosotros que la burla y el ridículo. Misery is the river of the World suena en el bus. Un anciano sigue el ritmo con la caja de dientes. Me duele el liver y vomito durante el resto del trayecto por encima de la ventanita triste del bus. Quiero que corra como nunca, deseo que se dé prisa, sé que mi madre parte hacía el pueblo esta tarde y no quisiera que ella se fuera sin un mínimo feliz cumpleaños de mi parte. Es todo lo que puedo ofrecerle, me entristece ser tan pobre y miserable, pero sé que mi presencia le bastará. Toda madre se basta con la presencia de su hijo por más que el hijo sufra por estar vivo y lo único que desee es la muerte y la Noche. Lleno de vómito, lágrimas y dolor en unos ojos enfurecidos, rojos y ausentes, me bajo del bus espectral del atardecer rojo. Oiga bruto, grita una linda joven y le hago pistola con mis manos, le saco la lengua, me rio y me caigo en un charco. Deshaces tu traje, tu peinado, deshilachas tus sueños, te defecas y adviertes que has andado en los charcos por más de la puta cuenta, entiendes, es el charco rojo y es de noche. Deshecho deambulo un rato por el barrio, un policia amenaza con romperme los huevos y me alejo con prisa. Un vendedor de Maní me dice que si quiero fumarme un porrito con él y su esposa. Acepto. Nos dirigimos hacía una casita de latas en una olvidada esquina y nos sentamos en un frio colchón a fumar mucha marihuana. Luego de una tanda de gigantes bocanadas de marihuana me convida a cogerme a su esposa. La chica no está mal y acepto. Cuando le bajo los pantalones me doy cuenta que se trata de un tío, es un travesti el maldito, pero la marihuana ya me ha hecho efecto y no me importa. Mientrás me tiro al tío me doy cuenta que el vendedor de maní se transforma en una horrible polilla que vuela abruptamente por el poco espacio de la habitación deplorable. Hace un ruido invertebrado fascinante y penetrante hasta los huesos, un zumbido aterrador que te podría dejar estúpido por toda una vida. El tío empieza a reir con risa de marica reforzada y la escena me resulta tan cómica que me olvido del agujero del travesti y empiezo a reir frenéticamente también. Reimos durante un buen rato, contemplando la polilla volar y tropezar con los humildes muebles del cuarto. El tío se levantaba en ocasiones, le arrojaba manojos de maní simulando molestia y gritando: hijodeputa uno no se mete lo que vende. Era divertidísimo el número de este par de rufianes y ya sin poder contener la respiración del ataque absurdo de risa me tiré a la hierba del exterior del cuarto a contemplar el firme brillo de Marte cerca a la Luna. Recuerdo entonces que es el cumpleaños de mi madre y retomo mi camino. No me molesto siquiera en despedirme del estupendo par. Me divierto en el camino pensando en cada locura renovada del joven polilla y su travesti y me tiro por un tiempo en los charcos rojos a reir y llorar a la luz del planeta rojo. Al llegar a casa la soledad y la penumbra me golpean. Ya todos habían partido. Yo también en algún momento decidí partir para siempre, sólo que nunca pude darme cuenta cuándo. Ahora sólo era un corpúsculo de soledad andante en medio de la más inmensa soledad de casa.

Monday, December 05, 2005

Sábado de Ataques Masivos. 19 de Noviembre.

Nada nunca sucumbe y tu mundo siempre a la deriva, de la luz a la noche es menos ostentoso y fuerte que de la noche a la luz. Los ojos que se dilatan y saltan por las calles. E ir muriendo frenéticamente por todas las calles, dejar regada tu sangre en cualquier callejón, las esquinas se vuelven un buen lecho de muerte, esas mismas esquinas que vagabundos y transeúntes crónicos orinan y cagan y pisan y olvidan. Tumbas, sangre, Una sola noche, la toxina botulínica derramada, los muertos, las tumbas, sus vecinos, algunos amores, todo lo que se olvida. Ahora vamos con Kira por un extraño colectivo de gente con mirada perniciosa y alientos putrefactos. Los lentes de sol me protegen de los arrogantes rayos de un día catatónico. Al pagar, el colectivo arranca con ímpetu, casi me derrumba y Kira ríe porque sabe que Im On Fire... Cause you know Im on Fire, when you come. Nos sentamos juntos, ambos andamos preocupados, a veces el sueño me apodera y me sorprendo cabeceando un par de veces. Kira enmudece en tristeza y una infinidad de preocupaciones. No intento siquiera sentir pena por ella, también me veo jodido, aunque por alguna circunstancia el estar tan jodido no me afecta del mismo modo como le afecta a Kira, por lo que deduzco fácilmente que ella está más jodida que yo. Veo en el rear view mirror una pareja de jóvenes fámelicos, pálidos y en desvanecimiento, ambos muy juntitos el uno al otro, durmiendo y deviniendo sueños ligeros de pesadas vidas jodidas. Un par de jóvenes con aspecto de junkies terminales se despiden en una vieja esquina abandonada del centro histórico de una ciudad sin rumbo. Contar ahora las piedras que me dirigen de un sitio determinado a otro aún no tanto, en busca de algo que sé es una batalla perdida. Una sombra en perpetua difuminación se pierde al paso de los agitados minutos.

Thursday, December 01, 2005

Viernes en el cielo de un hombre que usa sombrero. 18 de Noviembre.

Una fuerte y concisa erección se encarga de levantarme tras haber levantado las sábanas. Un mugroso ratón me da los buenos días: "buenos días señor abejorro, cómo amanece? veo que se ha levantado con una muy fuerte y concisa erección". Le doy un beso en el bigote, le arrojo un pedazo de queso y pongo a sonar fuerte la música. Prendo el computador y grito que me sirvan el desayuno. Desayuno un pedazo de hombre congelado y me empalago tal vez en una uña encarnada. Arrojo las napkins en el escritorio y empiezo a pensar que es un viernes normal en el cielo de un hombre que solía usar sombrero y gafas rojas. Escribo el informe al Diario Malédiction. Las manos me tiemblan, el teclado se inunda de sudor, los vasos de mis ojos estallan en miles de trazadas líneas rojas. El ratón con aire insolente se me acerca y me reclama: entonces qué Señorita Bumblebee, ya acabó o toca partirle ese culo para que se mueva? Le respondo con evasivas al pequeño ratón y él se alcanza a percatar de los nervioso que ando. Me somete al peor de los suplicios y me golpea junto a tres machorras que no hacen más que morderme la pija y reír a todo volumen. Yo trato de escribir en el teclado, lloriqueo y sigo sudando como una prostituta dedicada. Mis manos se revientan y el teclado ahora hace parte de mí. El ratón con donaire me alienta: así me gusta ver a mis subalternos, los humanos sexuales: trabajar con esmero y amor. Me siento a descansar viendo tetas en el noticiero. Por qué está el cuarto tan frío? Trato de ponerme en contacto con L@in. No existe su número. Salgo a la calle y veo como la gente se tira de los edificios. Qué mierda pasa? Le pregunto al señor ratón. Ratón me responde: amigo, pasa que se ha caído el sistema MortiStar. -Hace cuánto? Le insisto. Me responde determinante con cara de tragedia: Hace dos horas! Tomo el primer coche que se me cruza por la Perez-siera. Una anciana androide me grita: joven es que está loco? Ratón le responde por mí: no abuela Fujitsu, sólo responde al fallo del sistema MortiStar. Escuchas un llanto contenido en tu oido derecho. Mala premonición de días rojos, piensas, como piensas, como piensas, como piensas, como piensas: nueva vida... abejorro, como piensas, como días, como rojos. Lo que necesito es un cura, finalmente decido. Me quebranto la puta cara en dos y llego a la facultad de Teología de la Universidad de la Salle sede Chapinero More. Por qué estás sangrando en la cara? Me pregunta la recepcionista. Necesito un cura, rápido, es urgente, cuestión de vida o muerte. La recepción se ríe a borbotones: si eres un abejorro, el término vida hace mucho que dejo de ser parte de tu léxico: de qué hablas luigi boy? Le replico seco: Fallo en el sistema, es lo único que necesitas saber. El guardia se me acerca, me toma del hombro y me recuerda: Las puertas Ante La Ley están cerradas a ti: volver mañana. Camino por todo lo que resta de la carrera quinta. Descubro los escondrijos de los estudiantes universitarios y los saludo a lo lejos con la palma de mi mano. Una chica con ojos de aletas de mariposa me dice: Oye Abejorro, a que no adivinas que estaré muerta! A lo lejos, con la palma de mi mano, la saludo. Bajo hasta la esquina fatal de los adioses. Pregunto al hombre que controla las mareas en las telecomunicaciones por la señorita L@in. Me responde con la cara sellada en tormentos: el sistema está muerto. Sobre la noche se teje una especulación tremenda que atañe a aquellas criaturas que están en el límite de lo irreal. Bumblebee deviene Untermensch y atravieza la carrera séptima, esquiva las terminales de hipodérmicas triangulares, salta por el monasterio de la carne negra y finalmente acude a la iglesia de la Universidad Santo Tomás de Aquino. Bumblebee renace (like always do), grita en medio de la cúpula que requiere un cura con urgencia. Es dirigido hasta el seminario. Allí conoce a un Fraile que le contacta con otro Fraile. El Fraile asiste a la batalla espiritual de otro viejo Fraile y no puede hacer nada al respecto. Espera el abejorro que le llegue la hora 18.00. Dos viejas de iglesia se le acercan y le piden limosna en términos de MB o GB. Diosx me ha cerrado las puertas una vez más. En un viejo mercado de telecomunicaciones primitivas pido noticias sobre la suerte de L@in. Una aborigen rubia me dice que ha podido sentirla, que intente, sólo en este medio es posible aforar esperanzas. Le doy las gracias a la vulgar pitonisa, pero por más que intente L@in sigue ausente de mis coordenadas. Vuelvo a la iglesia de la Universidad Santo Tomás y consigo hablar con un padre que me aconseja abandonar todo intento de contactar a Dios. Subo de nuevo hacía el puerto de los adioses fatales y le suplico al contolador de mareas ponerme en contacto. Insistimos sin cesar pero no había señal de respuesta de su vida en otra dimensión que no fuera esta. Me ardí mucho por dentro debido a la circunstancia insostenible a la que me veía. El viejo controlador de mareas entonces probó un viejo método de chuzar las líneas. L@in reaparece en la espesa selva de un sonido de frecuencias bajas. Quedamos a las 20:30. Me siento a esperar la muerte en el único café Kaldivia que aún subsiste. El café vuela de un lado para otro y finalmente es el ratón quien lo bebe y no yo. Obviamente soy yo quien lo pago. Llegó a la STAR de la tradicional Universidad Rosario de Mierda. L@in se resiste a aparecer en la noche. Le insisto a la plataforma MortiStar y contesta sin ningún problema. Sorprendido le pregunto: sabes que moriste toda esta tarde? Se limita a reir. Me invita a sus cubículo en Hotel Barato. Demoro un rato en encontrarlo, finalmente, más por suerte que por audacia, doy con él. En el poco rato dentro de su cubículo pude revisar sus contenidos textuales: demasiada poesía, chica... no es buena para el corazón. Nos arrojamos de nuevo a la oscuridad de la noche. Entramos por un instante a una terminal de ciberespacio. Mientrás ella conducía un turbio negocio en Bangladesh yo me embadurnaba el rostro con bloqueador solar. Chill-Out en unos viejos parlantes. Salimos a comer algo. Un par de hamburguesas en un viejo restaurante platónico de la zona. Una vez ordenada la cena, llega un par de extranjeros cargados de dinamita. Se voltean un par de veces a vernos con cara de interrogación. Nos preguntamos con L@in sobre la procedencia de su lenguaje. Finalmente el más viejo nos pregunta, con algo de agresividad en su vieja voz extranjera: qué hora es? Le respondo: las 9:30. Me replica con forzada amabilidad: Gracias. Suponemos con L@in que se trata de un par de israelís.. fucking israelís, siempre jodiendo todo. Al salir del restaurante platónico podemos apreciar intacta la estupenda explosión. Chasquidos de madera con acento extranjero provenían del viejo restaurant. Nos sentamos a ver el espectáculo de danza de mapalé en un lugar llamado Boca, antes conocido como underground. Alguna clase de grupo loco de gaiteros se presentaba en la zona. Nos aburrimos pronto y nos fuimos a fracasar en otro punto inédito de Malédiction.

Wednesday, November 30, 2005

Jueves que cae en pedacitos livianos como mariposas gays. 17 de Noviembre.

Me levanto con una suerte de locura extrema. Los ojos en el espejo son rojos de excitación. El amor es delicado. Tomo largas horas de ducha y siento que el agua alivia el peso que mi alma no soporta. Desayuno con prisa y me largo directo a la facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Mi determinación me susurra al oido que nada es imposible. En el bus escucho Portishead, me deprimo resto y veo modular la boca a unos músicos urbanos. Se sube otro músico, no urbano pero sí hippie anyway, hippie con dinero quiero decir, con su corte de pelo minuciosamente estudiado para dar la apariencia de desenfado. Se sorprende al verme y le respondo con una mirada de demente suelto. Se sube otro chico, de esos blanquitos ridículos que quieren parecer a toda costa negros. El bus demora años luz. Finalmente llega a la Universidad ridícula de arquitectura perecedera y depresiva. Noto que los dos muchachos de pose exagerada de juventud se bajan conmigo. Javerianos, debí haberlo supuesto desde el principio. Odio a esta estúpida juventud. Quiero que al bajar del bus caiga como un tonto y me aplaste una motocicleta, que no le dé tiempo a ninguna ambulancia de recogerme, existe el peligro de ser salvado por los incompetentes residentes del San Ignacio. Nada pasa, el chico músico me mira con cara de: qué te pasa chico, por qué tanta tristeza? Si eres joven como yo, qué te pasa? Me pasa que ya no soy joven y sí demasiado estúpido y sí demasiado cobarde y sí demasiado derrotado como para responderte con un puño en esa cara de idiota estupefacto. Paso al lado de muchas niñas hermosas universitarias que jamás serán mías y jamás sabrán de mi pesada existencia, jamás porque son la clase de chicas que jamás se detiene a ver El Espacio. Llego a la puerta y la celadora me rechaza de ipso facto, le pregunto por la facultad de Teología y me manda a un sitio impreciso sólo para no tenerme fastidiando un rato. Al llegar a la entrada principal ya me fastidia el sol, el brillo de los jóvenes en "la playa" de la Universidad, la ropa de moda, la pose de los profesores, la falsa prisa que todos fingen en su paso. Me indican que la facultar de teología queda bastante arriba, más allá de los edificios nuevos y sigo mi paso, mi iPod sigue sonando con fuerza la voz de Library-Girl de Beth Gibbons. Al pasar por estos nuevos edificios recuerdo los días de 2003. En aquellos días asistía a unas conferencias gratuitas dictadas por un profesor francés radicado en México sobre: estética y epistemología en la obra de Guillaume Duchenne. Aquel día había llegado más temprano que de costumbre al seminario y me senté en la terraza a esperar bebiendo un café. Pude ver cómo llegaban los demás asistentes al seminario, antiguos colegas, compañeros y profesores de estudio. Ahora yo no era parte de ellos y mi asistencia al seminario sólo resultaba como una afrenta a ellos. Hace días que le había comentado a Anne sobre mis visitas regulares en esos días a su alma mater. Hasta el momento no había aparecido. Bebí mi primer sorbo de café y giré hacía la derecha mi cara. Pude escuchar con mi oido izquierdo la ruptura del espacio vacío y el tiempo silencioso ocasionado por un extraño elemento pesado que atentaba contra todo el artificial orden establecido. Sentí un murmullo liviano en mi oido derecho. Un sueño que pasaba a la vigilia de una manera delicada. Algo me decía: estuviste en peligro y ahora estás bien, mi chico. Mis gafas rojas se empañaron y mis labios se estremecieron. Voltié a ver el contorno de toda la terraza, el interior de la cafetería universitaria, la mirada de asombro de quienes asistían al lugar. Un grupo de costeños a mi lado enmudeció y se congeló en el tiempo. Mis gafas rojas saltaron y repitieron: es hora de volver a lo real, mi chico.. ahora estás en el espacio de lo real. Una afrenta de Dios, un recuerdo de la muerte, una muestra de lo absurdo: todo como un regalo inesperado para mí. Solté el café con tristeza, me detuve a ver la paloma muerta a dos centimetros de mis pies. No fue sino en ese instante en que caí en real cuenta y recontruí todo el panorama de lo que realmente había experimentado. Lo que Munch en su sordido paisaje observó como el grito del universo. Luego de dos horas de pasado el incidente le comentaba a Anne, recién aparecida, que realmente pude haber muerto en el instante. Fue la primera vez que pude hablar personalmente con mi amiga Anne luego de un lustro de haberla conocido. Le decía que era tan improbable el hecho de estar hablando en ese momento, tan desinteresadamente, como el hecho de seguir viviendo... la improbabilidad esencial y lógica en este mismo momento, junto a ti... de la mano izquierda siempre la muerte.. turned... becoming.. I don't mind... turning into myself... Casi me mata una paloma en un incidente absurdo y ahora me encuentro desprevenido tomando un café con mi vieja amiga desconocida Ana. Me dolió la vulgar manera en que nuestra condición humana nos recuerda nuestro paso transitorio por la realidad. Pensé en la ridícula muerte de Esquilo, el gran fundador de la tragedia griega, actor de su propia tragedia cósmica al ser aniquilado por la mala voluntad de un Gypaetus barbatus que se prestó a arrojarle una tortuga a su cabeza desde la inmensidad celeste. El ver el atentado de una paloma que se arroja con todo el peso de su vuelo a pocos centímetros de mi humanidad provocó un sentimiento de insoportable realidad e inmensa soledad. En medio del salón pude llorar un rato sin que nadie se fijara gracias a la oscuridad de mis gafas rojas. Pensaba con amargura: quién me recordará, quién me enterrará, quién será el que me dirija las palabras finales? Lo malo, dice Jay, de estar muerto es no poder estar ahí. Seguramente aparecerían personas, muchas personas a mi entierro, pero lo que me alarmaba era no tener a alguien en ese momento de ausencia al cual realmente amara. Me sentía inmensamente solo y miserable. Deseé otro rato haber muerto de esa forma tan absurda. Nadie me quería en este mundo, mi existencia en él sólo se traduce como una estúpidez de la vida por mantenerse. Contaba con millares de sueños imposibles pero todos esos sueños estaban en otro continente fuera de mi alcance. Era un Viernes gris y llegaba a Bogotá la banda electrónica francesa Cassius. Ana me preguntaba qué tal eran. Le decía que me gustaba mucho, una de mis favoritas del momento, pero que prefería asistir a la conferencia sobre filosofía francesa: grandísima mentira. No fui a Cassius por falta de alguien con quien ir y asistí a la conferencia porque me hacía sentir menos invisible de lo que ya mi piel empezaba a delatar. En la facultad de Teología el portero me pregunta qué necesito y hago que no escucho por los audífonos. Subo hasta el quinto piso. Everything is change. Un molusco rosado me permite la cédula como la superficie de arena que el océano se encarga de devolver a tierra. Conmigo suben tres jóvenes perversos que tienen vergas en sus ojos. Una chica al bajar del ascensor me devora con su mirada y me hace sentir como un pobre objeto carnal que nada vale más que el uso de un mal polvo y luego ser arrojado por el precipicio de los sueños abandonados. Nunca abandoné un sueño mi amor. Los chicos preguntan por alguien a la secretaria y ella no deja de verme con cara de reserva. Me demoro un tanto intencionalmente y me río. En una cámara apartada ayudo a un viejo padre idiota que no puede pasar por su propia cuenta, le sostengo la puerta. En el instante sale otro padre, más joven, muy lindo, con la cara límpida y los ojos de un azul divino. Subo al ascensor junto los dos padres. Le pregunto al más joven cómo hago para saber sobre exorcismos y demonios. Atento me escucha y me ve con una mirada deliciosa que disfruto al máximo: una mirada al otro lado del río. Me toma de un hombro con una fuerza mesurada entre lo masculino y lo afeminado. Me dicta el teléfono del sacerdote que más sabe sobre el tema en Bogotá, el padre Carlos Neira. Vuelvo a subir a la recepción de la facultad de Teología e insisto sobre el padre Neira. No se encuentra. Me devuelvo y siento como el sol achichara mi piel. Me trato de cubrir con un esbozo de mi chaqueta negra y mis gafas de sol. Dos chicas de la facultad de Derecho se quedan observándome con inquietud. Me dan ganas de apretarme las bolas y decirles: no han visto acaso una criatura de la noche en pleno rayo de sol? Traté de bajar por la 13 hasta la U, al ver el tiempo que aún tenía. Fue imposible Luis. El rayo de sol arremetía contra mi carne de manera frenética. Pasé por Ecopetrol y pude apreciar a las ejecutivas que bajaban al almuerzo, me encanta poder imaginar la carne joven que alguna vez subsistió sobre esas arrugas y esos gestos amargos y hostiles. Pude llegar hasta el Centro Internacional. Le dí una última oportunidad al sol de largarse pero permaneció con mucha más fuerza. Tomé un bus en contra de mi voluntad. En el bus un chico me observó con cara de escupirme y le piqué el ojo. En la Universidad me encontré con Jay. Fuimos hasta el Oma y compré una coca-cola. La profesora jamás llegó a clase y me quedé conversando un buen rato con los chicos. Me despedí y me dirigí hacía el centro. Gasté mucho dinero llamando a la facultad de Teología de la Ponitificia y al celular al padre Carlos Neira. Subí por la candelaria por el chorro de Quevedo. En una esquina me crucé con el viejo Johan. Me sorprendió verlo tan arropado en medio de ese sol tan espantoso que estaba pegando ese día. Le pregunté si no tenía calor y me respondió: amigo, si ya he soportado el calor del Infierno, por qué no he de soportar este solecito de Bogotá. Recordé que veníamos del Infierno, que allí lo había conocido cuando aún era un impúber y ahora que había crecido sus ojos reflejaban la marca del dolor que causa el Infierno a las personas que no poseemos el carácter del Infierno. Subimos hasta la Salle y allí se despidió. Bajé hasta Juan Valdez y allí esperé a Lain. Tomé un café y me sentí molesto por la incesante mirada de una muchacha de ojos verdes. Detesto a estas putas que no hacen más que mirarte. Qué putas quieren? Por qué te ven tan descaradamente? Qué pretenden con sus ridículas miradas? Siento que me está observando la cicatriz y me deprimo gravemente. Me largo y me dan ganas de vaciarle a la joven su vaso caliente en medio de esas piernas calentonas. Lain demora un rato en llegar y cuando finalmente llega puedo ver su piel pálida y estremecida por largas horas de trasnocho. Le invito un café. Ella está llorando, no puede más con el ritmo que lleva. Pienso que ella está estudiando, no trabajando y que el desgastarse de esa manera no puede ser benéfico en ningún sentido. La acompaño de nuevo hasta la Universidad, donde de nuevo pasará la noche. En la 53 con séptima sale con prisa a tomar el bus y se despide con un sentido beso. Me devuelvo a la casa, escuchando música de Metal para evitar el sonido de estúpidos adolescentes ebrios que van bromeando y echando chascarrillos todo el rato. Un puesto libre al lado de una ejecutiva cachonda que no hace más que mirar con lujuria a uno de los jóvenes. Y por qué no es a mí al que me mira? Pregunto. Llego a la casa. Lain me llama: finalmente no pudieron quedarse otra noche más, buenas noches.

Saturday, November 26, 2005

Domingo, 13 de Noviembre.

Encerrado en la prisión de la carne llevas la cuenta de los días como el reo lleva la cuenta regresiva para cumplir su condena mortal. "Toda la cocaína que tomaba, tanto buscarse la vida, tanta chapuza en Night City, y aún veía la matriz durante el sueño: brillantes reticulados de lógica desplegándose sobre aquel incoloro vacio..." Devils Work, en antaño te llevaba segundos reponerte de la cama, levantarte y sonreir al azul del cielo. "Pero lo sueños acudieron en la noche japonesa como vudú en vivo, y lloraba por eso, lloraba en sueños, y despertaba solo en la oscuridad, aovillado en la cápsula de algún hotel de ataúdes, con las manos clavadas en el colchón de gomaespuma, tratando de alcanzar la consola que no estaba allí"
She's lost in coma where it's beautiful, intoxicated from the deep sleep, deep sleep, do you wonder what it's like living in a permanent imagination? sleeping to escape reality, but you like it like that. Guilty by design, she's nothing more than fiction. She dreams in digital, cause it's better than nothing. Now that control is gone, it seems unreal, she's dreaming in digital. She dreams in digital. And your pixel army can't save you now, my finger's on the kill switch I remember I used to compose your dreams, control your dreams, and don't be afraid to expose yourself before I shut you down you made some changes since the virus caught you sleeping.

Friday, November 25, 2005

Lunes, 14 de Noviembre

El ánimo en la casa parece estar muy bien por parte de todos, todos menos yo. Mi madre se levanta con deseos de cocinar y de invitar gente. Yo me levanto con un sentimiento de resaca sentimental que no se me quita. Trato de poner música en mi cuarto. Trato de ducharme y de vestirme. Trato de no dejarme ganar de la melancolía. Llamo a Lain y no hay conexión. En realidad me contesta pero no hay conexión. Me invade un sentimiento de miedo físico. Doy una vuelta por el barrio y veo a las ancianas saludándose cortésmente a la salida de misa. El parque está desahuciado y sólo está en compañia de lso muchachos de siempre: niños humildes de 12 a 5 años que juegan en el parque mientrás sus padres trabajan en los locales. Me siento en una banca a ver el modo en que las nubes se reagrupan para hacer de un bonito día feriado de sol un día oscuro de mierda. Compro una coca-cola y miro sin querer, con la misma lascivia de siempre, a la señora de la panaderia. Me doy cuenta de mi gesto mórbido y obsceno, me sonrojo y fijo la mirada en la botella. Vuelvo a la casa. Trato de ver tv. Trato de no pensar demasiado. Mother me invita a ayudarla con el almuerzo. Bajo con poco entusiasmo. Me alista los champiñones, los tomates y las habichuelas. Lavo las verduras y el cuchillo. Jugueteo un poco con el cuchillo y charlo un rato con Mother acerca de las personas de la fundación. Corto por la mitad los champiñones y procuro sentir su textura con mis dedos en el momento en que el filo del cuchillo los vivisecciona. Siempre me ha gustado el color y el olor que expira el tomate en el momento de ser cortado. Procuro hacer los cuadros más diminutos con el tomate. Mis manos se empapan de su jugo. Demoro un buen rato en la operación. Mientrás tanto mi pensamiento estaba en otro punto, en otra casa, en otro tiempo. Me invade la nostalgia más profunda mientrás muelo los ajos. El hecho de estar repitiendo la misma forma aunque ahora carente de contenidos, de sentimientos, significados, sueños y construcciones me mortificaba gravemente. Les arranco las tiritas a las habichuelas y las dispongo a la guillotina. Mother me pregunta si estoy llorando, le respondo que siempre me pasa con la maldita cebolla. Huele demasiado a cebolla toda la cocina y me embarga el corazón aquel olor desgraciado. La cocina está diseñada para gente triste que rebana su corazón a tajos mientrás hierve y cuece sus sueños sin mayor batalla que la resignación entera. Ahora Luis se encuentra bailando Rush de Depeche Mode, recuerda aquellos malditos días que ya pasaron y jamás volvieron en see the tears in my eyes. Mother dice que despierte, que ya el aceite hierve, que ya es hora de volver, prisa muchacho, es hora de volver. No miro a la gente a los ojos por respeto. El ver fijo, a la cara, siempre se me ha hecho un acto de exagerada prepotencia. Por qué no miras los ojos de los pescados que se fríen en los puertos pesqueros? Ojos tristes, resignados, un dolor acerca de una vida que jamás volverá. Deftones sonaba en las fronteras de un corazón reacio a ser olvidado en el fregadero de los amores no correspondidos.
I breathe
then u stop
I breathe
ANd dry you all
cause
tonight
I feel like
MORE
tonight!
El arroz se preparaba, las sustancias llenaban de fragancias la casa y mi corazón se encontraba recordando cosas que mi inteligencia le prohibía. Eran momentos que hacían una relación a la que yo di muerte. Una relación que en un momento determinado simplemente no pude soportar más. Ya sea debido su naturaleza, debido al tedio, las riñas constantes, el buscar nuevas personas... no sé por qué.. terminé una relación simbiótica que en momentos mágicos como aquellos de la cocina me hacían pensar en una idea de la eternidad, el futuro, los años y el amor. Ahora me encontraba ríendo y diciendo chistes a Mother Sadness tal vez para poder olvidar algo de lo que connotaba para mí el hecho de estar en una cocina. Sabía que los había herido por haber querido buscar mi propia felicidad, a mi propio modo, a la manera de un amor loco y desbocado. Heridas que jamás sanarán, heridas que destruyeron castillos y dañaron todos los planos de confianza y respeto: heridas irreparables.

Wednesday, November 23, 2005

Domingo, 20 de Noviembre.

Teenagers. Debería estar soñando algo por el estilo. Son las 11 y me levanta la impresión de un rostro en descomposición, lleno de huecos y cicatrices. Siento que soy un feo irremediable y lo primero que hago es verme al espejo. En el espejo encuentro una mierda negra cerca al pómulo. Permaneció conmigo como un incómodo visitante en los últimos días. Una costra negra y gigante, un lunar indeseable, una cucaracha instalada en el lugar más visible del rostro. No hago más que maldecirme por ser tan monstruoso. Trato de consolarme: finalmente, nunca quise ser modelo, ni actor.. siempre tuve algún esbozo de principio de realidad que me mantuvo lejos de sueños imposibles y absurdos. Pero no deja de ser molesto ser feo en una sociedad frívola y mucho más si eres tan frívolo a la altura de esta sociedad. Finalmente he optado por la belleza de lo abyecto, pero en mi nuevo visitante abyecto tendrías que tener un discurso muy hijueputamente elaborado para apreciarlo como algo bello. Traté de elaborarlo y no pensar más al respecto. A las 11 llama la señorita inasible y acordamos ir a ver La historia del baúl rosado. El resto del día lo único que hice fue sumergirme en el ciberespacio, navegar, ser navegado. A las 5:30 la ducha. Salí en otra noche de lluvia y frío en Basin. Tomo un taxi y le digo al tipo: llévame al centro o si no tendré que hacer cosas muy feas con tu mujer y tu hija. Me dice: claro amigo, si tienes con qué pagarme. Le doy una bofetada y asalto su taxi. Tomo un atajo, me detengo y compro una botella de vodka, prendo fuego con un cerillo en mi boca al mejor estilo Matt the Knife, escupo fuego, al pasar por la carrera 13 me despido con un beso lejano de la vieja Jessica y llego puntual al Embajador. Compro los tickets negros y espero a Lain. Lain demora un tanto. En medio de la película salí al baño y apuñalé a un anciano que me enseñó su vieja verga. Volví y Lain me pregunta: todo bien?. Le respondo: todo bien baby, las cosas van todo bien, come tus cotufas y no preguntes demasiado. La película realmente me gustó de no haber sido por un estúpido final y las aspiraciones Godardianas de la directora. Discutimos al respecto con Lain. Ella me comentó los detalles técnicos que habían fallado y yo pude compartir con ella los pocos que había notado. Le comenté que me gustó la fotografía y ella me replicó que sí, muy buena a pesar de haber visto más de una falla. Hablamos sobre los actores, ella era amiga de uno. Buena actuación, acordamos. En el Café Ciudad admitimos que finalmente era la mejor película colombiana que habíamos visto. Mientrás ella tomaba un Latte y un palito de queso y yo fumaba un porro gigante, metía cuatro líneas de cocaína, me inyectaba muchas agujas de heroina, tomaba cuatro botellas de tequila, Lain me cuenta la historia trágica que le ha sucedido a su amigo. Nada excepcional en Basin pienso, otra vieja historia de un crimen familiar por el botín. Ella para disimular la tristeza se hace a mi consola de sonidos y yo quedo sólo con la banda sonora de Eros Ramazzotti, el artista favorito de los cafés y el mío, debo admitirlo, en una tardía infancia. Pedimos otra tanda. Un café latte para ella y un palito de queso, para mí otro big fat joint, cuatro blanquitas, tres tickets hipodérmicos y cuatro botellas de tequila mezcal. Al salir, el cajero faget estaba tan ebrio y excitado que sólo nos cobra una ronda. Good Boy, pienso. Le propino un cabezaso, le reviento la nariz, le aprieto las guevas y salgo mientrás me limpio el charco de sangre de mi blazer. Lain me pregunta: todo bien?. Le respondo: todo bien sweetheart, sólo no preguntes demasiado. Un largo beso antes de despedirnos, es una mierda tener que decir adiós tabaco, sobre todo en una noche tan espesa como la del domingo. Nos abrazamos nuevamente. Ella siente como si se fuera a disolver en Old Town y yo fuera a buscar problemas nuevamente a Basin. Le doy otro beso en su cinematográficos labios y la consuelo: calma chica, es el destino el que brinda y quita. Ahora siento que la vieja cinta rosa de la película de la realidad estuviera ardiendo. Me quemo en la cinta a lo Humphrey Bogart, lío un cigarro, fumo dos bocanadas y lo suelto. Salto del camión de engranajes y llego al viejo barrio aristocráta donde vivo. Dos prostitutas me gritan a lo lejos, me agarro el paquete por encima del pantalón y se los muestro. Me sacan la lengua y les grito: Damn Whores go to the hell!. Salgo en busca de provisiones al Kwik-E-Mart. Compro dos revistas pornográficas, una de adolescentes llamada Pinky Butties y otra de sadomasoquismo llamada Dark fetish desires. Una case de Buds. Cigarros Marlboro. Chicles, tequila y éter de petróleo disolvente. En la caja un viejo marica se demoraba con sus dos muñequitos. Traté de reconocerlo a lo lejos de la fila. Lo primero que noté fue su escasa estatura. Lo segundo, una nariz que revelaba dos cortes a los lados. Era David Manzur haciendo mercado. Se quedó viéndome impresionado por haberlo reconocido. Estaba tan fijo contemplando su nariz que mi cara fue de total vacío expresivo. Al frente mío un israelí se masturbaba. Me cambié de fila. El cajero me preguntó si quería dejar mi colaboración al Minuto de Dios. Le contesté que el Minuto de Dios podía hacer cualquier cosa con el culo de sus colaboradores pero que a mí no me iba a sacar un jodido peso. Le dí los 50 pesos al administrador que me empacaba los artículos. Salí al tiempo que con el pintor y sus dos muñecos. Uno de ellos era increíblemente joven y bello. Recordé la vez que en una esquina en Barichara Liliana lo reconoció. Me agarró del brazo y me dijo: Marica, es Manzur. Estaba tan ebrio que lo interpreté como: Marica es Manzur. Y le contesté: no sé, seguramente. Pude sentir como Liliana mojaba su ropa interior al verlo pasar a menos de dos metros de ella. Artistas finalmente, pensaba.

Sunday, November 20, 2005

Sábado, 12 de November Rain.

El sábado fue un día en el que me levanté, con el ánimo hecho trizas, un poco melan.có.lico. Esa clase de mañanas que arremeten como un toro salvaje contra tu maltrecho sistema nervioso. Ella se va a toda prisa y yo quedo suspendido en una incertidumbre ontológica de magnitudes abismales. Yo salgo en plena tormenta para Tacobell y pido un combo que trae un burrito, un taco y una coke. $3.99. En Target reviso los dvd's. Pregunto por Scarface. El chico que atiende es un druggie bastante gentil y me dice, claro: say hello to my little friend. Y empieza a disparar contra todo Wal-mart. Busco en Borders un precio más cómodo y encuentro que realmente sí era más económico en Payless Target. Compro Scarface y en el mostrador me detengo en el subliminal verses vol. 3 de Slipknot. También lo cargo a la cuenta. Lo reproduzco en el discman negro y salgo a esperar el bus que me llevaría directo al downtown. Un par de vagabundos espera conmigo. Es un atardecer metálico y me colmo de la energía del asfalto que se cuela en mis poros. Veo como el horizonte devora el rojo sol de verano y siento que caigo con él junto a mis esperanzas arraigadas a otras fronteras. El bus me lleva hacía sunset blvd. Camino sobre gigantescos pantanos y me pierdo en la noche horizontal. De la selva veo salir hombres, en ocasiones jóvenes aventureros, en ocasiones ancianos con sus caras destrozadas y golpeadas. Sólo respiro muerte en estas coordenadas. Entro a un anónimo sports bar y pido un draft de Budweiser. En alguna opaca esquina alguien procura programar una tanda de Lynyrd Skynyrd. Un hombre de treinta años bien entrados, ojos marítimos bien proyectados y cabeza rapada se concentra en apretar muy bien el sexo de su compañera, una rubia despampanante de piel bronceada y corto vestido blanco al estilo de los años 80's. Me razco la cabeza y sigo concentrado en mi cerveza helada. Alguién desde el borde de la barra me pregunta: hey man, where you from? Respondo: I'm from nova... where intensively pain expects to erase me of this world. Desde el borde escucho que alguien replica: Then I am from Nova too. Soy Luis y confieso que tengo un amigo gigante en un lugar que sólo yo conozco. Soy Luis y confieso que mi amigo el gigante sufre de una irremediable melancolía. En el instante que llora es el instante en que llueve en la aldea que sólo yo conozco. A veces voy en busca de su compañia y sólo encuentro su soledad. Es él, mi amigo el gigante del cual hago mención, el que me exige escribir un diario. Es él, mi amigo el gigante del cual jamás había hecho mención en parte alguna, quien dice qué es lo que debo escribir y para quién, cómo y dónde. Su pesar aflige mi existencia y me hace sentir que no soy digno de seguir llevando esta miserable vida. Siento que su corazón late en la medida en que el mío salta y que los motivos que tenga, cualquiera que sea, para sentirme cómodo en un momento sólo son veneno y espinas para su condenada vida. Mi vida yo no la vivo, es vivida por alguien al que le hago daño y al cual someto a los más increíbles dolores. Le cerceno el pene a alguien que me exige le cercene toda su vida. Se lo cerceno y siento que caigo en el abismo de su llanto, su irremediable tristeza y su abrumadora soledad. A veces se me da por ver el sol y siento que lo veo ríendo como si mi amigo el macanudo se estuviera masturbando pensando en que algún día se sentirá feliz devorando mi contaminado corazón. Veo el sol y recuerdo a mi viejo amigo el gigante. Titán de la tragedia, coloso de la derrota. Un lobo en los improbables años que surgieron la aldea le devoró la mandíbula y su gesto empeoró considerablemente. Se sentaba en la oscuridad de la cueva a devorar los sobros de la vida. Fireflies YOU motherfuckers don't bother when I am eating the heartache of my lord...

Friday, November 18, 2005

Viernes, 11 de Noviembre. Dream On

Llamo a las 8 am a Paola. -Ya pensaste en qué nombre le vas a poner al corto? Ella responde que aún no, que tal vez algo relacionado con el rojo. Le digo que estaba pensando en algo relacionado con la exacerbación del deseo, la carne y el espirítu como unidad indistinguible. Aventuramos nombres por un rato hasta que me doy cuenta que la estoy llamando a un celular y que no puedo abusar de mi bolsillo. Le doy el teléfono de mi casa y le digo que si algún nombre se le ocurre me llame. Gasto toda la mañana haciendo el script y luego me distraigo en una conversación por MSN que me hace retrasar. Salgo corriendo hasta trans/infierno. Allí veo como la gente transita por secretos paraísos de lujuria y deseo privados en sus conciencias. El transmilenio ha sido gentil en ir a prisa pero no puedo dejar de morderme los labios al ver que ya me ha dado la Una de la tarde. Salgo corriendo del trans/infierno por toda la calle 26, la calle a la cual alguna vez haya llenado de tramas de significado y emoción. Me detengo por el Opera Plaza y trato de llamar a Paola. El negro rasta de los minutos dice que tengo que esperar. Esperar era la palabra que menos deseaba oir en ese momento. Se me sale el diablo por dentro y empiezo a gritarle en la cara: FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK FUCK. El negro me mira pícaro y más me enfurece. Un pequeño Fuck antes de irme y encuentro a otro vendedor que tiene minutos disponibles. Llamo a Paola: ya voy para allá, estoy en un trancón. Tomo un taxi, el señor tiene bigote, el sol está que arde, el sudor hace su molesta aparición en mi frente. En la portería me encuentro a Danny quien se sonrie al verme tan apresurado. Al entrar puedo ver la cara de estrés de todos, incluyendo Emile. Llego y todos exclaman: por fín. Fue una semana en que hice hasta lo imposible por confundirlos acerca de mi naturaleza: un cabrón o un bacán? La edición fue muy productiva gracias al script que había hecho en la mañana y todo transcurrió sin mayor problema. Finalmente me pareció bueno el título del corto que pensó Paola y quedó: R-Ojo. Antes de salir de la sala de edición J me acaparó. No encontré el cd que Eme me había dicho que le entregara. Otra vez el gesto de no saber qué era yo: si un cabrón o un bacán. Salimos hacía las escaleras, allí estaba Libby. Hablamos un raro y la conversación giró odiosamente hacia el tema de las drogas nuevamente. En ese momento subía un muchacho hippie metalero apasionado del tema y empezó a regar su discurso aficionado a las drogas alucinógenas. Me harté de esa conversación, de esa pose y le dije a Jay que me acompañara al baño. Al subir vi que Leo se había percatado de la situación y me miraba con celos, como si en realidad yo le fuera a arrebatar a su J. Cuando volvimos pude observar que el tema entre Libby y el hippie metalero seguía igual de entusiasmado. Me aburrí y me alejé. En ese momento subía Paola y nos convido a Quizz a Jay y a mí. Jay le dijo que tenía clase, yo le dije que no podía. Hizo cara como de realmente querer a Quizz conmigo. Insistí en que realmente no podía ir. Entré a MSN un rato. Me encontré con claude_elen y le pregunté qué hacía. Me dijo que nada, le pregunté en qué universidad era que estudiabla y le repliqué que cómo era posible que estudiando tan cerca jamás nos hubieramos encontrado. Quedamos para la próxima semana. Tomé un bus en el cual los pasajes vibraban impacientemente. Se sube una pareja de jovenes a vender algo que no sé debido a mis auriculares. No son hippies, están a mitad de camino. La chica se detiene en mí varias veces, como si me reconociera de algún pasado remoto. La realidad no creo haberla visto antes. En la calle 53 espero a Lain. Trato de pasar el sol apestoso debajo de una droguería de mala facha. A lo lejos puedo reconocer a un chico del seminario de cine de bajo presupuesto. Va con un hombre maduro. Él también me reconoce, se aparta del hombre maduro y me saluda. Me parece extrañísimo, porque si el hombre maduro se tratara de su padre, seguramente se preguntaría qué hacía su hijo hablando con un ser tan despreciable como yo. Me confiesa que ha estado pensando en mí y me siento algo halagado. Intercambiamos teléfonos y me entero que también se llama Luis. Al llegar Lain casi no la reconozco. Estaba hablando con alguien por celular animadamente, se reía con fuerza y realmente irradiaba una muy buena energia. Lamenté estar tan bajo de nota como para seguirle su felicidad. Entramos a una tienda puerca, ella pide un paquete de papas y una malta, yo pido una coca-cola. Ella escucha algo de música de mi ipod. Salimos en busca de una tienda de rockola que ella conoce. Tardamos un rato en encontrarla. Al llegar sentí mucha acquiesencia con el lugar y sus moradores: grupos de ancianos medio maricas, ebrios y trasnochados. Lain es feliz programando canciones de una nostalgia insondable. Primero una tanda de boleros, luego Javier Solís y finalmente remata con Buenavista Social Club. La gente del lugar parece cómoda y satisfecha con la música de Lain. Me convida a pedir alguna canción pero prefiero reconocer mi incompetencia como dj para el lugar. En un momento siento la fría mirada de alguien. Se trataba de un viejo profesor mediocre, en realidad, el primero con el que tuve clase en la nueva Universidad. Lo miré y lamenté encontrarlo en ese sitio. Le comenté la historia del demonio a Lain: de cómo el día en que murió el profesor parecía tan frío y cínico al decirnos: sí, el demonio se murió, cagada. Ninguno de nosotros lo podía creer, estabamos enceguecidos por el brillo de su ausencia definitiva, todos como en shock y el profesor siguió la clase como si en nada importara que el demonio ya no estuviera con nosotros. Antes de salir pasé por su lado, me esquivó la mirada. Llegamos a casa.... fin de radio/live transmission.

Wednesday, November 16, 2005

Miércoles, 16 de Noviembre. Colombian Necktie Psycho.

Frente al interrogatorio:
Bueno, a las 11:20 am me encontraba al frente del salón de clases. Que qué escuchaba, no sé a qué viene al caso pero si lo cree tan pertinente estaba escuchando Come_Undone de un grupo llamado Duran Duran. Que si bailaba. Bueno, un poco. Me meneaba con algo de gracia. Testigos? Una costeña rubia a veces se pasaba con su célular, se quedó fija algunas veces pero esquivé su mirada cerrando la chaqueta y con la cabeza baja. Me miraba porque no había nada más que mirar en el pasillo, entiende. Además que me encontraba algo agotado. La causa era un nuevo ataque callejero. Me están agotando estos encontrones callejeros, entiende. Estaba esperando para hacer una llamada en Las Aguas cuando veo que a lo lejos se viene un podrido que ya me había visto hace algún tiempo. Me dice algo con una falsa hipocresía. Salgo rezongando y cruzo la calle. El punkie hippie me alcanza a lo lejos y me grita: y esa cresta qué es? punk? Le respondo en seguida: No, de marica! Veo que se enerva. Me encanta que se enerve. Ya la sangre me corre. Me dice luego de un rato: es que ud es marica o qué? Le respondo: A ud qué le importa imbécil?. Se viene a mí decidido. Se ve con muy mal aspecto y presiento que perfectamente puede cargar un chuzo debajo de su chamarra. Le grito: no quiero problemas hoy. Él cruza la calle, yo la cruzo y ambos seguimos nuestro camino. Paola sale de clase y me pasa el trabajo. Escucho Wild Boys del mismo grupo. Termina la clase, saludo a mis compañeros y salgo a hablar con el profesor. Luego de llegar a un acuerdo salgo a verme con claude_elen, de nuevo a Las Aguas. Al llegar no veo rastros de ella, así que me cuido de volver a encontrarme con el punkie hippie y le marco. Son las 12:30, por lo visto estaba media hora tarde perdido en el día. Al llegar la invito a la exposición en el colombo americano del fotográfo Edward S. Curtis. Al salir absortos por las excelentes fotografías la invito a un café y me confiesa que tiene servido su almuerzo en un restaurante cerca. Pienso que debió habérmelo dicho desde el principio. Llegamos a un pretencioso restaurante universitario cerca a la universidad llamado El Andén. Me presenta con sus amigos. Busco asiento en una mesa aparte. Puedo observar la mirada desconfiada del chico de la caja. Me harta su actitud de imbécil así que me le acerco y le compro una gaseosa. Le pago con un billete grande para que se muerda los hombros. Después de llevar media gaseosa, un chico del grupo de claude se va y me siento junto a ellos. Son meramente un grupo de críos consentidos. Me pregunto cuánto habrán sufrido realmente estos chavales. Hablan de sus cosas y parece que se estuvieran refiriendo a alguna droga prohibida. Terminan de almorzar y les propongo tomar un café. Vamos hacía el leyenda y puedo escuchar comentarios sueltos que me confunden. Una chica dice: me contaron que el mejor momento para hacer un negocio es al principio o el fin de una guerra. Le respondo: sí, pero ahora nosotros ni estamos empezando una guerra ni terminándola. Me ven confundidos. Claude entonces me confiesa que se están refiriendo a un juego virtual. Me siento algo fuera de lugar. En el Leyenda les pregunto sobre el juego con más detenimiento. Me confiesan que es su adicción, que no pueden vivir sin él, les roba el tiempo y el interés. Suena bastante divertido para mí. El chico, con cara de revelación, continúa: se trata de un gran juego de rol en línea, donde puedes conseguir amigos de todo el mundo e interactuar con ellos con el fin de conseguir tus propias metas. El juego al que hacían mención se llama Omerta, al parecer está basado en los libros de Mario Puzo y por lo visto ha ido evolucionando conforme el tiempo y ellos han sido partícipes de esta evolución conforme a lo que ha crecido su adicción hacía él. Los chavales van en busca de más dinero virtual que les permita ascender su grado en el juego, se dirigen de ese modo a las salas de informática de su universidad. Yo parto para mí casa con miles de preguntas en la cabeza acerca de los juegos interactivos. A través de la ventana de la chatarra puedo sentir las flechas de una vieja conocida mirada. Miro a través del cristal. Su voz era la misma voz incisiva de siempre. Era el "loco Frank". Su cara no había cambiado en nada, a pesar de haberse dejado crecer el pelo y unas largas ridículas patillas. Daba la impresión de un viejo Simón Bolivar con rezaca de meses. También pareció reconocerme, bajó la cara y siguió su camino. El bus siguió su trayecto. Recordé la vez que en la 60 casi me golpea junto a otro hippie por haberles dicho, ya ebrio, que la izquierda era un monumental fracaso, una canallada y que en lo que a mí concernía no había mejor sistema que el capitalista y el de la Propiedad Privada. No me pegaron aunque lo deseaban. Era como haber personificado el enemigo perfecto en ese instante. Frank alzaba la mano y me decía: Hail Hitler, Hail Hitler. Les decía que no era nazy por creer que la izquierda era una mierda. Ya en casa veo una película estúpida en FX. Luego trato de ver Mucha Música. entro al ciberespacio un rato. Voy a la cita con la psicóloga. Al salir busco una avena en la tienda de la avenida. Puedo ver una luna radiante encima de los tejados de una ciudad asesina. Siento que todo podría tener sentido ahora que hay luna, que todo se puede tratar simplemente del efecto de las mareas. Regreso a casa. Más ciberespacio. En MSN le digo a Kira que deberíamos asaltar un Indumil, robar un coche convertible, encerrar a una universidad entera y dar muerte a todos, luego dirigirnos hacía Venezuela: Allí yo sería boxeador y ella una jíbara con clase.










Fin del interrogatorio.

Tuesday, November 15, 2005

Martes Podrido, 15 de Noviembre.

En el bus dan las 7:30 de la noche. Lo has cogido luego de que te sacan cordialmente del bar en el que te encontrabas. Tomas el bus y le preguntas al conductor cuánto cuesta el pasaje, ya que has volteado a ver y en ningún lado dice lo que debes pagar. El conductor tampoco te responde. Parece que el precio es un tabú en este bus nocturno. Así que piensas qué carajo, igual tienes un billete de dos mil pesos y da lo mismo lo que cueste, no costará más de 1.200 pesos. Costó 1.000 pesos. Antes de tomar asiento ajustas tus audífonos, se encuentran enfermos terminales pero prefieres pensar otras cosas. Escuchas Placebo. Tomas asiento y te olvidas del mundo por un rato. Tu cabeza divaga en longitudes extranjeras. Al frente tuyo dos hombres maduros y discretos. Atrás tuyo un típico muchacho de chapinero: típicos sueños de noches entradas en marihuana y frío. Trascurre el tiempo como la nostalgia en tu cuerpo. El bus vuela fácilmente las calles por una noche callada de tranquilidad homicida en los sucios pensamientos de los locales. Sientes miedo, miedo de caer bajo el precipicio al que algún día te llevaron estas calles tóxicas. Pasas por la que fue tu anterior morada en tu anterior vida y sientes algo de aprehensión en tu pecho descompuesto. Pensamientos que te invaden a través de asociaciones espaciales de un tiempo que ya no te corresponde. Uno de los hombres maduros, el que contaba con canas, se voltea y te mira cómplice. Le haces saber que por ti no hay ningún problema. Haces sonar Ocean de Sebadoh. El hombre canoso pasa su brazo por encima del otro señor. Se ven lindos. Una escena de amor en un bus protagonizada por dos cariñosos hombres maduros en un traste de bus melancólico que recorre las calles como la sangre que hierve recorre tus ojos a punto de estallar, siempre a punto. Esta tristeza que no da rienda. Se suben tres jóvenes. Los dos chicos son horribles y la chica es hermosa, es dueña de una hermosura que te parece imposible. Te voltea a ver, por pura curiosidad tonta y sientes que no puedes con el peso de su mirada. She's in parties de Bauhaus. El hombre maduro sin canas se levanta y deja lleno de un peso demoledor al hombre de canas, quien te voltea a ver con ganas de compartir su pena contigo, pero tú estás ausente, más ausente que jamás. La chica se levanta y se despide. Los chicos con cara de estupefacción idiota te voltean a ver con ganas de compartir su pena contigo, pero tú estás ausente. Te miran con extrañeza desde sus puestos quebrados. No aguantas las ganas y te inyectas en los ojos las lágrimas que tu cuerpo no puede producir. Es un llanto artificial, completamente plástico y recreado. Pero FUCK LA PUTA NATURALEZA DE MIERDA. Te cagas en esa naturaleza, en ese nuevo Dios de lo natural que todo lo que te ha causado son imperfecciones y dolor: el dolor más profundo, la vida. Ya la naturaleza te ha desposeído hasta de tu último recurso: el llanto. Qué haces.. retas a Dios, te le cagas en la cara. La única vez que le rezaste con convicción te negó la respuesta y dejó al hombre actuar a su antojo sobre tu endeble cuerpo infantil. Deus NO EX machina.

i wish i was half electronic the last shreds of skin are in the sweet sunlight and i've turned into this smiling, snarling monster as i watch the walls descend as i watch the walls descend like stars

Un fuerte llanto va por la carrera séptima a 40 km por hora cayendo a pedazos. Te bajas deshecho cerca a tu casa. No puedes con esa depresión que te tiene hasta las cachas. Ahora resulta que I Ain't got the power anymore. Tu cara reluce de desazón. La gente que pasa te ve con horror, como si ellos nunca hubieran forzado un llanto, inventado una risa, fingido un orgasmo. I'm sinking in the quicksand of my thought. La luna está llena, el cielo está claro. Por qué las luces pasan? Por qué aún te mantienes erguido? Te metes por los callejones más oscuros y peligrosos de tu barrio. Nunca pasa nada pero todo puede cambiar. Llegas hasta Mc Donald's dispuesto a arremeter contra algún niño estúpido de risa gigante. Contra lo único que arremetes es contra una Big Mac. Vas hasta el baño y ves que estás muy feo. Que te provocas náuseas a ti mismo. No soportas el color de tus ojos, ni de tu piel grisácea y no soportas la idea que tras tu piel haya colándose un putrefacto río de sangre. Pasas los puentes y quisieras que alguien te detuviera. Quisieras encontrarte a una prostituta que lo brinde gratis o un vampiro que te desaloje de la conciencia. Nada de eso consigues. Ahora tu cuerpo está lleno de comida chatarra y te sientes morir en una pesadilla infantil. Llegas a casa y fin del día. Tus ojos arden y te obligan a acostarte muy temprano. No sueñas. Has muerto y no te has dado cuenta.

Sunday, November 13, 2005

Jueves, 10 de Noviembre

La cita era a las 11 am. para terminar de filmar definitivamente las tomas que no habíamos podido hacer por pura negligencia de mí parte. Era algo como mi tercera y última oportunidad para reponerme con el grupo. Eran las 10:50 y yo hasta ahora me dirigía hasta la calle 53. El taxista era un chico joven que al verme la cara me preguntó: para la U? Le respondí, no, pero iugal tengo que llegar urgente a las 11. Cuando el reloj del taxi dio las 11, mi superciliar se contrajo de una manera especial. Llegué a la 53 con Décima a las 11:10. Salí corriendo del taxi como una loca muy loca. Fui lo más rápido posible, encontré un minuto celular y llamé a Paola: Marica, se me hizo tarde, ya voy para allá. Colgué y seguí corriendo hasta donde Lee. Allí me disculpé por tener que vernos a las carreras y tomé de inmediato otro taxi hasta la Universidad. Recuerdo que bajamos por la Javeriana y pensé alguna poesía interior que se quedó grabada en un espacio perdido. Llegué a las 11:20 a la tienda de Tito. Oscar ahora no llegaba. Paola estaba pálida. Le contesté que no se afanara, que fueramos arreglando la locación. Así que tomé el celofán, lo colgué alrededor del bombillo para generar la impresión de rojo. Es cine artesanal, pensé. Luego Kira me reprocharía el haber sido tan bruto por ese efecto tan barato. El color de su video no es rojo, es como un fucsia asqueroso, me diría. También me confesaría tener un filtro rojo. Pero ya eran esos reclamos demasiado tardíos. Luego de ocuparme de preparar el baño lo mejor posible me desligué de más responsabilidades. Me senté en una esquina. A veces podía sentir la inquisidora mirada de una chica rubia algo levemente pasadita de kilos. No estaba mal para mí gusto, pero me recordaba a cierta chica y me hería. Su modo de reír, el hecho que estuviera tomando tan temprano, las canciones de rock barato que programaba en la rockola, hasta la manera insolente en que volteaba sus grandes ojos y los dirigía hacía mí. Me hacía detener en los reflejos sobre los cristales. Esa violencia de la ontología erótica es algo que destruye los estratos de realidad en que me asiento. Recordé un viejo sueño lejano: A mi lado estaba él. No sé quién era él, no me preguntes... los chamanes le llaman el espíritu. Me mostró el viejo cielo azul. Nada que sorprender amigo, era solamente el viejo cielo azul que todos los días vemos al levantar el rostro. Pero en esa tarde hermosa el viejo cielo azul de siempre relucía con una intensidad nueva, podría asegurar que se trataba de un nuevo cielo azul. Él me decía: ves el cielo? Le respondía: claro. Me reprochaba que en realidad no lo estaba viendo. Me decía: no ves que el cielo refleja el mundo? Así que empecé a sentirme estúpido, como ciego ante una realidad que aparentemente estaba ahí, todos veían, menos yo. Él pareció entender mi angustia y me invito a ver, más allá de mis preocupaciones. En esa angustia le replicaba: el mar es azul porque refleja el cielo, pero el cielo qué refleja?. EL CIELO REFLEJA EL MUNDO. De repente, el azul del cielo se tornó menos denso, se aclaraba a mi vista y más allá de las nubes pude ver un puerto pesquero. En el puerto pesquero, los grandes hombros de negros que arrojaban sus gigantescas mallas hacía el mar. Sentí el sudor de ellos tras sus anchas espaldas y espeso pelo crespo. Pude ver la arquitectura de innumerables ciudades costeras. Casas blancas o terracota, sobrias, de no más de dos pisos. Grandes calles de vida calma. Hablé con algunos hombres en su idioma nativo. Me sumergí en ese espeso mar de azul y ahora lo que había dejado atrás era simplemente el reflejo de otra realidad alternativa que simplemente me empeñaba en elaborar día tras día, sin jamás poder alzar la vista al mundo eterno que se me abría a través del azul del cielo abierto.
Danny me veía con cara de estupefacción. Me encontraba sentado en una esquina, con un paquete vacío de Todorico, hablando solo y viendo sin dirección alguna por un prolongado tiempo. La imagen que me pareció estar proyectando me pareció en ese instante patética. Recordé a A. P. Las veces que me era imposible comprenderle su discurso desordenado. Sus ojos que se escapaban en todas direcciones en especial en momentos que lo ponían nervioso. O la vez que lo vi tan hermosamente perdido observando estupefacto las estrellas. De allí provenía Piam... de las estrellas que palpitan sin razón. Y no lo comprendí. Me pregunté qué sería de la vida de aquel niño hermoso perdido en las circunvoluciones de su conciencia esquizofrénica. Dicen que recayó. Dicen que ultimamente anda más agresivo. Dicen que aún vive. Dicen que aún se detiene a observar las estrellas desde una finca cafetera en Popayán. Dicen que aún no hay quien le comprenda. Qué reflejan los ojos de A. Piam.. observando las estrellas?
No hay lugar en que me sienta más solo que en la Universidad.
Fin del día.

Saturday, November 12, 2005

Martes Podrido, 8 de Noviembre

Me levanto con Resaca. A mi lado está Santos. Me despierto cuando la mamá de Santos le dice algo a él. Ella me saluda y yo balbuceo algo como holaa, o algo por el estilo, inentendible. Son casi las 8 am. Mierda, tenía que verme con Kira a esa hora para recoger mi maleta. Ya no alcanzo. Me levanto a llamarla de todos modos, tal vez ella me esté esperando para salir a la Universidad. Cuento las monedas y aún no me alcanza para llamarla. Le pido una moneda a Santos y tardamos un buen rato en encontrar una. Vamos hasta donde Sexar. La llamó y le comento jocosamente que pasé la noche donde Santos. Santos compra un jugo y nos volvemos a su casa. Yo sigo derecho, nos despedimos. Voy a la casa a pie. La sed, el hambre, el sueño y todo me está volviendo mierda. En un cruce pasa una pareja de adolescentes metaleros y me miran con cara de: anciano, a tu tumba. Los polis del CAI me producen desconfianza, los vuelvo a encontrar unos metros adelante. Al llegar a la casa un buen desayuno me espera. Luego le comentaría a Lee que lo único bueno de este apestoso martes fue el desayuno. Trato de recuperar aliento, de recomponerme, pero no puedo. El mediodía me atrapa en mi casa. Salgo y veo que me es imposible llegar a tiempo. Tomo un taxi para tratar de no incumplirle a Linda Lee puesto que ella me espera para ir a clase. Me bajo del taxi en la 53 y salgo corriendo. La gente me ve y me siento interpretando a un extraño Superman en una serie de muy bajo presupuesto de televisión regional. Un Superman antagónico, de este modo, un Untermensch cuya capa no lleva la S orgullosa sino un parche descocido de Tool en la espalda. Linda me esperaba bajo el apresante sol de lluvia. Estaba junto sus amigas y me sentí algo mal por estar tan en mal estado. Lee me comenta lo mal que la ha pasado cargando todo el día mi horrible maleta. Le pido con urgencia la maleta y empiezo a aplicarme el bloqueador como loco, siento que el sol me achichara todo mi ser y que esta fotosensibilidad se está tornando en mi kryptonite. Así que reconozco a Mafe y la saludo. También reconocí, por una foto, a Bigotes. Bigotes me reconoce pero prefiere no saludarme y hacer como si yo no existiera. Es obvio que le causé repulsión a Bigotes, luego Lee me lo confirmó. Estaba empezando a planificar mis siguientes dos horas con Lee cuando ella recibe una misteriosa llamada. Era para mi. Joder, cómo pudieron interceptarme, pensé. Yo tan feliz y libre que me sentía de andar desconectado por un tiempo del jodido celular y ni así era imposible dejar de ser acosado. Era Paola histérica. Supuestamente habíamos quedado de vernos a la 1 en clase para filmar. Le preguntó que cuándo habíamos quedado en eso. Me replica que igual ellos no están en clase, pues pidieron permiso para filmar, que me apure, me necesitan urgente. Pienso que antes deberían estar agradecidos conmigo por haberlos hecho capar clase con una justa razón. Le digo que en ese justo momento no puedo, que a las 2:30. Se emputa pero no puede hacer demasiado. Me pregunto cómo consiguió el teléfono de Lain. Bromeamos al respecto con Kira, decimos que el CTI se le quedó corto a Paola. Con el tiempo limitado que nos queda invito a Lee a una pizza. Vemos un cartel en una tienda opaca de pizza con gaseosa a $2.500. Recordé que hace unos 4 años había comido una porción en ese mismo sitio y que me supo a gloria. El tiempo definitivamente influye tanto en la proporción como en la realidad de los hechos. Las pizzas que nos comimos fueron horribles y viejas. Conforme pasaba el tiempo podía observar como mi pedazo se hacía más frío y menos comestible. Le comentaba algo muy tonto a Kira que la distrajo y la hizo regar la gaseosa. Nos reímos un rato sobre nuestras capacidades motrices. Nos fuimos caminando hasta el centro, aún contabamos con tiempo. Le ayudaba con el trípode y eso me hacía sentir como todo un realizador. Es tonto porque más parecía un utilero, pero el ego del blogger por lo general suele ser tan grande como para abrir su diario al público. La vibra entre los dos se sentía muy buena y eso me consolaba. Por la altura a la calle 45 nos volvimos a encontrar a los pesados del viernes. Ellos andaban en la tienda de Melida, pero pude notar como el integrante Yon Pol de Peinados Nuevos me veía con desafio. En el fondo estaba el tonto araucano Carlos Tirso. Los miré con desprecio pero luego me contuve, estaba gastando mis energías en seres inoficiosos. Ahora, sin cocaina en su cabeza, oculto tras los cristales de Doña Melida, Tirso ya no tenía el mismo espíritu desafiante del viernes. Me dio risa y seguí mi trayecto. Pasada la Javeriana, pude ver cómo el tiempo se nos reducía. Decidimos tomar un bus con Lee y recatearlo. El señor del Bus no se molestó cuando le pagué con un billete de dos mil pesos y me devolvió el cambio de muy buena gana. Lee escuchaba Skinny Puppy y me comentó su connivencia con la canción The Choke. Es una de mis favoritas, pensé. El bus no tomó su frecuente ruta por la calle 24 sino que siguió derecho hasta la 19. Pude ver la nueva edificación que están construyendo cerca a las putas. Me parecería genial si se tratara de un centro comercial de carne a lo Amsterdam. Lee me comentaba su aberración hacía los hombres que gustaban de putas gordas o entradas en años -como ella, comentó señalando a una prostituta decadente. Me puse triste pensando en la infinidad de hombres que habían pasado por esos tristes viejos senos gastados, el amor que en ellos habían y le repliqué que para toda demanda existe su oferta. Nos bajamos en la 19 con séptima. La acompañé hasta el frente de La Florida donde se había citado con su amigo. Nos despedimos. Luego me comentaría que las señoras la atendieron divinamente en La Florida, que la dejaron grabar hasta en la cocina, lo amables que se habían mostrado con ella y lo a gusto que se había sentido filmando en este tradicional sitio. Seguí mi camino, escuchaba música electrónica del año 2001, mucha nostalgia corría en mis venas. Al llegar pude ver a lo lejos la cara de rabia y estrés de los chicos del video. Les respondí que me había sido imposible llegar más temprano, que igual filmaramos. También les confesé haber borrado por accidente parte del video. Estaban que me mataban. Revisaron el video para ver qué tomas me había cagado. Mientrás lo hacían pude ver al famoso M Barragán, comprando unas empanadas mexicanas. Pude ver lo delgado y flaco que lucía. La ida de su madre le ha pegado duro, pensé. Fui hasta donde él y lo salude: Señor Eme Barragán. Me contestó perplejo: qué más Luis?. Nos dirigimos hacía los chicos del video. Me comentaron que afortunadamente no se había borrado nada fundamental del video pero que hoy no podían grabar, tenían múltiples ocupaciones. Tan ocupados! Pensé con algo de envidia, puesto que no tenía más que hacer. Así que nos despedimos de los chicos del video y le dije a Eme que hicieramos algo. Me comentó que había estado con Jay un rato, que si quería lo buscabamos. Le respondí que mejor no, que mejor buscaramos a Lee, tal vez aún estaba por La Florida. Antes de llegar a la séptima, Eme compró dos grandes cajas de cartón. Ahora andábamos como dos zarapastrosos por toda la séptima, cada uno con un gigante cartón bajo el brazo. Gritaba: Botella Papeeel. Fue putamente gracioso. En La Florida no encontramos a Lee así que invite a Eme a La Normanda a un tradicional Café. En una esquina había un grupo de maricas viejos haciéndose picardías entre ellos. Pedimos dos tintos. A Eme no lo impresionó el tinto. Eme se fue al baño y en esas un viejo también fue al baño. Al pasar por la mesa me botó una mirada que me hizo sentir guapo y eso me subió la moral. No recuerdo qué hablaba con Eme. Salimos de nuevo hacía la séptima. Me dijo que cogería bus en la 26. Me ofrecí a acompañar al viejo Eme Barragán a tomar su bus. A la altura de la calle 24 vimos a ex Pink con su hijo en Leyenda. Eme me instó a seguir derecho. Le hice caso. Me dijo Eme que lo había embargado una melancolía tan absoluta por esa tarde inabarcable que lo mejor sería deternos en algún sitio a respirar las heridas. Le respondí: Ok, Eme. No encontrando nada bueno por el sector subimos hasta el barrio La Macarena. En la tienda de siempre entramos. Unos chicos gilipollas me tenían con la rabia en vilo. Creo que eran de la Universidad. Definitivamente eran maricas todas. Hablamos con Eme de algunas cositas. Luego llegó una perra artista de la zona que se creía lo más non plus ultra por tener amigos gays. Puso un cd con música de Joy Division y Portishead. Me amargaron el rato hombre. Le dije, bien duro para que ellos escucharan, a Eme: tendremos que volver a Alci Acosta, una tristeza más autóctona. No es justo que ahora Joy Division y Portishead sean In cuando en nuestra época éramos rechazados por no ser lo suficientemente felices y mover las caderas escuchando Me Vale de Maná. MALDITAS MASAS. MALDITO 24 HOURS PARTY PEOPLE. Nos fuimos y pude ver ahora sí como esa tristeza se le escurría por esos ojitos a Eme. bajamos por las torres y pude sentir el fresco de la muerte en mi rostro desfigurado por un hijodeputa hip hopper. Tenía mucho odio, odio en mi corazón. Odio muy profundo, clavado en mi corazón. Un odio que me envenenaba y me hacía toser de vez en cuando. Tomé el bus y me fui escuchando Shakedown. Llegué a la casa agotado de tanto odiar, quise empijamarme pero cuando lo hacía mi madre me recordó la cita con la doctora. Joder, salí corriendo. Estuve en la cita muy mesurado, hablando sobre las técnicas para vencer los pensamientos irracionales. Luego llegué a la casa y hablé con Ana Maria en MSN hasta entrada la noche.

Thursday, November 10, 2005

Miércoles, 9 de Noviembre.

Son las 7 de la mañana y aún no me repongo. Escucho la ruta de Alma, pero eso aún no es suficiente. Orfeo me abraza como una anaconda asesina y afable. Me rindo ante su encanto. Cuando abro los ojos nuevamente, el sol está más áspero afuera que nunca. No creo que sea muy tarde. Veo el teléfono improvisado y me doy cuenta aterrado que falta un cuarto para las 9. Me levanto de un salto y aún dormido le pido un minuto de cel a mi papá. Llamo a Paola: Marica, se me hizo tarde, hasta ahora me levanté. Ella calla con el silencio de un homicida dispuesto a arremeter contra su víctima. Hay algo de terriblemente erróneo en ser el malo del paseo, en ser el culpable de todo y no tener cómo defenderte, saber que en realidad jodiste las cosas, que no existen excusas para ti y que realmente tus actos merecerían hasta el desprecio de ti si fueras una tercera persona. Quedé de verme con los chicos del video faltando un cuarto para las 8 y ahora estaba tarde una hora y seguramente tardaría mucho más, puesto que hasta ahora me levantaba. Fingía preocupación en el teléfono con Paola pero lo peor era que en mi interior nada había cambiado y podría afirmarse que estaba muy relajado. Hay algo malo conmigo, algo malo sucede, me estoy transformando en un cínico irremediable y no veo como poder dar marcha atrás a la situación. Todos madrugaron, todos fueron puntuales y yo, que era la pieza clave para hacer el video, puesto que era el que disponía la cámara, jamás llegué. Tenía otra cita con Linda Lee entre 9 y 10 y a esa cita no podía faltar. Me alisté con prisa, no desayuné siquiera, tomé el trans/infierno y llegué puntual. La llamé cuando estaba en la plazoleta del Rosario y me dijo que no demoraba. La cité en todo el centro de la plazoleta aunque la esperaba en un punto estratégico tras la sombrita. A lo lejos pude ver su figura de Lain, me alegré y pude notar la prisa de sus pasos puesto que a pesar de que andaba rápido no lograba alcanzarla. Así que acorté camino yendo encima de la estrella del centro y por fin pude atraparla cuando ella ya empezaba a hacer cara de preocupada. La acompañé hasta el viejo billar Santo Domingo y de allí me despedí para ir a clase. Anduve lo más rápido posible, primero por la séptima, al ver un mimo cacorro giré de una vez hasta la quinta y allí pasé un grupo de chocolocos sobre la 19 con camisetas alusivas a ONG's. Al llegar a clase, el profesor estaba discutiendo algo sobre un escrito con Paola. Me dirigí hacía Paola y la tomé del hombro y me hizo un desplante con su indiferencia. Me sentí mucho peor y pude ver como las demás chicas de la clase notaron conmigo el desplante. me volví hacía mi esquina habitual de clase. Paola se sentó luego a mi lado y traté de calmar las cosas, ella me veía con cara de: mucho hijueputa. Teníamos una visita a la revista Credencial. Dios, cómo odio ese tipo de visitas. Iguales de humillantes a una entrevista de trabajo con el atenuante de que no existe ningún tipo de promesas ni ofertas hacia tí. Saliendo encontré al viejo Libby. Encontré un cono de papel y me divertía poniéndomelo en la nariz. Era un modo de evitar la tensión entre Paola y yo. Ibamos los tres por la 24. Así que hice una alusión sobre los videos de Depeche Mode y el parecido que encontraba en su estética con una foto de Joel-Peter Witkin llamada Woman Breastfeeding an Eel. Libby me comentó entonces sobre unas películas que había estado viendo de un tal Jason Jackson, que manejaba una estética gore muy graciosa. Le repliqué que Witkin no hacía gore sino un uso poético de la muerte. Paola se adelantó de nosotros. A la altura del MAMBO, unos policias bachilleres con cara de maricas todos nos detuvieron exclusivamente a Libby y a mí. Antes de inspeccionarnos, escuché como se decían los unos a los otros: sólo estaba el pisquero pero ya no había nada de hierba. Me indigné por ser los únicos en el grupo a los que detuvieron y por la ignorancia y el prejuicio de los estúpidos ñeritos que se tildan de policias. Les dije agresivamente: acá no va a encontrar ni mierda de hierba hermano, no soy un jodido hippie. Temía en mi interior que a Libby le encontraran algo. Nos dejaron ir y les hice cara de pobres idiotas. Si hubiera tenido un arma le hubiera volado los sesos a ese cabroncito con pinta de marica. Nos fuimos hablando en el transcurso con Libby de la dificultad de vestirse de negro y usar el pelo medio largo en un país de ignorantes y maricas como este. También hablamos de lo mal que la habíamos pasado con la hierba en tiempos lejanos y que definitivamente ese no era nuestro vicio. Llegamos hasta la revista y allá nos atendió el gerente o no sé qué mierdas de la revista, un supuesto periodista cultural llamado Rafael Baena. Me dormí en la reunión. Salí del edificio junto a Paola le convidé un café pero me lo rechazó. Ulimamente anda de afán siempre. Llegué hasta Leyenda de la 24 y allí me tomé un tinto con un Muffin. Pagué y salí a llamar a Lain. Quedamos de vernos en 45 minutos. Salí sin prisa y con buen ánimo. Caminé como todo un flaneur, deteniéndome en los cines pornos, el mezclador que estaba instalado al frente de todo el Gaitán, los rostros. En la libreria de la Universidad Nacional me llamó la atención un libro de Hobsbawm y al verlo tan barato me pareció casi salido de un sueño. Al entrar el vendedor se confundió un poco y finalmente terminé tomándolo por mi propia cuenta y averiguando el precio por mí mismo. Estaba regalado pero luego, a verlo con más detenimiento, pude ver que no era un libro de Hobsbawm sino sobre... mierda, no hay nada regalado, pensé. Bajé por toda la séptima. Me detuve en Dogger con deseos de comer algo, pero nadie aparecía y no tenía demasiado entusiasmo de esperar. Bajé hasta la BLAA y me senté un rato a esperar a Lain. El frío empezaba a hacer trizas de mí y decidí tomar algo en el Juan Valdéz. Me senté y pude ver cómo llegó. Salí corriendo otra vez como una loca, la alcancé. Le invité un café y nos reímos un rato al ver la forma de corazón en la espuma. De allí nos dirigimos hacía el viejo café Saint Moritz. Esperamos un rato hasta la hora que fuera oportuna abarcar al viejo David. Por fin cuando pudimos convencerlo de aparecer en el video nos sentamos en una mesa aparte, pero él no sabía qué hablar así que tuve que hacer las veces de entrevistador. Al finalizar la "entrevista" le pregunté sobre Frank. Me respondió: Frank? Conoce al loco Frank? se le alumbraron los ojos. Le respondí que sí, que qué sabía de la vida de ese loco, me respondió que lo último que sabía es que había estado en un centro de rehabilitación. Mierda, no sé por qué a todos los de esa generación nos fue tanto como un culo en la vida. Tal vez fuimos demasiado postmodernos y la vida terminó por cobrarnosla. Lain estaba encantada con la música del lugar. En un momento pude ver un viejo ejemplar que le encantó, pero luego de ver que tratabamos de filmarlo el viejo se puso vanidoso y empezó a posar: ya no servía ese viejo marica. Le pedí que me acompañara a comer una pizza. En el sitio Lain se enamoró de una chica con un parecido asombroso a Björk. Salimos a caminar mientrás llegaba la hora de ir a su universidad. Hablamos de lo farsante que era yo y de todas las mentiras y mitos e imagenes falsas que me encantaba crear en torno a mí. Cerca al Museo Nacional nos decidimos por un café en OMA. Ella pidió un Latte y un dedito de queso, yo pedí un capucho. Seguimos caminando y la verdad no recuerdo el momento en que llegamos al paradero de su bus, todo fue tan rápido y tan entretenido que no pude notar el trayecto. Subí con ella hasta su universidad. No conocía esta Universidad y la verdad me pareció mucho más bonita de lo que imaginaba. Fuimos hasta el salón donde ella esperaba encontrar a los chicos de su grupo y no vio a nadie. Decidimos esperar y nos tomamos dos malteadas. Volvimos y pude entrar por casualidad a una ridícula conferencia sobre periodismo escrito. Un idiota hablaba sobre los días de la universidad, de lo apremiante que luego resultan para la vida esas horas de trasnocho. Pienso que no soy el único farsante en esta vida, que hablar de un trasnocho en una carrera como periodismo es algo irreal y tal vez hasta ambicioso. Salimos hasta un salón ubicado en una especie de sótano y allí le comunican a Lain que todo ha salido mal, que las cosas dieron un giro inesperado. Salimos a llamar a sus compañeros, que saben aún menos que ella sobre la situación. Ella se contiene. Se contiene demasiado a mi parecer. Busca una solución temporal y nos dirigimos de nuevo al interior del bloque K. Allí puedo ver cómo la universidad está de bien equipada y el fácil acceso de los estudiantes a ellos. La espero en un sol aledaño, mientrás navego por el ciberespacio. Salimos faltando un cuarto para las 10 y tomamos uno de los últimos buses. En la 51 nos bajamos y vamos en busca de algo qué comer. Nos dirigimos hacía pizza pizza pero ya no venden porciones a esa hora. Bajamos hasta la 45. Ella se come una pechuguita y yo una carnita al tiempo que vemos Factor X. Le pregunto a Lain que de dónde salió ese man Jose Gaviria. Me dice entre risas que es el mismo de una canción pop mediado de los 90's que decía: Camaleón, siempre cambia de colores. Me dan naúseas y risa. La acompaño a tomar su bus y puedo ver como la grasa se corre de mis labios. Ella trata de darme un beso en la mejilla pero por simple reflejo le pongo los labios. Nos reímos de la situación tan glamourosa. Ahora me voy en el último trans/inferno triste, como loco, como loco de lo triste. Conmigo se sube un trío de muchachos ebrios. Abren la botella de aguardiente y me da mucha cólera porque tengo entendido que no se puede tomar ni comer nada dentro de los vehículos. Si fuera un superhéroe les patearía el culo a esos patanes, pienso. Vuelvo la mirada hacía el hombre oscuro de mi lado. Escribe un diario. Puedo percibir una inscripción más grande que las otras: VER MÁS ALLÁ. Lo miro aterrado y veo que es un hombre totalmente opaco. Me siento un poco intimidado, pero me gusta la vibra que respira. Empatamos muy bien y me siento su esposita. Pongo a sonar como loco la maldita TARANTULA de Faithless, me ensimismo con el sol de Dios entre las nubes, mirando los rabaños y al pastor de barba blanca que vuelve a tí su mirada con fuerte melancolía de profeta. Bailo en mi propio trance, en el espacio que aún tengo en el universo y celebrando aún estar caminando estos viejos parajes de la noche Karlo en reverberaciones músicales frenéticas. We come One de Faithless me hace recordar los mágicos años de la historia de los tres niños candies que se morían en los hoteles al inyectarse létales dosis de amor: provengo de esas noches y me siento un alien en las nuevas noches.


we come one
we come one
we come one