Monday, November 26, 2007

Desde Micomicolandia

Extracto de un gran texto de Cisterna Rota en Micomicón.

- En este momento me encuentro ansioso por su pronta llegada a Bogotá y a la expectativa de poder volver a hablar de viejos güevones y destrozarnos con nuestra sola presencia que concebimos como un improperio del peor gusto a gran escala.

Mierda!



A usted nunca le interesó Heidegger ni su carta al humanismo, pero desde que escuchó el entusiasmo del Viejo Güevón (así bautizó al director del seminario junto a Luciano en un bar aledaño a la universidad), ufanándose de haber estudiado en Alemania, su apatía se tornó en repudio. El hado hala su estómago, lo revuelve, lo convierte en una cámara de gas. Debe esperar el final de la reunión como lo ha hecho desde la primera sesión tres semanas atrás. El viejo emite comentarios graciosos, resistiéndose a aceptar que la próstata le ha crecido tanto que orinar le resulta más incómodo que defecar en algún baño público; aunque claro, el gran conocedor del pensamiento alemán, nunca tuvo que acudir a ese tipo de lugares: siempre en compañía de expresidentes, de rectores y altas personalidades, es el eminente Filósofo Rey preocupado por los ignorantes acechados por la guerra, de los cuales es portavoz aunque sus gestos delaten el desdén que le suscitan. El Viejo Güevón vocifera los encuentros intelectuales que llevará a cabo en el aula máxima, adelanta parte de las agudas interpelaciones que le hará a los invitados, juzga hechos plasmados en el diario, hace alarde de su versatilidad, aclara que él no es un sistema de pensamiento porque sólo los grandes genios hacen grandes obras y él es un tipo normal, dice Cuando estuve con Jurgen Habermas en Frankfurt caminamos conversando sobre la ética discursiva. A usted el hado lo increpa con cavilaciones y arrepentimientos de su propia cobardía, a esa que lo condujo a inscribirse en la facultad de filosofía y letras porque temió quedarse en casa evocando todo lo que no ocurrió en su vida, y luego lo conmina a imaginar al Filósofo Rey con los pantalones abajo diciéndole a Jurgen Por favor tócame no aguanto un segundo más. Usted intenta sonreír, pero la carcajada es abortada al mirarla a ella, a la asistente del Viejo Güevón y más que a ella, a sus glándulas mamarias asomadas pálidamente por un tímido escote. La pobre sólo interviene cuando el Filósofo Rey se lo permite; ella habla con el mismo entusiasmo sin que eso obste para que el hado le haga sospechar a usted que está enamorado y que el Viejo Güevón intentó acostarse con ella y que si ella no accedió fue en virtud de que nadie en la institución universitaria le pierde la pista a su gran filósofo. El hado le dice a usted o usted al hado cómo ella terminó siendo la asistente de un filósofo cuando a fuerza de su entrepierna hubiera podido acceder a la gerencia de un banco; en el vasto campo del pensamiento sólo deben haber sujetos de la estofa del Viejo Güevón, o bizcos como una compañera que escucha y anota cada comentario, o con erupciones coloradas como las del tipo que levanta la mano tratando de rebatir al maestro esgrimiendo palabras que usted desconoce, o gordos como el par de estudiantes que cuchichean en una esquina y al terminar cada sesión se le acercan al viejo enseñándole algún libro costoso e ilegible. El viejo acaba de hablar.

Extracto de un gran texto de Cisterna Rota en Micomicón.

Monday, November 19, 2007

it's just a web log.



Además que la canción es bastante buena - es mi lado emosexual, lo confieso, me gusta the matches: un grupo divertido con buenas canciones: además de ésta está Dog eared page- lo subo porque resulta de algún modo una manera de reírnos de los sustos de la vida y los pequeños accidentes al que los padres nos tenemos que ver a diario con nuestros pequeños suicidas. Hoy en la mañana me senté a ver con mi pequeña suicida el video, bailamos la canción, pues al parecer a ella también le resultó divertida, y vimos juntos el para-nada-profesional-video un par de veces y ella no pudo ser indiferente con los morraquitos que aparecen, al parecer también lo disfrutó. Uno tiene que celebrar la vida cuando tiene oportunidad. Desafortunadamente algo tan sencillo se olvida fácilmente y es el lado oscuro de la vida el que constantemente nos recuerda ello: el simple placer que se puede extraer de las cosas simples y llanamente bonitas. La cosa es que el accidente de mi pequeña suicida no pasó de ser un gran susto y, supongo, su primer gran golpe en la vida. Me alegro de que algo negativo y que, definitivamente se pudo haber evitado, no haya pasado a mayores y se haya convertido en una experiencia en el fondo positiva que nos permite aprender tanto a nosotros, los padres de ella, como a ella, la pobre, para que vaya conteniendo un poco aquellos impulsos locos y desmedidos frutos del obvio desconocimiento de las simples leyes naturales que nos rigen en este planeta tierra.

Saturday, November 17, 2007

el escorpión del punzón estridente

Ger amanece con un insulto en su boca. Coge el primer bus del día hacia el centro. Hace una mañana horrenda, con visos de hostilidad en los primeros rayos de un enfermo sol que logran filtrarse a través de las espesas capas de inmundas nubes grises (del mismo color del asfalto en el que aún se apoyan los sueños de las cabezas de los indigentes). Su escuálido cuerpo se resiente sobre el frío mortal que avanzaba desde las lomas. Llegó a su destino. Todo se hace familiar a fuerza de costumbre. Los rayos empezaban a ganar terreno a las nubes. Se detuvo un instante en medio de la prisa habitual de la calle y dejó que el rey astro le calentara el rostro. Anoche había soñado algo terrible. Estaba sentado en una mesa adornada. Algo le llamaba desde arriba. Cuando quiso ver, es decir, cuando levantó la vista, sintió un río de lágrimas sobre la cara, a la altura de los ojos. Se tocó y palpó la sangre. Se pudo ver en tercera persona con el rostro empapado de un rojo claro y vibrante. Luego todo se volvió oscuridad y fue cuando se levantó. Aún estaba oscuro allá afuera. Se desalentó porque sabía que no recobraría el sueño. Amaneció con un insulto en su boca. Como si alguien lo hubiera dejado allí; dejaron un insulto en su boca, es decir, sobre su boca. Un insulto apenas sostenido por su dentadura equina. Algo palpitaba a la altura de su frente. Como una nube luminosa que explotaba encima de sus párpados. Sintió escalofríos y pensó en la figuras que se describen como nubes en los monitoreos de actividades cerebrales. Temió que de alguna manera estuviera participando de la muerte de su cerebro como en un tipo de experiencia extrasensorial aún no determinada pero posible. Estuvo un buen rato trabajándole a esa hipótesis sin pensar siquiera en el sueño que lo acababa de levantar. Cuando ya estaba casi convencido de su muerte cerebral sintió un halo de esperanza en ver por un segundo una chispa determinada, fuerte y objetiva cerca a su cama. Había hallado la fuente de la nube que se había imaginado con todo terror. Era su celular que estaba palpitando. No le habían llamado. Siguió su camino luego de que el sol volviera a ser opacado por una sucia nube. Recordó la aversión de Nietszche por las nubes pero también recordó que él ya no era estudiante de filosofía. Recordó su estancia en Orgum Fields. En ese entonces acostumbraba a usar una placa de metal sobre su rostro. Allí conoció a Margarita. Margarita era una chica que estaba refugiada allí de sí misma supuestamente por depresión. Una chica malcriada e insolente de todas maneras. En todo caso recordó la ocasión en que a media noche llegaron por ellos desde el otro espacio. Él se encontraba leyendo, como siempre, en su cuarto, vestido de una piyama azul celeste y un gorrito montañero ridículo que le daba un aspecto lamentable de Goofy. Margarita, dos cuartos a la derecha, estaba en una escena pseudo-erótica con su compañero que rayaba con la ternura humana y la náusea divina. Fue cuando llegaron por ellos desde el otro espacio. No podía referirse a los invasores como humanoides, primero por lo despectivo del término y segundo porque no tenían nada de humanos, es decir, de despreciables. "Queremos que nos enseñen a amar" Les dijeron de una manera que Ger intepretó como telepática. Los llevaron hacia un espacio cómodo y familiar que les daba la impresión de estar metidos en una fiesta rave. Allí los humanos, con todo lo despectivo del término, se preguntaron por las intenciones de sus raptores. ¿Quieren vernos follar o qué? Definitivamente eso no era lo que estaba en los planes de los extranjeros. Ger empezó a sentir como se derritía la placa de metal de su rostro. La carne se derretía. Los senos crecían. Los ojos se hinchaban. El corazón latía maniáticamente. Ahora estaban metidos en una fiesta rave y bailaban. Cada uno sintiendo la música de la manera en que le llegaba. Ya no existía el espacio diferencial de las opiniones. Una comunión sabática junto sus creadores. Los límites corporales no dejaban de ser una idea absurda a las luces del sueño cósmico que les penetraba y prendía como un elemento fundamental del todo que había sido relegado a segundo orden durante muchos años de olvido. Ahora hacemos parte de ese árbol universal del amor que atraviesa el infinito. La expansión de la conciencia divina en expresión inocente sobre el reconocimiento de nuestros dolores que marcan la historia de un esfuerzo universal. Las ciudades arrogantes se morían bajo los envenados imperios que marcaban la necesidad de un nuevo volver hacia el espíritu que yacía tristemente aplastado bajo los metros y las pisotadas de la miseria. Las renuentes mulas se consumían en su propio fuego de soberbia. La justa lluvia celestial caía sobre sus cuerpos y les amputaba como finos hilos de plata los dedos y los órganos sexuales a los que aferraban sus lígeras vidas con tanta prepotencia. No tenían corazones de hombres sino corazones de bestias y por ello sus mujeres eran lanzadas en ristre contra las paredes y los comercios sexuales por no ser más que unas sucias guarichas incapaces de pensar en algo más grande que los órganos de sus amantes. Los hombres aprendieron a hervirse de verdad como los animales asquerosos que eran dentro de la sopa de su propia existencia. Los niños gritones eran aplastados por un celo angelical que les abria la capa de los sesos y les entraba directamente al cerebro para hacerlo sufrir como ellos lo hacían con esas pobres hormigas que jamás les hicieron nada a ellos y, sin embargo, eso no las eximía de sus malvados juegos en los que con un pitillo las atravesaban de par en par y las ponían, como si fueran masmelos, a arder al calor de una vela de cera. A los futbolistas se les amputaba las piernas y Ger, recuerda, gozaba con eso, con ver lo mínimos que se veían sin piernas y sobre todo, sin fútbol. Así que ese era el amor universal que Ger aguardaba, la furia del rechazado, el resentimiento de un macaco encerrado en ardientes celdas internas. Llegó Ger a su destino y la lluvia cayó, esta vez sin herir de verdad a nadie, no más que a los pobres indigentes, a los chicos que venden chucherías en la calle, a los vendedores de mango y coco. Eso le fastidió mucho a Ger. Que la buena gente siempre pagara la mierda de los cabrones que están en la cima. Ellos se estresan en medio del tráfico imposible de la ciudad en sus coches y vehículos blindados. La otra gente agarra gripas y muere, porque no tiene a donde arroparse. Y Ger estaba metido indudablemente en medio de estos mundos hostiles y crueles sin cristalizar una sola idea de su vida en algo concreto.

Monday, November 12, 2007

islote imaginario



Estamos en un estado de absoluta recesión de los sentidos. Rojo cobalto de las mañanas llenas de esputo en las aleaciones irónicas. Salgo del metro bajo la coartada de una tenue brizna de lluvia sobre las calles barridas de silenciosos asesinos. Recuerdo los malos días - aunque reales - cuando los objetos entraban en contacto con la piel y uno realmente podía sentir y decir: camino sobre la calle, toco el poste; he ahí la tenue brizna de lluvia sobre mi cabeza, coartando las lágrimas. He ahí los elementos, los rayos del universo ocasionando efectos sobre el interior de mi cadáver. La protección te priva. El cosmos es un centinela que arrulla a las mucamas en su hora más triste. Y yo soy un escritor jodidamente malo.

Como si el todo no fuera el negro del cielo en una noche invernal como esta. Qué es el todo y cuál es su relación con nosotros? Ahora que volamos: cómo nos relacionamos con el Todo, la Nada, lo que Siempre ha aguardado, lo que Acecha y lo que NADA ESPERA DE NOSOTROS?

Es tarde. Yo quiero crear un sueño, entiendes? Escribí un manual de cómo robar dulces sueños.

Mag era el albatroz más atroz.
Rey en cambio era el arcoiris.
El océano era inerme ante las piedras
que los justos lanzaban
contra la atroz mag
Mag esa noche se fue
de picada contra las rocas
Rock la roca
lamió de su sangre
y se dijo mientras mugía
La sangre de esta atroz
desliza la futilidad del cosmos
en mi noche bruta
que ya nada quiere comprender.

Por qué no darle crédito a la gente que cree en la realidad del destino? Acaso no es ésta otra forma de entender la dirección del tiempo? Es tan lógico decir que venimos de la muerte y nos dirigimos al nacimiento como presuponer que del nacimiento nos dirigimos a la muerte. Pero nuestro conocimiento se acostumbró a considerar que lo conocible es lo que se dirige al nacimiento y el umbral de lo misterioso es lo que avanza hacia la muerte. Se acepta que quien apuesta al conocimiento del futuro está errado, porque se subyuga fácilmente a la tiranía del pasado. Para Dios no es problema; él es eterno, su existencia no está subordinada a las dinámicas del tiempo. Para nosotros tampoco debería ser problema; el presente no parece sino hacernos recordar que nacimos muertos.

En realidad la cuestión no es tan sencilla. El presente se puede llenar tanto de luz y vida que basta con vivir un instante de pleno goce para decir que en ese momento la vida es hermosa. Me he acostumbrado tanto a fijar la atención en los aspectos puramente negativos, en diseñar una acusada crítica de los sistemas sociales y de la realidad, que a veces olvido casi por completo la felicidad que uno puede arrancar del mundo. Tal vez no me pueda referir a una felicidad trascendental, ni a una felicidad (εὐδαιμονία) en el sentido aristotélico... pero sobra decir que olvidar la suprema felicidad que se puede desprende de un instante sencillo y precioso es más propio de cínicos y de idiotas que de verdaderos seres humanos. Y cuántas veces olvidamos vivir en pos de una actitud estúpida que nada ofrece!

Alguna vez leí en una entrevista que Cioran, el gran pensador pesimista del siglo XX, respondía ante una pregunta sobre su ser generoso y amable que se contradecía a aquel radical del texto: "uno puede ser pesimista en el pensamiento pero no en la vida". Cierto es que uno puede ser un nostálgico empedernido, un ser triste por naturaleza, no esperar muchas expectativas de cosas que uno ya sabe le son excluídas; de esto no se desprende que uno pueda dejar de sentir amor por alguna persona, por algún objeto, de buscar puntos de apoyos por más endebles que en determinado momento resulten. Tampoco se desprende que uno deje de sentirle el sabor a las cosas, perder la armonía de las grandes composiciones, encontrar alegría en un buen rato junto una buena compañía. AÚN CUANDO TODO EN DETERMINADO MOMENTO PUEDA CAER COMO UNA AVALANCHA EN CONTRA DE LA CABEZA DE UNO Y SÓLO LOS TRISTES OJOS SE EMPAPEN DE LÁGRIMAS YA AJENOS A LA UNIDAD QUE UNO ALGUNA VEZ CONFORMABA.

Aprendí a ser pesimista gracias a un cura bastante sabio. Decía que su vida siempre había estado marcada por un profundo pesimismo. Cuando le preguntaban por qué era tan pesimista, él acostumbraba a responder: "Bueno, nunca espero nada de nada o espero siempre lo peor. Así, por ejemplo, si me llegan noticias de alguien o algo y al enterarme veo que son malas, ya me las esperaba y las acepto, y si son buenas, en cambio, me pongo profundamente alegre y agradezco a Dios por su generosidad, ya que no me las esperaba". De esta manera comprobé que era más sensato e inteligente no esperar nada o esperar siempre lo peor que ser un optimista obstinado que siempre se estará frustrando al ver sus expectativas continuamente truncadas o, sencillamente, en el mejor de los casos, aliviando cuando sus expectativas sean cumplidas. En ese instante, entendí que ser pesimista podría conducir a una vida más feliz.

Desafortunadamente, a lo largo de la vida, he dado con otra clase de pesimistas a los cuales su manera de asumir el pesimismo, desgraciadamente, los ha llevado a vivir una vida muy lejana a la que se considera una vida feliz. Hablo del pesimista de la calle. El pesimista que ha perdido toda ilusión en la vida y que no encuentra más razones para sostenerse como individuo en una sociedad. Esta clase de pesimistas, que serían como la variante prostituida del verdadero pesimismo, por lo general derivan en las drogas, el crimen, el adulterio y la vida marginada de toda verdadera vida. No digo que probar las drogas, el crimen, el adulterio y la vida marginada sea un pecado y un estigma para toda la vida, como por lo general la sociedad mojigata lo asume. Por lo general un drogadicto, como lo entiende Burroughs también, es alguien que vive al límite, en un estado de emergencia permanente. Lo triste es que una vida desemboque en estos estados de crisis y no exista ningún otro remedio para estas personas puesto que la primera cosa en encontrarse gravemente infectada, casi que gangrenada, es la voluntad.

Este pesimismo callejero dista de la lucidez del primero ya que no está en pos de la gratitud del instante y la resignación por las cosas malas de la vida. Es un pesimismo ciego que se niega a ver las cosas hermosas de la vida y que chilla tontamente por las desgracias que conlleva la misma vida. Considero que a este tipo de pesimismo gratuito es el que se refería Cioran, cuando decía algo como: "en la vida uno no puede ser pesimista" Porque este pesimismo no es ni siquiera conciente de las cosas a las cuales uno tiene que chocar como un sol que explota en una galaxia. En realidad, nunca he visto una persona tan complaciente y tan idiota que un drogadicto sumido en el vicio, capaz de aceptar que Hello Kitty es Dios con tal de tener una charla, un amigo u otra papeleta por otros 5 minutos más. Nunca han visto esa risita estúpida y vulgar de la gente que está tan desgarradoramente entregada a una sustancia?

El presente: puede darnos noticia de nuestra muerte en vida o de nuestra verdadera vida. Sin privilegiar las posturas hedonistas, que a la vez son una mala comprensión de la felicidad, considero que la vida está en saber disfrutar de los instantes bellos en el momento y de tener la sabiduria de reconocerlos y no dejarlos pasar ni tirarlos por la borda sentados ante un televisor o un periódico, sobre todo colombiano.

Me extendí porque me siento en deuda con una persona que hace de cada uno de mis días en que me encuentro con ella un paraíso. Es capaz de aliviar una tensión en el alma y de compensar cada momento de entrega a ella. Me enseña a respirar de nuevo y me trae sabiduria ante la maraña de algunos problemas realmente insignificantes que nublan mis pensamientos. Es capaz de devolver el tiempo y de hacerme de nuevo niño, no el niño que fui, niño triste y taciturno, sino un nuevo niño que ella compone a partir de sus juegos.

Ella hace que el presente me recuerde que nací vivo.

Tuesday, November 06, 2007

EL primero en no partir siempre fui yo. Como un niño pobre que enaltece cualquier cosa me aferro al aire que me vitaliza mientras veo los cohetes zurcar el cielo. Atrás me espera Salomón con una sonrisa. ¿Debo voltear a verlo o notará mi vergüenza? Todos dicen que el viejo Kerbie debe de cuidarse de estos viajes de exploración. No lo tienen por cobarde sino por precioso. Como si comprobar __ fuera una cosa del otro mundo y lo eximiera de toda responsabilidad frente al universo. Miro la palma de mi mano y escupo sangre en ella. Finalmente puedo contentarme con ser un tuberculoso elegante.

En la casa considero que vive un ano extraterrestre. La gravedad física parece no alterarle sin embargo las lágrimas le devoran. Desde la noticia de la nueva exploración espacial poco como y no tengo aliento. A veces me pregunto si ese culo extraterrestre no es el mío, como si hubiese dejado de ser mío, por falta de uso o por parecerle lamentable, ese culo se ha exteriorizado y no se deja afectar por la gravedad física, de hecho ¿no lo vemos orbitando en el porche? pero siente una particular atracción, enfermiza diría yo, por todo lo que tenga que ver con rememorar y sentir culpa. Porque ya a esta altura, Kerbie, debes entender que algo hice malo o no hice en ese tiempo que estuve afuera. Salomón está afuera de la casa esperando que le saque las autenticaciones.

Me encierro en el viejo cuarto y comienzo a empapelarlo de viejas tonalidades. Todos estos retazos cuentan historias, tan particulares, que en un momento no parecen ser las mías. Salomón ya se ha ido.