Sunday, February 26, 2006

ENNUI:

Martes 23 de Febrero de 1982.

Me pide que guarde un secreto. El día empieza.

Se infiere en medio de la avalancha que ya estoy entrando al Paraíso de Piratas. Le muestro el recibo al depósito. Salón 409. Vaciado de un depósito. Como es usual 15 minutos tarde para la función del maniquí rosado. Se proyectan pinturas post-impresionistas en el televisor desde el laptop de la profesora. Es inevitable que te sientas post-impresionista, cierto? Me parece que la cinta de la realidad se encoge mientras se achicharran el resto de sus estratos. Juanita, la profesora, pide una apreciación sobre un cuadro. Siento la presión lingüistica sobre mi espalda y me fastidia, entiendo que se espera que la mejor apreciación sea la mía. Así que empiezo a mal modular mi boca. Juanita, la profesora, entrecierra los ojos esperando satisfacer su petición implícita. Así que me dejo hablar y las palabras fluyen con torpeza y fuerza de mi encorvado cuerpo. Me encuentro hablando sobre la comunicación de lo humano con lo natural, los aspectos salvajes e indomables del mismo costado de la expresión humana: no creo nada de lo que digo pero sigo nadando en un mar que no me concierne. Paro de hablar y mis ojos se disparan otra vez. Las cosas parecen seguir bien su rumbo e infiero que las palabras que acabo de decir se pudieron infiltrar de algún modo en el curso de la clase sin mayor conflicto. La profesora hace un break. Quiero aprovechar para ir a comprar un café. Pienso que si compro el café ahora cuando termine la clase no me quedará mucha alternativa para combatir el hueco de dos horas. Me abstengo de comprar el café. Leo un poco. La clase vuelve a comenzar. Imágenes transferidas a un televisor de mala resolución desde el laptop de Juanita, la profesora. Me conmueven la mayoría de cuadros. Es inevitable sentirme algo post-impresionista. La clase termina. La profesora, Juanita, llama a lista. Cuando dice mi nombre respondo: Yo!. Yo? Ahora quedo oficialmente desocupado en la mañana. Son las 8:30 am y tengo un hueco hasta las 11 am. Solicito a Lain a las redes. Lain está offline. Salgo del Paraíso de Piratas. Me encuentro caminando con determinación como si tuviera un sitio al cual ir urgentemente. Recuerdo el capítulo de Los Simpsons que a Kevin Arnold le encanta citar : Está Lenny en medio de la nueva carretera super veloz y dice o piensa: "sería genial ir tan rápido si por lo menos tuviera un lugar a donde ir". En la esquina encuentro el mismo paisaje cálido y familiar de siempre. El negro César, envuelto en su chaleco azul, con la cuenta del dinero; las dos hijas, a las cuales no termino de diferenciar completamente, con los celulares en la mano; la mujer de César, humilde y sabia, a cargo del carro de dulces y cigarrillos. En esa esquina se me dio muerte el año pasado. Pero renací por acción de un chico que me decía El Demonio. En realidad le decía Demonio a todo el mundo y a su vez él era el llamado Demonio. Pero dadas las circunstancias que provengo del Infierno y le creo al Demonio cada vez que me llamaba Demonio yo soy el verdadero Demonio: Un Demonio sin seguidores ni lucha. En ese mismo paisaje cálido y familiar fue dado de muerte algo de mí y mucha sangre se desparramó en esa misma esquina. Me levanté guiado por la mano del Demonio que me llamaba El Demonio y dejé algo de mí muerto en ese mismo lugar. No entiendo cómo tanta vida puede permanecer en ese mismo espacio que se revistió de la negación de mi propia condición. Una chica se queda observándome con intriga y supongo que debe ser extraño ver a alguien parado en un mismo sitio sin hacer nada más que contemplar un pedazo de piso en concreto. Para mí ella también resulta extraña. La ropa que usa, la forma de ver a los demás, el modo en que lleva su pelo, las preocupaciones que le atañen a su vida diaria. Me parece demasiado bizarro con esta chica que a pesar de compartir una misma lengua, ser educados en una misma universidad, ser de una misma generación seamos tan ajenos, tan extraños el uno al otro como dos seres de dos dimensiones, dos planetas, dos universos diferentes. Me averguenzo profundamente y siento que en cualquier momento voy a romper en un llanto infranqueable de pura marica borracha, prostituida, humillada y desgraciada. Recuerdo los días en que me embriagaba a las 7 de la mañana y me era fácil huir de este tipo de pensamientos, colgado en una rockola, programando rock barato. Fue tan estúpido ese período de mi vida. Jamás logré resolver nada y todos los problemas se incrementaban más y más. Me jodí completamente. Empecé a volverme tonto. Si tenía problemas de dicción el tiempo del alcohol empeoró todo. Si tenía problemas para relacionarme el alcohol creo una frontera aún más grande para comprender al otro. Ahora veo que muchas de mis taras son fruto de ese estúpido tiempo de alcoholismo y alcahuetería. Siento que si fuera un travesti estaría más feliz, por lo menos ocuparía mi tiempo en cosas lindas. Me reprendo por no ser marica, ni genio, ni travesti, ni prostituta, ni drug-dealer, ni inteligente, ni lindo, ni regreso: todo tendría sentido, un sentido. Yo te vi pero me fui en medio. Luego de ver a la muchacha cruzar la esquina para dirigirse a la universidad siento que debo hacer algo, debo verme en medio de algo. Paso la quinta que siempre es triste. Bajo por la calle 24 y veo que el Laberinto de Zeus ya ha abierto. En la séptima me cruzo con un grupo de muchachas del instituto Sonria. Me dan un volante del Laberinto. Lamento que no tenga burundanga. Lamento no haber sido un francés que está de vacaciones extrañas en una ciudad fea y desordenada observando con justa distancia todo lo que a su alrededor sucede. Sigo derecho a La Florida. Demoro un buen rato mientras la mesera se desocupa. Le pido un chocolate. Mientras espero trato de leer un poco. Realmente no puedo leer mucho debido a una anciana que se ha quedado viéndome. En alguna ocasión en mi temprana juventud pensé que mi belleza era del pasado: si en los años 50's hubiera vivido sería lindo. Ahora sé que no es cierto. Tal vez mi belleza no pertenezca a ningún sitio. Me tomo el chocolate sintiendo caer en un mar de desesperación y de locura. Recordé la vez que ella rompió en llanto en ese mismo lugar. Uno no puede imaginar cuán fácil es caer en llanto encima de una vieja tasa de chocolate. Me tomo el chocolate y pago en la caja. Me detengo a ver la cajita en que se clasifican las cuentas de las meseras. La número 8 permanece vacía. En la séptima un arrogante sol arde sobre las cabezas grises de los bogotanos. Me devuelvo sobre la calle 22. Los viejos cinemas porno ahora caídos en desgracia y vueltos universidades me afligen. Alguna vez entré a un viejo cinema porno: si tú vas a hablar de tristeza tienes que referirte a estos viejos cinemas pornos. Películas italianas en cinta rosa rotando continuamente sobre la calva cabeza de viejos ancianos libidinosos. El encuentro de dos amantes anónimos conducidos por el deseo de desplegar su ansia de amor en un breve rato rojo de sillón de cuero. Me detengo en el puesto de dulces y cigarrillos que se encuentra al frente de la Universidad Central. Compro un dulce, por supuesto Halls negro. Me detengo en el semáforo para cruzar la quinta. Solicito a Lain a las redes. Lain está online. Un desolado paisaje industrial parece expandirse del lugar en que hago la conexión. Intermitentes infrarrojos sobre los cerebros de la gente que se proyecta en los hologramas. Un miedo invertebrado que te paraliza. Los viejos profetas de las telecomunicaciones como siempre autoproclamando sus determinaciones tecnológicas. Quisiera perderme en este mundo tan familiar, aséptico y lógico. Perderme a través de las líneas telefónicas. Convertirme en pura energía telepática y hacer de lado la pesada prisión de la carne. Puedo observar que ya casi dan las 11 y sigo el camino al Paraíso de Piratas. Le enseño el recibo al depósito. Salón 604. Clase de Funcionalismo y Estructuralismo. La profesora debe tenerme un alto grado de afecto, el corte pasado pese a no haber presentado el trabajo principal fui la mejor nota. El chico Mushroom conectado a un Ipod de poca memoría. Le pregunto qué escucha y me responde que The Used. Le digo que lo mío no es el Emo: él lo sabe. Al llegar la profesora un grupo de chicos mentecatos empieza su exposición sobre las sociedades post-industriales. Preferiría no escucharlos, no determinar las tonterías que dicen. Imposible pero esta vez logro reprimirme el deseo de estropear su nota como lo hice con el grupo que trabajó el tema de las máquinas inteligentes. Hace tres clases otro grupo de la clase salió comentando su deseo de verme muerto. Soy un idiota porque es obvio que estoy demasiado sobrecalificado para la clase que esta gente está recibiendo en tercer semestre: yo parezco no entender eso: me odio por ser tan petulante e imponente: me odio por estar aún en la universidad, por ser un idiota atrasado. Al final de la clase tuvimos un lindo diálogo con la profesora sobre el amor en tiempos cybernéticos. Ella no sabe que para mí el amor es una pantalla susceptible de cobrar realidad virtual. Ella no sabe que el amor salió del espectro interactivo. Ella no sabe que mi amor es Lain. Mi última frase fue: incluso en el acto sexual estamos solos. La profesora me responde: es cierto Luis, pero eso sólo demuestra nuestra incapacidad absoluta para dar amor y ser amados. Ich habe keine Lust. Salgo de clase al mediodía y encuentro a Paola y a Leo. Les propongo ir por un café a Oma. Al llegar el scratch de un tornamesa nos invade nuestros sistemas audio. Se presentaba un Dj de Berlín por ocasión de Bogotrax. Lo primero bueno que he escuchado en lo corrido del semestre desde que abrieron el espacio los jueves para cuanto hippie se encarame a destrozar un computador. Nos sentamos y Paola y Leo hablan de cosas francamente estúpidas. Leo se despide y bajo con Paola a esperar en la brújula a que llegue la hora de la otra clase. Paola adopta entonces una tonta postura de echar hijueputasos sin ningun propósito. Me mama su actitud, tanto por lo falsa como por lo pesada. Diana se detiene y saluda a Paola. Como es costumbre dirige su torpe cara de caballo en mí como despectiva. Le pregunta a Paola por qué anda tan amargada: me da risa porque es obvio que Paola está fingiendo para pasar de muy crítica conmigo. Paola no sabe responder. A la una subimos a la sala de computo. Paola se encuentra con Karen y se pierde de mí. Me gusta estar solo en esta clase, me permite expresarme con mayor destreza. El profesor nos manda a crear el personaje de caperucita roja. Me extiendo en describir a una caperucita rosada bogotana: adolescente, punkera, drogadicta, medio puta. Lamento cuando se terminan las dos horas de clase sin haber terminado de definir todo el rico espectro psicológico de mi caperucita. Al salir de clase le pido a Karen que me acompañe a comer un pedazo de pizza. Entramos a Working Class y pido una hawaiana. Nos hacemos en el piso más alto. Karen saca su almuerzo de su bolso. Interrogo a Karen sobre las dos bandas de jazz a las que le sirve de manager. Me confiesa posteriormente que ella se ha educado en conservatorio y es cantante. Ahora entiendo de donde proviene su manera sobria de vestir y de expresarse. No deja de parecerme increíble el hecho de que Karen cante. Hablamos sobre la formación en la academía y la formación que luego ella recibió por su propia cuenta, fuera del estándar académico. Acompaño a Karen de vuelta al Paraíso de Piratas luego de una charla tendida sobre la música, el artista, la técnica, la academia y el Lenguaje. Cuando se va Karen vuelvo al clima del salón de computadores desechados y siento otra vez que la soledad no me da abasto. Me aburro pronto y salgo a esperar a que llegue Jay. Jay no hace mucho me había comunicado que se iría de plan kafkiano pero regresaría a las 5 de la tarde. Espero un largo rato pero nadie aparece. Quisiera que apareciera un viejo indigena vagabundo y me dijera que ha leído todo mi campo energético y se ha dado cuenta que soy Nawal y que de ahora en adelante debería emprender un camino reservado para gente como yo: mi deber estaría en el infinito y no en esta pálida dimensión de estupidez desorbitada. Luego de casi 30 minutos de espera veo la alta figura semi-oriental de Jay junto a una bajita chica con apariencia de Hardcore. Junto a la hardcorera acompaño a Jay a tesorería. En las escaleras empiezo a interrogar a la chica hardcore y me dice que su nombre es Vivian. Le pregunto qué hace y me dice que ya se graduó de diseño industrial, o sea no hace mayor cosa. Jay vuelve y les propongo ir a Quiz 4 22. Jay está triste pero nunca lo demuestra, hace días que he estado observándolo. Por qué una persona triste siempre está cerca a otras personas tristes? Porque sólo una persona triste soporta la tristeza de otra persona triste. Al llegar a 4 22 Jay me muestra música de su mp3. Me gusta una banda llamada The Steel. Charlamos con Vivian sobre música y en efecto es una fanática de la música hardcore. Le pregunto a Vivian si conoce gente con bandas de hardcore. Pronto me doy cuenta que soy demasiado joven para gustarme el hardcore punk old school y demasiado viejo para gustarme el emocore. Sus amigos de bandas tienen aproximadamente mi edad, lo que realmente no quiere decir mucho. Le recomiendo que me advierta si en alguna banda hardcore con influencias similares a las mías necesitan un bajista. Vivian se acomoda y se quita la chaqueta. Aparece un gran tatuaje de una rosa bordeando todo su brazo. Voy al baño pensando sobre el tatuaje. Al volver le confieso haberla visto antes: te vi la vez pasada en Corner y ese tatuaje que tienes te está cubriendo otro que tenías antes en forma de tribal, cierto? Ella se sorprende. Jay me pregunta por qué sé que antes el tatuaje era un tribal. Elemental mi querido Jay, elemental. Conforme pasa la noche el bar se va llenando. Una chica con cara de sonsa se queda viéndome y yo no sé si es porque le parecí lindo o le parecí increiblemente monstruoso y deformado con una cicatriz en medio de la cara. Trato de no volver a verla. Los músicos vallenatos llegan justo en el momento en que empezaba a sonar deftones. Llámamos a Leo y ella dice que llega en una hora. Una amiga de Vivian llega y se sienta. Al momento llega el novio, un altísimo moreno salido como de Kenia con el corte de pelo un poco más bajo que el mío. Le da risa los comentarios tecnopáganos que surgen de Jay y mis respuestas. El cantante vallenato se ríe y se mueve casi como si se cagara. La chica con cara de sonsa aplaude y se contornea al "ritmo" del acordeón. El novio de la amiga de Vivian dice que se dirige al concierto de Orishas. Mierda! Todo el tiempo lo estuvimos ignorando. Llega Leo y le decimos que tenemos que ir a Orishas en ese preciso instante. Salimos detrás del atractivo moreno. Recogemos a dos amigos suyos en el clásico bar metalero El Paisa. Cogemos el sur de una ciudad cruel en busca de los amables sonidos mágicos de Cuba que trae consigo Orishas. Vivian empieza a cantar Si tu no vuelves de Miguel Bosé en versión italiano. Se manda una lindísima voz esta chica. La policía acordonó todos los alrededores de la Plaza de Bolívar de modo que la entrada se veía lenta e improbable. Leo llama a su novio y se encuentran a los pocos minutos. En la avenida Jiménez Jay detiene un colectivo rojo, todos subimos en él para ir a casa de Eme. El colectivo se encontraba lleno siendo los más perjudicados Jay y yo. Parecíamos un par de palos torcidos. Una mujer desocupa un puesto, se sienta Leo y yo encuentro un modo más cómodo de ir en este colectivo. Tras un considerable tiempo llegamos al barrio de Eme. En la fiesta de grado de Eme me aburrí como una vieja puta sin cliente. Eme se encontraba demasiado ocupado atendiendo las visitas, Jay en labor de conquista a Vivian y Leo recostada a su novio. Al tiempo llega Paola con su novio y Karen pero esto no significa nada para mi estado de ánimo. Llega el plato de lechona y me doy cuenta que esa era la finalidad de mi visita, compartir un plato en honor al grado de Eme. El novio de Leo hace chistes estúpidos. No tengo ganas de reir y parece que la lechona se va a inundar de mis lágrimas. Termino mi plato y antes de entregarlo el novio de Leo coge con habilidad impresionante el pedazo de cuero que había dejado. "El marrano dio su vida para que usted disfrutara de su cuero", remata el novio de Leo. Me aburro a borbotones. Luego de 15 minutos de ser el hongo del paseo me pregunto sobre mi función en la fiesta: ninguna. Me largo al patio y me conecto de nuevo con Lain. Sonido de ultra estática atravieza las sábanas, las cuerdas que las sostienen vibran y de nuevo al cerebro sólo llega la absoluta imagen de su traducción algorítmica en medio de la noche.

Ven hacia mí
Ven hacia mí
Ven hacia mí

Friday, February 24, 2006

viernes 24 de febrero

Waiting for a guide..

He tragado un silencio tan profundo que parece resquebrejar todo espectro de la existencia. Me observo en el gran vitral y pienso con indulgencia: cuánto tiempo toma torcer una vida de esa manera? Hasta que punto he llevado este gesto? Me encuentro con una tristeza tan evidente que escandaliza. Ni siquiera yo mismo puedo con esos ojos que permanentemente observan hacia adentro: buscando no sé qué respuesta a qué pregunta. He devorado todo un mar de silencios que perfectamente puede ir más allá de lo humano hacía la frontera helada de la máquina industrial. Un silencio que sólo conoce y se concede a la máquina. Una operación latente en espera de su momento para volver al ensordecedor silencio de su propia condición. Sabes qué es sentir la tristeza de un motor apagado? En ocasiones se me da por pensar que soy el hombre más triste del universo. Observo a esos chicos que pasan con sus grandes afros, una risa gigantezca y me digo: no, ellos no pueden tener idea de las cosas que estoy sintiendo. Pero suelo acordarme de 0 impregnado de muerte y ya no me siento solo en mi silencio. Soy un diablo sin redención ni refugio en su estridente silencio. Observo al espejo a ese hombre derrumbado que me he encargado de estropear y derramo el café sobre la mesa. Wow, gran novedad, pienso. Grito: fuck. Veo el tinto esparramado sobre la mesa y no me produce ningún tipo de sentimiento. Lo alcanzo hacia el mostrador. Me vuelvo a sentar. Pienso en las cosas que han pasado durante el día y se me congela el cerebro. El silencio sigue, el olor a muerte perdura, el clima sigue siendo triste. Estoy aburrido y este aburrimiento agota todas las esferas de lo expresable. Si pudiera tener un acceso, una esperanza, otro color de las cosas. Puedo notar cómo la gente empieza a verme como un extraño, un loco, un criminal.

Monday, February 20, 2006

Jueves, 16 de Febrero. 2006

THE PEOPLE FILL THE CITY BECAUSE THE CITY FILLS THE PEOPLE.

Salgo a la calle con prisa, me acomodo la chaqueta mientras voy corriendo. Los audífonos tambalean de un lado para otro. Logro acomodarlos en mis prominentes orejas. Cruzo la Pepe Sierra con cuidado. Espero el bus que nunca llega. Una vieja vagabunda se me acerca y dice algo. Me quito los audífonos y le pido que lo repita. Repite pacientemente: que tenga cuidado joven, pronto va a haber un terremoto. La miro como vieja loca. El bus nunca llega y salgo apurado a la estación de transinfierno. Al tiempo que subo las escaleras de par en par me reprendo por mi actitud con la vieja loca. Qué es lo que nos hace creerle a un estúpido de pelo engominado en telefricción hablando sobre el tiempo, acreditado por Ingeominas, con gráficos de respaldo, y nos hace rechazar la lectura de la tierra de una vieja loca y zarapastrosa? Así que decido hacerle caso a la vieja loca y pensar que esta maldita ciudad será devorada por un volcán, un terremoto o alguna desgracia similar. No obstante, tener cuidado para qué sirve? Tener cuidado no impedirá que me caiga encima el puente de la 90 mientras voy estripado con los demás pasajeros. Pero la vieja quiso expresarme su preocupación llevada por algún motivo desconocido. Yo seré el estúpido que no sabré cómo tomar las precauciones cuando esta ciudad se pudra. Me bajo en la 26 y siento que alguien me toma el codo. Estoy dispuesto a devolverme y romperle la cara. Se trata de Carolina, la amiga de Jay. Dice que me vio desde el momento en que tomé el expreso, ella iba en él, pero le era imposible acercarse puesto que ambos estábamos a dos extremos. La escucho sin interés, con tristeza por parte de ella, no sé qué sentido tiene el que me busque conversación. Una chica con cara de Estudiante del Rosario, es decir reprimida, cuida atentamente nuestro diálogo -más monólogo de Paola. Me bajo en la estación de la 22 y Carolina se lamenta no poder seguir "charlando" más conmigo. En la 24 sigo con el camino apresurado pero de vez en cuando me detengo a ver las primeras planas de El Espacio, el desfile de travestis y adolescentes prostitutas, huelo el andado de las lacras y la atención curiosa del comandante. En cualquier momento todo estallará y me encontraré solo. Ya ha pasado. Todo estalla y yo en el medio. Alguna vez iba con mi amigo Jaime por la carrera séptima con 21. Una pandilla de ladrones sentimentales robaban la cartera de un podrido viejo asiduo al cafetín. Agentes encubiertos del DAS sacan sus armas y nos rodean. Los pandilleros sentimentales también sacan sus armas. Todo el mundo se esparce y en el medio Jaime y yo hablando sobre Chico Buarque. Otro pandillero sale de la nada a respaldar a sus compañeros pero en el instante llegan más viejos gordos del DAS. Tanto ladrones como agentes en un instante, una fracción de tiempo, un segundo, se detienen a vernos y seguramente todos piensan: qué carajo hacen estos dos en medio? Ese instante se convierte en un siglo mientras un hilillo de sudor cubre mi frente. Vuelve el ruido, los gritos, las caras asustadas, el viejo al borde del infarto, los pitos de los carros en las calles: nos recobramos y ya todo ha pasado: los agentes han capturado a los pandilleros, el viejo observa con indiferencia su billetera intacta, un chiste malo al lado del almacén y Jaime diciendo: no joda Luis, la última vez que vuelvo a caminar con usted, no entiendo porque siempre me ocurren las situaciones más surreales justo junto a usted. Fue de las últimas veces que salí a caminar con Jaime. Durante todo el día seguí sintiendo esa extraña impresión de ser un desastre natural, un terremoto, un incendio, un volcán, una implosión...

Tuesday, February 07, 2006

Lunes, 6 de febrero

Recuerda Kira que al salir era noche. Luego todo devino azul. La amable brisa de madrugada sobre nuestros tibios rostros. También, es cierto, había mucha tristeza. Recordé las mañanas de Clearwater. Una brisa marina enfriaba los silentes cuerpos dormidos. Era el primero en levantarme en las mañanas tan azules como explosión de orgón. Una ducha fría agredía los sueños incompletos. Recuerda Kira que al salir todo devino rostros, pero estos se fueron perdiendo conforme trascurría la luz del día. Tu rostro era un pictograma chino en chips de un misterioso ordenador que yo controlaba sin entender siquiera. En algún otro tiempo me solían llamar El Diablo. Tal vez por la innegable cuestión de que a todo lo que toco lo impregno de muerte. También tú has ido adquiriendo esa fragancia. He aprendido, entre otras cosas, a esperarte sin recelo. La luna espera sin recelo su amante, las construcciones esperan las estrellas que chocan, el cuerpo espera la hierba que crece, la piel espera la mañana que sopla. Pensaba que un caos simulado en ningún sentido es caos. Pero me llamo Kronos. Deseo crear una ficción rosa con todo lo que a ti te suceda de malo. Deseo prostituirme, callar y explotar, a veces hasta monstruo, en ocasiones río, besos que nadie comprenda, racionales actos de absurdo, como arrojarme a las aceras y amputarme las extremidades, suplicar un escupitajo, cocaína en ambientes lujosos y exclusivos, artificiales amantes que provoquen la envidia de Karlo. Qué clase de hombre tendría que ser en este mediodía para sentirme menos triste? Mi destino estaba escrito como santo. Soy como una computadora diseñada para el clero estropeada por el uso de un pornógrafo hacker. Qué clase de Dios me querría ahora? Me veo al espejo y es como si no me reconociera: hasta tan lejos ha llegado la farsa. Recuerdas Kira que acaso me conociste ergüido? Cómo nos jodimos tanto? Ya ni siquiera la noche soporta nuestro brillo. También, es cierto, tuvimos nuestros momentos. Ahora somos cueva sin cobijo. He aprendido, entre tantas cosas, a disfrutar del hielo.