Monday, January 22, 2007

And again the rain falls down



Regresamos a casa, después de una breve interrupción mortal, de nuevo al universo. Subo la mirada y veo la luna: hasta allá extendimos nuestras galácticas piernas. Recién regresamos, luego de mucho tiempo estancados en este nocivo planeta. Hace mucho vinimos de allá, del cielo, de las estrellas muertas que aún proyectan su luz como una voz que clama el recuerdo, como un grafito en la pared de algún mal bar del centro que suplicara: RECUÉRDAME. ACÁ ESTUVO PEPE. Un sueño empozado en el alcohol y la nimiedad, bañado en tristes canciones que sólo a pocos dicen algo. Un viejo romance se escribe en las galaxias, con garras de demonio, trajinado como calzones de puta barata y el corazón de virgen de provincia. Hoy observo ese universo del que descifré algún pensamiento, olí alguna ruina, del cual fui alguien para caer de nuevo en ese pozo del olvido. Y allá me dirijo con lo limitado de mi intelecto. Recuerdo una vez más los ojos esquizos de Andrew, cuando por torpeza revelaba que había visto luces allá en el cielo oscuro de la sabana y los muchachos del centro se burlaban y bromeaban entre ellos: Andrew ha visto extraterrestres: está tan loco el pobre. Y yo me quedaba afuera, en el porche del centro, sentado junto a Andrew y le pedía que me dijera realmente que había visto y él, creyendo que lo tomaba por idiota, como los otros, se rebelaba en contarme sus inocentes visiones del cielo. Y yo lo lamentaba, porque realmente me hubiera gustado creerle. Entonces le pedía que fuéramos hacia el lado más oscuro del jardín para contemplar las estrellas. Y una vez allí, ya no miraba las estrellas sino el estupefacto rostro de idiota de Andrew, sus ojos desorbitados siguiendo no sé que rumbos, y sentía que acaso él podría llegar a desantrañar esos secretos de la espesa materia negra que revoloteaba mi cabeza y sentía que yo no podía hacer nada más que caer y caer en esta lluvia de tinieblas de pensamientos siniestros y mediocres que no conducirían a nadie y sentí que si acaso algo me podía revelar Andrew sería tan abyecto que lo usaría, sólo a mi favor, no a favor de nadie, ni de su buena imagen, pues jamás hay problema en que un idiota conserve su fama de idiota pero YO... y realmente sentí que había perdido el aura del universo. Y recordé entonces las primeras veces que veía la Torre Colpatria en compañía de mi padre. Sentía un vértigo irresistible y unos profundos deseos de aferrarme al suelo, suplicar porque jamás me levantara de este suelo. Mi padre parecía adivinar mis pensamientos y verme los ojos de la misma manera en que yo miraría años más tarde los ojos de Andrew en un centro de desintoxicación a las afueras de Bogotá. Pero eso lo pienso ahora- Ahora que camino por las calles descampadas de chapinero como en una vieja novela del salvaje oeste contada por Louis L'amour. Ahora que la situación parece ser tan concreta y la destrucción de la vía láctea poco importara en comparación a la destrucción sistemática de los nervios. Luna, te ruego por la suerte de los hombres, tú que orbitas en dirección a nuestra miseria, fría y elegante, por nuevos siglos. Tú, que tienes la capacidad de influir mares y vientos, te ruego por mi destino, te ruego por los hombres de antes y de ahora que fuimos incapaces de escapar. Luna, te ruego porque tú quedarás a cargo de estas ruinas luego de nuestra partida, luego de nuestro encuentro con nosotros mismos, en el vasto universo. El diablo quedará a sus expensas, una visión deprimente, como el anciano que huele la ropa interior de los amores de su adolescencia al recordar los días que jamás volverán a ser. Y tanta tinta desperdiciada replegará la biósfera como una condena de las supuestas astutas almas que se atreviaron a desafiar los arcanos ya inscritos en nuestra raza. Jódanse todos y para la puta madre...

Wednesday, January 17, 2007

Back again in this shithole



En el intercentro me solían llamar El Demonio.
Música para extraterrestres satánicos.

Así que recordé las palabras del chamán: existen en el mundo fuerzas que velarán siempre por quitar lo mejor de ti, entes invisibles pero reales que se refugian en ciertas inteligencias menores para apoderarse lo que de antemano ha sido siempre tuyo: todo tu talento, tus ambiciones, tus sueños se verán anulados por influencia directa del virus que alberga estos espíritus menores (tan llenos de sarcasmo, chascarillos e ironía) El día calienta. Son las 11 de la mañana. Pago un café internet y reviso si hay algún aviso de Karlo. Karlo es el chico que madruga a confirmarte lo que ya sabes.

Wednesday, January 03, 2007

Poesía Menor de Antioquia

Epitafio
Poeta menormenormenormenormenor
menormenormenormenormenor enorme
13 de octubre, muerte de manuel bandeira (1956)
José Paulo Paes


Este es un homenaje a un poeta de tierra caliente (para usar el calificativo de Mutis). Licenciado en Lingüística y Literatura, con Maestría en Docencia Universitaria, no contamos con otro gorgoteo urbano del prospecto pifiado de poeta maldito sino con el triste canto de un docente de tierras olvidadas. Cuántos pupitres solos? Cuántos soles desperdiciados? cuántas tardes de desamor en un zaguán oscuro sin la luz de una luna desamparada? Ausencia y soledad son los magníficos temas que nos presenta en su libro Poemas para leer en el Bus este tenor de melancolía y anonimato con nombre de Poeta: Rubén Dario Lotero.

Qué ganas más irresistibles me entran de hacerle una necrológica!


El sueño de una noche


Cierra la puerta
y pasa de prisa la cerradura
como si dejara a alguien por fuera

Con los cuadernos del liceo
(hoy no abiertos)
entra en su cuarto
y prende la televisión
buscando no estar sola
pues en casa ya todos duermen

Aún teme la noche
como cuando niña
después de escuchar cuentos de duendes
que sobrevolaban los tejados
y se entraban a los dormitorios
igual que el viento
así
de pronto


En el fondo de la casa
la cocina silenciosa
como un fogón de leña apagado
es extraña
como habitada


Pero ella ya duerme
y cruza el pueblo en sueños
sobre las ancas de su cuerpo adolescente

Vuela sobre las azoteas
donde se esparce rojizo el menudo fríjol
Sus brazos se abren como alas
y sus ropas rozan las antenas de televisión


Bajo sus pequeños senos
siente el aire que sube
desde las aceras
recorridas por los perros solitarios
y pasa junto a las carreteras elonadas
de las afueras


Escucha un conjunto de voces
como de coro de iglesia

El amanecer alojado en la ventana
llamea en sus ojos
y siente su cama detenida
al borde de un nuevo día


Luna


Pasa en silencio
por encima de las ruinas
la luna sin casa


En el bus

El hombre de cara arrugada cierra los ojos: en
una mano la lotería; la otra, agarrada al tubo del
bus para no caerse. Se tambalea. Deberá sentar-
se. Alguien le da el puesto. Se sienta, se agacha
preocupado y se agarra la cara entre las manos.
Viejo. Cansado de andar calles, de ofrecer lote-
ría. No podría estar más arrugado.


Lluvia


Después de la lluvia
pedazos de cielo
ocultos entre la hierba


Consejo


Ama lo más cercano:
la sinuosa geografía de tus cobijas
la vieja mesa que te acompaña
los hermanos gemelos de tus zapatos
y el trago de agua que bebes
en alguna hora de la árida noche


El sol


Como el ocioso muchacho del campo
que baja al pueblo en semana
el sol
se pasea en vano por la calle:
todas las muchachas están en clase
y las bicicletas
encadenadas en el patio de recreo


Camino a casa


Cuando preocupado me he bajado del bus y camino hacia mi casa, el viento que sube por la calle me refresca, me alisa los vellos de los brazos y lo escucho silbar en el hombro.


Entonces me calmo y observo cada cosa que encuentro en la acera: colillas de cigarrillo, papeles y los yerbajos que crecen en las junturas del cemento.


De cada casa sale un aliento diferente: un canario, una flauta y una balada de radio que se descuelga desde un balcón y que continúo cantando calle abajo.


Dos hermanos


Todos los domingos al atardecer
los dos hermanos solteros
apagan la televisión
salen de su pequeño apartamento
y en silencio bajan hasta el patio
Mientras el que trabaja en una lavandería
se sienta en la acera
y calienta sus manos entre las piernas
el otro (que es rector en una escuela pública)
va hasta el arbusto más cercano
y una a una le quita
las hojas secas o dañadas

El regreso


Con la tierra negra en el rostro
y en la cuchilla del azadón
regresan al pueblo por el camino
padre e hijo oyendo radio


A sus espaldas los arados
adelante sus perros

En casa los espera el agua del baño
el plato de fríjoles en la mesa
y el tosco lecho con el cristo encima

Niña


La pequeña prostituta aún es una niña
cuando persigue juguetona
la verde lagartija
que de improviso aparece entre las piedras


Sentencia


Amor
donde quiera que estés
y quien quiera que seas
no somos nada separados


A las seis


A las seis terminan sus labores
el río busca donde pasar la noche
y lleva consigo el recuerdo de la lluvia


Francisco Antonio Cano. "Horizontes"



Transcurrir


Aunque no nos importe
el río sigue corriendo
sucio y oscuro
y los campesinos siembran
y recogen las cosechas
en el campo
Habrá nubes y estrellas en el cielo
y a la ciudad
seguirán arribando viajeros

Aunque no los veamos
los camiones continuarán su ruta
por la autopista
y llegarán nuevos muertos
a los cementerios

Mujeres

Aún hay mujeres
que desde la penumbra de los cuartos
y sentadas junto a las ventanas
se quedan como detenidas
horas
en un único pensamiento
en una sola cara ausente
Mujeres de rostro pálido
y de brazos tenuemente delgados
transparentes a la luz de la mañana

Pasará el día

Pasará el día como un tren bulloso
y yo me quedaré como siempre
esperando esperando
con los lentes en la mano
los ojos indefensos
la piel indefensa
y sin palabras


LOTERO, RUBÉN DARÍO. Poemas para leer en el bus Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia, 1991