Friday, December 28, 2007

cálculos para el 2008

Que no son los cálculos renales, soy yo, soy yo y el sol, contra el sol y no yo. no es nada. palabras tontas. no existe el dolor, no el que lo deje a uno no ese
Malparidos hijosdeputa cálculos renales por qué no me consumen de una buena vez? por qué tardan tanto en llegar yo que deseo llegar a la crudeza de la tierra y vomitar como una prostituta con venéreas que se expone en la galería NoMa. Qué escribo? qué son estas tonterías? Malparidos hijosdeputa.

Se enjuagan los ojos
ante la posibilidad de padecer cálculos renales
nunca los he sufrido
pero deben ser sobremanera horribles
los dientes se apretan
la cara se contrae en gestos ridículos
los cálculos renales
que aniquilan todo sentimiento de fraternidad humana
están a la vuelta de la esquina
por qué debo tener la posibilidad real de llegar a este extremo absurdo de la enfermedad?
me pregunto incesantemente
es un estado supremamente crítico
el verse horas sentado
en el mismo baño
el mármol que se encoge y las horas que se alargan
estado inmisericorde y lamentable
yo que como una persona postrada en una pocilga pública
ahora me veo ante el advenimiento inminente de un estado de emergencia
lo que jamás funciona no debería hacerlo jamás
esto es una verdadera plasta de mierda infundada
se deben enjuagar los ojos
postrado ante la imposibilidad de hacer su cuerpo funcionar
cadáver caprichoso
no me recuerda una vida
una vergüenza
una condición putrefacta
no escondo el odio
la vida
depósito infundado de estiércol
cadáver caprichoso
sucio mendicante al que la vida le escupe
uno no deja de ser un cómplice de su miseria
y uno dice que odia para no verse tan ruin
así como el vagabundo blasfema a su benefactor
pero sigue bebiendo de esa agua sucia
llena de orines, sangre, semen, moco y flujo vaginal
pero en el interior uno no está más lleno que de cálculos renales

La noche es blanca
y todo se asemeja al cielo de los pulcros campos sacros
un pajarraco que rompe el cielo
vanidades fatuas en el abismo
la nostalgia que devora el recto
un leve destello del infinito
una indiferente mirada a las estrellas
comemos calladamente
en medio de un descampado anónimo
anoche bebimos de los dioses
hoy nos sentimos igual a ellos
en la soledad de nuestros agujeros
six feet under
se me enjuagan los ojos
soy de un llorar vacilante y gratuito
como anciano marica
que no retiene sus esfínteres
la muerte se me escapa
de mil maneras cada día
no quiero un júbilo
mi canción ya perdió su ritmo
como una prostituta en sequía que ha perdido su vocación
y deambula por los vastos trigales
me dicen: Johnny busca sombra
en busca de un fatal amor
una sola vez
para querer morir
por eso cálculos renales

Monday, December 24, 2007

Merry Christmas Monkey




Queridas criaturas nocturnas que aún visitan este viejo lastre, les traigo un presente de navidad con toda la humildad de un corazón podrido, como agradecimiento a la amistad brindada, la atenciòn prestada en algún momento del camino y las visitas esporádicas al tal vez más impopular blog de la galaxia.

the junkie's christmas

Thursday, December 13, 2007

final de los tiempos

My dear Professor Strowski, twenty years I was banned from my homeland, parted from my wife and son never to see them again. Why? Because I suggested to use the atomic elements for producing super-beings, beings of unimaginable strength and size. I was classed as a madman, a charlatan, outlawed in the world of science which had previously honoured me as a genius. Now here in this forsaken jungle hell I have proved that I am alright. No, Professor Strowski, it is no laughing matter ... Home? I have no home. Hunted! Despised! Living like an animal. The jungle is my home. Then I will show the world I can be its master. I will perfect my own race of people, a race of atomic supermen which will conquer the world.




Un tacto metálico sobre el rostro de Lisa de regreso al infierno cromado que estallaba sobre sus ojos compulsivos en torno a los reticulados del salón helado de Rusia 466. Sobrevivimos un mundo colapsado en bolsas de helio residuales desde los salones de manufactura abandonados. Allí está Hwyett arrojado a los frigoríficos hirvientes de la vieja estación espacial derrumbada en guerra. Pruebo un poco de ese aceite regado en los compartimientos del suelo. Allí está Hwyett librando una guerra perdida. El pecho se resiente a los gases de la atmósfera. Glóbulos oculares en explosión frecuente desde los suministros de video gratis. Lisa explora las bifurcaciones del no-espacio en que se juega la vida. "Todo cuanto actúa es cruel - Artaud" De nuevo al infierno. No hay regreso al final del mundo. Los babuinos corrían en manadas por las selvas de áfrica, los últimos refugios de esos culos rojos que quisieron resistir la ecmnesia aún se debaten en el enigma. El azul del cielo desapareció y los mares lincharon la cutrez del mundo. Un desgarre vertical de los brazos impedía cualquier intento de reparación en la psiché de una civilización humillada.

En el gran cristal del cosmódromo la vi partir. No me dejó tiempo de decir adiós. Quizás tampoco yo quería decirlo. La gente se aferra al cristal del cosmódromo y lo contempla por horas como si quisiera que no los dejaran solos. Tal vez yo también me aferre a esa plataforma vacía. Tal vez también tenga horas al frente de este cristal mohoso sin comprender que ella ya se ha ido. Paso horas sin sentido, paseando sin razón por los corredores de los salones de espera del cosmódromo. La misma imagen desgarradora de los rostros que se quedan. La misma cara de "mirar para adelante siempre" de quienes se van. Aún si les causa un dolor dejarnos, este mundo ya no corresponde a ellos. Mi corazón se atraganta de culpas en los pasillos muertos de un día de adioses definitivos.

El día despunta lentamente a través de los alfileres de llovizna. Paseo por los barrios negros con las manos en los bolsillos de la chaqueta. Los traficantes recogen a las putas que aún quedan, agotadas hasta el pellejo, y se van a buscar calor en sus cuartos de residencias baratas que colindan la zona. Finalmente encuentro un antro en el que poder refugiarme un instante. Dos cervezas, varios cigarrillos y varias canciones demoledoras. "Stargazar you call the shots an I take'em" Una bella guaricha se acerca y me pregunta si quiero bailar. Sí nena pero no quiero besarte la boca con aliento de pene. Bailamos y me cuenta de varios negocios en el viejo mundo. No me interesa. Quiero volver a la barra. Quiero volver al silencio y a la tensión entre el bartender y yo. Tal vez odiaba mi vida. Tal vez quería decirme que odiaba en lo que me había vuelto, esa ficción de haber sido algo mejor alguna vez. Otra vez la guaricha sentada a mi lado. Otra vez interrumpiendo la canción con su chillona voz. Estaba harto de las mujeres. Estaba harto de que me rompieran el corazón. Estaba harto de su sexo artificial. Estaba también cansado de mí, de ser tan femenino, de ser tan poco macho. Sólo quería cantarme para mí esta canción que dice: "dreams like this must die, dreams like this must die". Estaba harto de su exigencia. Estaba harto de que uno nunca fuera lo suficiente para su chica. Estaba harto de las demostraciones. Estaba harto del mundo, sí, eso era. Estaba harto de que uno nunca fuera lo suficiente para este mundo de mierda. Y la guaricha seguía hablando y hablando. Le miraba sus bellos ojos azules. Esa risa de doble intención. Ese pelo rubio cenizo sobre su cara reseca y aburrida. Quería que se callara. Me la imaginaba debajo de un hombre sucio hace unas pocas horas. Me la imaginaba gritando y gimiendo de placer. Me la imaginaba confesándole que era el mejor sexo que había tenido. Y ahora estaba acá hablándome e interrumpiendo las canciones que yo programaba para sosegar el ánimo. Me imaginaba que ella era de las que creía que el sexo era de lo mejor de la vida, de esa clase de mediocres. Nunca se largó. Nunca paró de hablar. Supongo que era de la clase de mediocres que dice que necesita compañía. Pero yo no era compañía. Al salir la mañana era negra. Los alfileres de llovizna todavía herían. Ya no quedaban putas ni malandros.

Me consuelo pensando en los miles de millones de receptores neuronales que se fueron atrofiando e inutilizando a lo largo de mi mala vida. Todos ellos representan las posibilidades de haber sido lo que hoy no soy. Allí está Hwyett dirigiendo una orquesta. Allí está Hwyett decodificando los códigos genéticos en bien de la humanidad. Allí está Hwyett puliendo una tesis. Allí esta Hwyett... aún con ella. Me imaginaba atravezando el espacio. Su mirada sería de excitación frente a lo nuevo. Ahora sé que no quiere ver las estrellas y cuando partió se quedó fija en el planeta azul. Adivinando qué punto era Hwyett. Preguntando por qué se vería tan pequeño y por qué ya no se veía. Preguntando en qué pequeña proporción del espacio de aquel minúsculo planeta se habría perdido Hwyett. Como un perverso juego de zoom en el que los confines se borran entendería que yo tampoco existía desde las distancias infinitas.

Tiro un dado hacia arriba. Vuelve a caer a mi mano. No me fijo en el número. Lo vuelvo a tirar arriba. Vuelve a caer a mi mano. Lo vuelvo a tirar. Esta vez no lo atrapo. Sigo mi camino, con la impresión de haber jugado a los dados, de haber perdido con los dados.

Tuesday, December 04, 2007

guns

Danny Bermuda fue un buen muchacho. Algo callado y bastante introspectivo, pero de todas maneras un chico intachable. Veo a Danny atravesar las aceras. Su paso lento, seguro, las manos en los bolsillos, su cara un poco baja, todo sugiere un ánimo respetuoso y resignado con la vida, su vida, que de todas maneras no es tan mala para resentirse. Veo a Danny cruzar la calle bajo el sol estallado de un día que terminará mal de todas maneras, bajo el estruendo de las negras nubes que terminarán por consumirlo todo. Danny tiene esa cara de parecer no percatarse de nada, pero sin embargo estar cavilándolo todo al mismo tiempo. Tiene una cara inteligente y sus notas de universidad respaldan esos ojos que no se detienen en los de su padre en la mesa. En el cuarto se encierra por horas enteras. Su madre lo ve en el computador todo el tiempo. Danny tiene una linda novia que agrada a su madre. Se llama Sofía Whitehead. La ve en el campus. Cuelga de ella a la salida y se despiden en las tardes. Por la noche, temprano, hablan un rato por messenger y ella es feliz mostrándole los nuevos emoticons. Danny en las noches está conciente de que algo ha salido irremediablemente mal. No ha sido algo súbito, ni algo terriblemente demoledor que lo detenga en las calles o lo haga hablar solo. Igualmente han ocurrido cosas extrañas. Lo veo en el café Oma comentándole a Mónica y Nicolás sobre lo ocurrido en clase de mecatrónica hoy. El profesor le preguntaba sobre una fórmula que se estudió todo el semestre y de la cuál él tenía una excelente habilidad para resolver. No recordaba nada de ello. Recuerda, sin embargo, haberse quedado inmóvil frente al reloj que daba frente al aula. No tanto fijado en el reloj sino en la refracción de la luz en él. Veía los rayos de la luz dividirse en la máquina de tiempo y sentir una lágrima bordear sus ojos. Cuando el profesor quiso sentir respaldado los conocimientos impartidos en su mejor estudiante éste no pudo retribuirle la enseñanza y sólo lo pudo ver con ojos de idiota. El profesor se sintió amenazado de repente. Lo retó a salirse de clase, pues pensó que se burlaba de él. No obstante, Danny nunca sintió en el profesor ninguna rivalidad y ahora encontraba sorprendente verse como un rival del académico. Obligado por el profesor tuvo que salirse de clases. No lo vi humillado. Estaba sobre sus pensamientos aún. Como una mordedura enfermiza de nulidad en el espacio. Escuché que Nicolás le decía que seguramente se trataban de celos de parte del profesor. El profesor era de una célebre fealdad que impedía que cualquier persona con dos dedos de frente le tomara en serio. En cambio Danny, con su pinta de jugador de soccer americano, su sonrisa triunfadora, sus hombros anchos, ojos inteligentes, era el sueño de toda mujer inteligente y el devorador deseo de las muchachas más feas a las que se dirigía el ridículo profesor. Danny se fue a la clase de guitarra y allí trató de aprender algunas canciones de pearl jam pero por su pinta cualquiera creería que se trataba de un clon de Jerry Cantrell. Tocaba con una rabia irracional que en momentos asustaba a Jimmy, el maestro de clase, que con su culo chato y su risa de hippie rezagado solía tener delirios de maestro del kindergarten y trataba a los muchachos como "compadritos" y a las chicas como "nenas". Pero Danny al fin de la clase sabía que algo había terminado muy mal con su vida tal y como había sido planteada, si ese era el caso. Sofía lo llama y le invita a alquilar unas películas y tal vez a algo más interesante si sus padres iban a un cóctel que ella sabía estaban invitados. Pero Danny sabía que por más que le gustara el sexo y presumir de su buena performancia con ellas y sobre todo, que después del acto las chicas se le acercarán al oído y en tono de confesión mortal le alabaran diciéndole que era el mejor sexo de sus vidas... por más que supiera todas esas cosas Danny hoy no quería sino encerrarse en su cuarto a llorar porque hoy se sentía terriblemente inmundo y cochino. Quería encontrar un lugar donde pudiera morder de sus puños y pegarse a la cara y decirse: eres un cerdo Danny Bermuda, no entiendes que me causas asco y repulsión? Al llegar a la casa la madre le invitó a un té. Danny se sentó en la sala y se lo tomó con ella. Le preguntó por Sofía y él le contesto que estaba bien. Ella se detuvo en la hermosa cara de su hijo y realmente preocupada le comentó que no lo veía bien. Él le respondió que no estaba bien y se echó a llorar sobre sus pechos. Por un momento pudo contemplar el buen trabajo del cirujano estético sobre los pechos de su madre pero en seguida le dio asco llegar a pensar esto. Ya sus amigos le habían dicho en tono de recocha que su madre estaba buena y él, sabiendo que era cierto, les había dicho que les iba a reventar si seguían viendo con esos ojos a sus madres y luego reían por tener unas mentecitas tan sucias. En la ventana del apartamento que quedaba en los cerros orientales se veía el sol matando una ciudad entera y se sentía un poco más cálido el corazón sabiendo que desde esta altura se estaba a salvo. La madre le dijo a Danny Bermuda que todos teníamos nuestros malos días. En las noches Danny Bermuda se hizo una pajita en su cuarto y se acostó. Pero no pudo dormir. Llegaba el recuerdo del mal trato de ese ser inmundo de su profesor. Se veía en el corredor. Veía que Nicolás le tenía envidia. Mónica no quería saber más de él por lo que le había hecho a Alicia. Su portero lo detestaba. Su madre se acostaba con el doctor Arbeláez. Su padre era un completo idiota que se encerraba en su cuarto a estudiar filosofía y escribir sobre política en El Tiempo. Todo el mundo tenía que ser tan idiota? Las noticias eran aberraciones de moscos revoloteando en un mismo bollo de mierda. Las mujeres eran fosas hambrientas de un sexo que consideraran igual de digno a sus miserias. En la calle la gente parecía olvidar sus preocupaciones diarias y voltear a ver esos ojos asquerosos en torno a él y Sofía o su grupo, evidentemente por tener una composición genética más afortunada que el resto de monstruos que circundaban la contaminación de una ciudad con aires de baño público y mezquindad. Hoy era la salida a la finca del Pensador Jaramillo. Otra tanda de mierdas y voces de funciones orgánicas groseras levantándose para ser escuchadas más que para decir algo realmente importante. Su padre era admirado y tenido como un hombre tenaz por publicar artículos en contra del presidente de turno. Pero para Danny era claro que toda esta clase no era sino un aglutinamiento de ranas croantes en un pantano sucio. Ranas que croaban tan fuerte como sacaban la lengua para tragar las moscas. Un pantano putrefacto que hedía a mierda, toda esta clase intelectual, mientras a su madre el doctor Arbeláez se la metía por el culo el padre era condecorado y tenido como un hombre tenaz, que, sin embargo, era incapaz de satisfacer a su propia mujer y ser respetado por su hijo. Danny, en cambio, soñaba con algo más modesto. Más de su propio carácter. Ser el cantante y guitarrista de una banda de rock y llegar a ser tan grande como lo fue Kurt Cobain. Sabía que Kurt a los 16 había dormido debajo de los puentes y él, en cambio, debajo del Hilton de Cartagena. Sin embargo, le favorecía su aspecto personal y su talento. Tenía mucho talento el muchacho. Un futuro asegurado como ingeniero no era suficiente para él. Tendría dinero, sí. Y chicas, tal vez. Pero quería ser rockero. Su arrogancia era suficiente. Sabía que la rebeldía era una farsa, una pose. Todo es talento. Quería hacer rock de verdad, you know, Hendrix... En la noche se encontró con Sofía y fueron al cine. Ella veía la película y él estaba ansioso por comer más cotufas. Así que salió al final y se atragantó de cotufas. Sofía al salir del cine se enfadó y le dijo que se había perdido el final. Que la película era una mierda sin el final. Que todo se definía en el final y era precioso. Él sólo dijo que le aburrían esas mierdas y que quería encontrarse con Alejandro. Fueron a la casa de Alejandro y allí la novia de Alejandro se desnudó y bailó un rato. Luego Danny y Sofía se fueron. En el carro ella quiso chupárselo pero él no estaba de humor para ello y la dejó en su casa. Veo cruzar el parque a Danny. El sol le hace ver la cara más blanca. En la tarde lo veo bronceado. Se fuma un cigarrillo de marihuana en el balcón de su apartamento. Escucha Down in a hole de Alice in chains: I'd like to fly, but my wings have being so denied. La majestuosidad del cielo es tal que no se corrompe con la vida humana; de esta manera siempre tendremos atardeceres sublimes, porque no han sido hechos para la medida del hombre. El sol de la tarde choca fuerte contra las paredes de concreto de los edificios de Danny. Sus ojos logran recibir algunos rayos y en cambio desprenden algunas lágrimas que nosotros no creeríamos en esos ojos. Porque Danny no es el tipo que uno cree llora. Pero lo hace. Personalmente me detengo más en el llanto del obrero que entierra a su compañero caído de la torre de Danny; no por motivos sociales, o de pronto, la razón es que el obrero lo llora con más fuerza al pensar que tal vez pudo haber sido él el caído y no su compañero. Danny jamás pensará que él será el próximo, sin embargo, algún hilo de baba se le escurre en las comisuras que le hace temer que algo terriblemente malo ya está sucediendo, aunque de un modo tan metódico que quizá él ni se percate. Como una terrible enfermedad mortal que no es mortal porque no es de la carne. Todo se fue a la puta mierda, sabe.